Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
En medio de la discusión abierta por la fiscalía sobre la efectividad del sistema de registro de celulares, Fundación Karisma lanza su informe de investigación “Un rastreador en tu bolsillo”, que da cuenta de los riesgos del programa para la privacidad y la libertad de expresión y recomienda que se ajuste a los estándares internacionales en la materia.
El fiscal general Néstor Humberto Martínez dijo que el robo de celulares “es de lejos el delito que, en lo corrido del año, más se ha incrementado en el país”, afirmó que “el bloqueo de los IMEI no está funcionando” y anunció “líneas de investigación muy grandes para identificar la responsabilidad de los operadores de telefonía celular”.
Estas declaraciones se dieron en la rueda de prensa de una operación que realizaron Fiscalía General, Policía Nacional y Comunidad de Policías de América (Ameripol), contra bandas criminales dedicadas a la venta de celulares robados.
El anuncio de investigaciones a los operadores y los millones de bloqueos que continuarán a medida que se profundice la implementación del programa, hacen muy pertinente el informe de investigación “Un rastreador en tu bolsillo”* publicado hoy por la Fundación Karisma (donde trabajo) que resulta de analizar detenidamente el sistema durante más de un año, y de discutirlo con diferentes sectores interesados
Los resultados de esta investigación concuerdan con el fiscal en la poca efectividad del programa estatal, pero esta conclusión no puede justificar el incremento de sus efectos nocivos, al contrario, debe servir para ajustar las expectativas y modificar el programa adecuándolo a estándares internacionales.
Un sistema de control de redes móviles como eje central de control al hurto de celulares
Desde 2011 el Ministerio TIC y la Comisión de Regulación de Comunicaciones (CRC) han liderado esta iniciativa para hacer del robo de celulares una actividad menos lucrativa. La idea del registro es que los operadores de telefonía móvil anoten el IMEI (número único que identifica cada aparato) de los celulares robados en una lista negra y les impidan la comunicación en sus redes a esos celulares reportados.
Este es el estándar que se usa internacionalmente y combinado con acuerdos de cooperación entre las policías del mundo es una herramienta razonable y, en lo que le corresponde, efectiva para luchar contra este flagelo.
Sin embargo, en Colombia el sistema se amplió. Además del registro de los IMEI reportados como robados o perdidos, está la lista positiva. En esta lista, se anotan los IMEI de los celulares comprados legalmente junto con la identificación de su propietario, de la SIM y del número de teléfono.
Pero como esto tampoco lograba controlar totalmente las redes de comunicación se agregó otra capa, la del procedimiento de verificación que usa los metadatos de las comunicaciones para buscar IMEI falsos o duplicados y bloquearlos de las redes.
Nuestra investigación identificó que es problemático el hecho de que el sistema busque un control absoluto de las redes celulares y la ausencia de análisis sobre el impacto en los derechos humanos que significa esta medida..
Por mi experiencia siguiendo políticas públicas que incluyen tecnología para enfrentar problemas sociales, el diseño de estos sistemas –que usan intensivamente datos de las personas– se asumen como infalibles para lograr los fines que persiguen y se consideran neutras frente al ejercicio de derechos humanos.
Las presunciones de infalibilidad y neutralidad de la tecnología, son lo que personalmente más me preocupa de los sistemas que estamos creando en Colombia desde el sector público. Me obliga a recordar lo que es una obviedad: no porque algo sea tecnológicamente posible es necesariamente legal, ético o alineado con derechos humanos.
Comparemos con lo que fue “la ley zanahoria”
La juventud de muchos bogotanos está marcada por la “Ley Zanahoria” o decisión de la alcaldía de Mockus en los 90 de cerrar los bares y restaurantes de Bogotá a la 1 am. A esa hora todos debíamos irnos para la casa.
El objetivo era combatir crímenes, homicidios, abuso de droga y alcohol que estaban disparados en las noches capitalinas convirtiendo a la ciudad en una de las más violentas del mundo.
Si la decisión era acabar con estos comportamientos, como por ejemplo llevar a cero las cifras de muertes por accidentes provocados por personas borrachas, Mockus hubiera podido decidir enviar a todos para su casa de 6pm a 6am. Un toque de queda de este tipo recuperaba el control de las calles bogotanas para la autoridad y habría sido terriblemente exitoso en términos de efectividad al bajar el número de muertes a 0.
Sin embargo, aunque la situación era grave, nunca se puso sobre la mesa el control total de las calles de la ciudad por las autoridades (para muchos ya era una exageración la 1 am) y en todo caso el alcance de la medida fue ampliamente discutido porque era evidente que al restringir la circulación de las personas se atentaba contra nuestras libertades, la de locomoción, por ejemplo, pero también la económica, y eran muchos los afectados.
