Durante el último fin de semana Colombia experimentó por primera vez el llamado a las urnas para que los jóvenes pudieran elegir los Consejos de Juventud y fortalecer el Sistema Nacional de Juventudes. La expectativa estaba fijada en la cantidad de votos que se iban a lograr y en evidenciar si el estallido social de estos años se traduciría en una juventud volcada a las urnas.

Esto no pasó. El nivel de abstención electoral llegó, por primera vez, a un aproximado de 90 % del censo electoral habilitado que, en esta ocasión, comprendía a jóvenes de 14 a 28 años. Así mismo, el porcentaje de votos anulados superó por mucho al promedio en otras elecciones.

Hay varios factores a resaltar de esta situación: la poca credibilidad de esta población juvenil en las instituciones en general, incluyendo las elecciones; la pedagogía insuficiente sobre el proceso; el papel de la Registraduría Nacional con relación al diseño confuso de los tarjetones; cambios en las reglas de juego de última hora y, lo positivo: después de ocho años se lograron llevar a cabo estas elecciones y por primera vez organizaciones de base y movimientos sociales van a tener representación producto de votación popular.

En síntesis, hubo 1.279.961 personas que salieron a votar de 12.282.273 que estaban habilitadas. Sin embargo, solo 927.583 (72,46 %) fueron votos válidos. 

Antioquia y Bogotá encabezaron la lista de territorios con mayor abstención: solo el 6,18 % y el 6,24 % ejercieron su derecho al voto en estos lugares. Por otro lado, hay que poner mucha atención a los procesos juveniles en los departamentos con mayor afluencia: Sucre (21,28 % votantes), Boyacá (18,07 %) y Chocó (16,83 %). 

¿Qué llevaría a que en estas regiones las votaciones fueran casi tres veces más altas que en las grandes ciudades? Es un fenómeno para observar y analizar. Seguro algo se puede aprender de ahí.

Lo cierto es que estos resultados deben ser tomados en cuenta como una muestra importante de desconfianza institucional desde la juventud, pero también hay que ser cautelosos al tomarlos como línea base pues es la primera vez en la historia que se celebraban estas elecciones y, además, la primera vez que personas de 14 a 18 años, sin cédula, podían salir a votar.

Es pertinente pensar en una mayor pedagogía de las instituciones educativas, en especial en los colegios, respecto al Sistema Nacional de Juventudes. 

De esta manera, la próxima vez que la juventud se enfrente a la elección de los Consejos de Juventud podrá entender cuáles son los espacios de incidencia reales que tendrán los consejeros, conocer mejor este mecanismo de participación y, ojalá, participar con mayores números en la elección de sus representantes. Los partidos políticos por su lado tendrán que acelerar la renovación en sus filas y articularse de mejor manera a los movimientos sociales, de lo contrario perderán cada vez más espacio, en especial en este tipo de elecciones.

Si bien en su momento la reforma electoral, el sistema de umbrales y el respaldo financiero mediante pólizas buscaban reducir un sin fin de movimientos que brindaban avales, creo que los resultados de estas elecciones nos podrían estar poniendo de manifiesto que pueden existir otras formas de organización con las que los jóvenes se sienten más representados. Con esta estructura electoral los procesos y prácticas organizativas obtuvieron 43,59 % de los votos y seguro llegarán a la próxima contienda electoral de los Consejos de Juventud más fuertes.

Es posible que como actores de la sociedad civil podamos hacer más. La juventud es activa en las calles; ayudemos a que esto se traduzca en las votaciones; articulemos redes más fuertes que no dependan de la precaria pedagogía institucional; impulsemos la posibilidad de financiar públicamente estas campañas. ¿Si el Estado no brinda recursos para ello cómo esperamos que participen?

El llamado a la Registraduría Nacional y a su rotundo fracaso con los tarjetones de esta jornada es a hacer un mínimo esfuerzo para testear de una manera óptima el instrumento con el que los jóvenes ejercerán su derecho. Quizá de esta manera el 23,3 % de los votos no serán anulados como en esta ocasión.

Las elecciones parlamentarias y presidenciales que vienen serán claves para atender las demandas por las que la juventud se movilizó. Recordemos que Iván Duque fue elegido con 10.398.689 votos, casi dos millones de votos menos que los que podría poner la juventud. Juntos tenemos el poder de dar un paso firme en la construcción de un país más democrático que le apueste al consenso y con equidad real. Vamos a las urnas, la solución a la crisis institucional que estamos viviendo es la renovación y el voto es la herramienta más importante que tenemos para lograrlo.

La juventud tiene el poder de poner el próximo presidente, pero solo si sale a votar. 

Es la fundadora y directora ejecutiva de Movilizatorio. Estudió economía en la Universidad de los Andes, una maestría en relaciones internacionales de la Universidad de Barcelona y una maestría en administración pública en la Universidad de Harvard. Sus áreas de interés son la innovación social,...