Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La practicidad, alta oferta y bajo precio de los empaques desechables, tanto de plástico como de icopor, le ganan diariamente y con altísima ventaja al sentido común si de hambre se trata. ¿Recordamos a esa hora todo lo que está en juego a costa de nuestro insaciable apetito?

El primer porta comidas del que tengo memoria tenía tres compartimentos verticales, era redondo y de plástico, del mismo modelo que lucían los maestros de obra que salían a almorzar en antejardines, andenes y parques aledaños a sus zonas de trabajo. Años después, mientras se empieza a reglamentar el uso de las bolsas plásticas y a volver hábito o moda hacer la compra con la misma canasta, caja o bolsa, seguimos recibiendo sin otra opción dentro de una bolsa plástica, en contenedores desechables de plástico e icopor el irrespetado alimento. Basta observar el paisaje urbano al medio día para quedar con las imágenes de un hambre sin inteligencia, y el éxito de la oferta desechable de quien sin admirar la perfección de un bocadillo veleño la aprovecha.