La medida se tomó y duró 20 años, aunque se fue ajustando para aliviarla durante ese tiempo y a medida que bajaron los índices de criminalidad. A esta medida se le reconocen efectos positivos, sobre todo en el cambio de hábitos de los capitalinos quienes ahora ya han introducido en su lenguaje corriente expresiones como “conductor elegido”. Pero, nunca tuvo la pretensión de un control absoluto de las calles.
De otro lado, aunque el impacto sobre nuestros derechos sea equivalente, cuando se toman medidas de control de circulación de las comunicaciones en el entorno digital la discusión es inexistente. Es posible que eso sea así porque la afectación a los derechos humanos es menos evidente, sucede sin que los afectados nos demos cuenta, o acaso ¿cuántos de ustedes sabían cómo funciona el registro?
Algunos problemas del sistema para combatir el hurto de celulares
Las autoridades deben analizar los sistemas que usan intensivamente datos, como este de registro de celulares desde la óptica de su afectación a los derechos humanos. Además, tanto las personas como los sectores económicos vinculados a esta actividad deberíamos protestar por los alcances del programa.
El sistema colombiano no se contenta con establecer y bloquear los celulares que se reportan como robados, sino que cambia la relación. Para el sistema todos los celulares son robados a menos que se pruebe lo contrario y así en todas las etapas del proceso son las personas las que deben probar que tienen derecho a usar las redes.

Con el ánimo de provocar el debate, digamos que esta decisión de diseño del sistema equivale a que si en lugar de ley zanahoria hubiera sido toque de queda, la relajación se hubiera dado con un registro de bogotanos que tuvieran permiso para circular en las noches. El control habría consistido en paz y salvos de circulación.
En nuestro sistema de registro de celulares para combatir el hurto. Todo celular que funcione en las redes debe estar vinculado a una persona y, todas nuestras comunicaciones están sometidas al monitoreo de los operadores para establecer permanentemente dónde estamos, pues deben cazar a los no autorizados.
Si esto sucediera en el mundo analógico las reacciones de rechazo habrían sido masivas, pero como no lo vemos ni lo sentimos, el programa se ha diseñado e implementado por 6 años sin que las personas reaccionemos. Solo quienes reciben mensajes o son bloqueados sienten lo que sucede, y gota a gota sufren los efectos.
Para todos: el sistema evita comunicaciones anónimas, impone a los usuarios la carga de probar que tienen legitimidad para usar las redes, y, encima, sirve para vigilarnos al convertir nuestro celular en un rastreador.
De otra parte, el celular robado no solo puede ser vendido como celular, también puede ser convertido en repuestos. Es sencillo modificar el IMEI para que funcione con un IMEI duplicado y aunque esto es un delito, parece ser una “solución” en aumento (como los “clubes sociales” que proliferaron con el tiempo en Bogotá).
En todo caso, el celular bloqueado sigue siendo cámara de fotos y, conectado a una red wifi, hasta permite llamadas. Pero, además, ¡ni siquiera les he contado del problema que ha creado para muchos el tema de la homologación! Conclusión: controlar completamente las redes móviles es tan solo una aspiración.
Y, ¿entonces?
Lo más importante en este momento es entender que el sistema como existe es exagerado y por tanto las denuncias del Fiscal no pueden resultar en una intensificación del registro y del uso de datos de las comunicaciones para controlar el uso de las redes. Por el contrario, debe provocar una evaluación que permita decidir sobre el impacto real real y, desmontar las partes más problemáticas.
La forma como el sistema puede vulnerar derechos fundamentales, a través de la lista positiva y el procedimiento de verificación, no se justifica frente a su capacidad limitada para prevenir el robo. El registro de celulares tiene su límite y no vale la pena afectar nuestros derechos en nombre de un objetivo que no puede alcanzar.
El informe de investigación recomienda que Colombia ajuste la política, limitándola a lo que ha mostrado algún nivel de efectividad. Basta con que cada operador reciba el reporte voluntario de los celulares robados y lo comparta con los demás operadores, al tiempo que reciben y comparten esta lista negativa con otras redes de operadores internacionales, como la GSMA.
En esta lista negativa no habría más información que cada IMEI reportado. Estos ajustes mantendrían los efectos positivos en la lucha contra el hurto, resultaría en una política menos costosa, evitaría la vulneración de nuestros derechos fundamentales, sería ajustado a nuestro marco legal y, en líneas generales, es el mismo que funciona en otros países y el que funcionaba antes de 2011 en Colombia.
*El informe de investigación Un rastreador en tu bolsillo dio pie a una una serie de piezas de comunicación que muestran la estructura del problema. En el sitio web karisma.org.co/nomascelusvigilados está la serie completa, que incluye un video explicativo hecho en conjunto con Magic Markers, un par de diagramas de las bases de datos y un cómic para acercarse al tema. Allí mismo puede leerse la investigación que mencioné y su resumen ejecutivo. Además, la web tiene una línea de tiempo que da cuenta de la trayectoria de este proyecto y la posibilidad de descargar todos los materiales para ser reutilizados.