Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Los diferentes usos de mallas de colores fabricadas con polietileno de alta densidad en el espacio público resultan, en muchos casos, eternos mientras tantos y pistas que llaman a gritos a soluciones de diseño y amoblamiento urbano, que respondan a las prioridades de las administraciones locales como servidoras de sus habitantes.
Repetir los caminos de memoria hace que nos permitamos en cada paso detener la mirada en otros lados; cuando es para abajo, todos los detalles del suelo se vuelven protagónicos a nuestros ojos. Ya no se trata de la identificación del camino para llegar al destino, sino de los elementos que lo componen. Durante este primer semestre del año me ha llamado la atención la aparición reiterativa de esta especie de alfombra azul que tiene la función de una coladeras plásticas tensada y asegurada al pavimento, situadas sobre las tapas de los desagües en la vía pública, justo al bajar o subir para atravesar las calles. Camufladas por los charcos en pleno aguacero son trampas inundadas de agua sucia que rebosa, después de la lluvia se ven como los coladores caseros que nadie lava después de preparar un jugo, pero que el viento limpia mientras pasa el barrendero. Secas y en buen estado resultan retazos coquetos que dan cuenta de una intención de cuidado mientras tanto.
