Juan Valdez, OMA y Starbucks se han convertido sin quererlo, o tal vez si, en las incubadoras de empresas más atractivas para los emprendedores.

Y si, muchos comenzamos así, yendo y trabajando en Juan Valdez, OMA y Starbucks..

Fue un 12 de Noviembre de 2012 cuando registré mi empresa ante la Cámara de Comercio de Bogotá, sede Salitre. De inmediato y sin premeditarlo, me dirigí al Juan Valdez que queda al lado, el de la calle 26. Con felicidad y orgullo me senté a trabajar, a tener mi primera jornada como emprendedor. Luego de 5 horas regresé a la casa y seguí trabajando.

Hoy luego de tres años con mi empresa, frecuento de vez en cuando un Juan Valdez, un OMA o un Starbucks para trabajar mientras se viene la siguiente reunión que tenga cerca. Aunque ya cuento con un “sitio de operación” u “oficina”, aún me encuentro en la fase de estar caminándome la ciudad en busca de clientes y mientras maleteo mi portafolio de servicios.

No había notado el fenómeno tan particular que se gesta en estos cafés, sino hasta la semana pasada que luego de pedir un tinto y abrir mi computador, tres señoritas que evidentemente no se conocían entre sí, se sentaron en la misma mesa en la que yo estaba e hicieron lo mismo que yo: abrir sus MacBooks, poner sus audífonos y empezar…

Llegan con su morral y con cara llena de positivismo desde temprano. Piden la clave de wifi si no se la saben, o entran ya directamente si son clientes recurrentes. Se encuentran de todos los estilos: emprendedores y freelancers muy a lo vintage, otros seriotes, algunos con corbata y bien peinados, jóvenes, y muchos treintañeros como yo, con diseñadores industriales me he topado, pero también con varios retornados que luego de sus estudios en el exterior vienen con su idea a transformar a Colombia. En fin, son cientos, si no miles los emprendedores que al son de un café y su mirada concentrada, están transformando su realidad laboral y de paso la del país.

Hagan el ejercicio de entrar a alguno de estos cafés en cualquier momento entre las 9 am y las 11:59 am, encontrarán al menos a dos emprendedores trabajando mientras se toman un café o un granizado que puede durar fácilmente las 3 horas hasta que el mesero se las pilla. A las 12 en punto si es en el OMA por ejemplo, salen despavoridos porque se viene la hora de almuerzo y no hay $25 mil pesos para invertirle a un menú de lujo que aguanten cada jornada diaria. A las 2:59 pm, luego de haber encontrado un ligero corrientazo, regresan y vuelven a trabajar hasta las 6 pm.

Si, yo he sido uno de ellos y con seguridad si usted está leyendo esto y conoce a algún emprendedor(a), con seguridad ella o el lo han hecho. Me tomé la tarea de preguntar y no suponer por qué van a esos cafés en lugar de quedarse en la casa. Curiosamente a 16 emprendedores con los que compartí la charla me contaron razones similares a las mías:

  • “Porque en la casa no me concentro igual”

  • “Porque si está mi papá o mi mamá, creen que no estoy haciendo nada y me ponen a hacer el mandado o vueltas de ellos”

  • “Porque es el lugar más cercano para recrear un ambiente de oficina, de acción y de seriedad en lo que hago”

  • “Porque aprovecho el wifi”

  • “Porque conozco nueva gente”

Y si, con esta última respuesta me identifico mucho. Luego de dos años de frecuentar los cafés, empecé a desarrollar un oído agudo y chismoso para identificar personas interesantes. También una “parla” enganchadora para romper el hielo e iniciar un diálogo profesional más profundo. Si, en esos cafés me convertí en lo que ahora soy: un estoquiador de personas interesantes con las cuales he logrado generar un buen networking y que me ha funcionado para hacer negocios.

Y Juan Valdez, OMA y Starbucks, ¿qué piensan de ello?

¿Lo habrán notado? ¿les afecta este fenómeno de manera positiva o negativa? Me gustaría saberlo. Lo cierto es que ellos han dispuesto las condiciones para que los emprendedores encuentren en sus locales esas incubadoras: sillas y mesas cómodas, internet gratis e interminable, precios de algunos productos asequibles y la posibilidad de interactuar con otros emprendedores o personas.

Así comenzamos varios y así comenzarán los que vienen. Este fenómeno es el reflejo de la recursividad y las ganas por emprender que hay en Colombia. De paso agradezco a esas oficinas gratuitas que me acompañaron durante dos años y de las cuales han salido y se han fortalecido mis ideas.

Un abrazo y mis agradecimientos a Juan Valdez, OMA y Starbucks.

Julio Andrés Rozo

AISO-Academia de Innovación para la Sostenibilidad

www.academiasostenibilidad.com

Director de AISO- Academia de Innovación para la Sostenibilidad. Experto en temas de emprendimiento sostenible y consumo sostenible. www.academiasostenibilidad.com y @julioandresrozo