Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La falta de voluntad política y la burocracia son los principales factores de demora para reglamentar los nuevos negocios digitales según encuesta de Transformación Digital a empresarios de la ANDI.
Mientras que en Silicon Valley los grandes empresarios están muy ansiosos por probar la nueva tecnología desarrollada por Open AI (GPT-3) en la cual la computadora realiza una conversación como si fuera un ser humano, convirtiéndose en un paso fundamental para pasar el test de Turing. En Alemania y Corea ya están desarrollando nuevos métodos de Machine learning para optimizar la computación cuántica, lo cual les permitirá ser líderes en el mundo. En China ya autorizaron a la compañía Weride para que haga pruebas con sus vehículos autonómos por el país asiático y validar en esta década que el futuro se encuentra en los vehículos sin conductor. Pero en Colombia seguimos discutiendo si los taxistas deberían tener tablets en sus vehículos o sobre si Uber debería ser legal.
Pese a que hemos tenido dos misiones de sabios, la primera en 1994 liderada por García Márquez y la segunda en el año 2019 liderada por Rodolfo Llinas, las cuales tuvieron mucho bombo y platillo anunciado por los gobiernos de turno, sus recomendaciones se parecen a la mayoría de las tesis en las bibliotecas, quedan en el olvido. Es tan curioso que los primeros sabios le propusieron a Colombia llegar a por lo menos el 1 por ciento de inversión del PIB en investigación y desarrollo (I+d) antes del año 2,000. Pero aún después de 26 años ningún gobierno ha querido seguir las recomendaciones y por eso no hemos llegado ni al 0.25 por ciento, lo cual está muy por debajo del 2 por ciento de promedio que tienen los países de la Ocde.
Claro está que los políticos colombianos se han inventado un tecnicisimo: no seguir las recomendaciones de los sabios ni de la Ocde, sino tomar otro indicador llamado Acti (Actividades de ciencia, tecnologia e innovación). Es por eso que en todos los planes de desarrollo y en los Conpes les gusta hablar de ese indicador, pero no referirse al que es el realmente importante: inversión de I+D. Como lo describe la Comisión de Sabios de 2019 “se requiere concentrar los esfuerzos de inversión en el componente de investigación y desarrollo (I+D) porque este es el que refleja mejor la apropiación de conocimiento”.
Fuente: Misión de Sabios 2019
En Colombia contamos con gran talento que está cambiando el mundo, como la doctora Alexandra Olaya-Castro, cuyas investigaciones en física cuántica biomolecular la convierten en una referencia mundial. Por otro lado está el empresario afro colombiano Ricardo Villadiego que vendió su empresa de seguridad informática al gigante Cyxtera Technologies, y es considerado uno de los líderes de la ciberseguridad en el mundo.
Pero el talento por si solo no es suficiente. El talento requiere de un ecosistema que es consolidado por el gobierno, como lo describe Mariana Mazzucato en su libro “El estado emprendedor”. Comenzando por la creación de Silicon Valley que surgió por las inversiones del departamento de defensa a las universidades norteamericanas; entendiendo la visión de Deng Xiaoping por transformar la China rural en potencia global a través de las zonas especiales de desarrollo económico; llegando hasta la identificación de oportunidades como el uso de la tecnología de licuefacción de gas , que ha permitido a Qatar ser el líder mundial y pasar de ser un desierto sin agua, al país con el mayor pib per cápita del mundo y el lugar en donde se llevará a cabo la copa mundo 2022.
Esto lo saben los empresarios colombianos, que en la encuesta 2019 de transformación digital de la ANDI han dicho que los mayores factores en la demora de implementación de políticas públicas que catalicen la innovación, se encuentran la falta de voluntad política y la burocracia reinante.
Esto demuestra que nuestra clase política le encanta vivir en el statu quo, financiado por las empresas que no propenden por la transformación del país, que impiden aprovechar nuestro talento al máximo y que permiten que Colombia siga siendo un país en vía de desarrollo. De nada sirve decir que vamos hacia la cuarta revolución industrial si la clase política no creen ni en los científicos, ni en los empresarios innovadores. Necesitamos un cambio desde hoy, porque sino la tercera misión de sabios será en el 2038 y Colombia seguirá debatiendo si el Metro de Bogotá requiere un sistema de pagos a través de un dispositivo celular (sabiendo que en esa época usaremos gafas inteligentes).
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