En el terreno para construir la casa imaginamos junto a la cocina una despensa a cielo abierto y en los días del fin del mundo alistamos la nueva era. Empezamos a sembrarla con la ayuda de un vecino experto, al tiempo que germinaban en nuestra cocina restos de remolacha, apio, cebolla o ajo, e intercambiábamos fotos de su lento crecer con los amigos a través de las redes. Experimentamos la dicha al ver asomarse entre la tierra el anaranjado de una zanahoria. Al recibir en nuestro mercado de verduras como ñapa, flores de calabacín con la respectiva receta, para bañarlas en miel al desayuno, nos encontramos en el gesto de un campesino con su cosecha echada a perder por una helada e hicimos de nuestras uñas llenas de tierra tendencia de temporada.

Huerto Rita de Fundación Promedio.

Sobrevivimos con y sin vacunas mientras sincronizamos el reloj y nuestros cuerpos a nuevos tiempos en los que nos reconocemos actores de una de tantas siembras, en los que intercambiamos el conocimiento de lo que nos ha funcionado y partimos del error hacia otro experimento, en los que comprendemos que la crisis energética no da espera a otros métodos de generación de energía y de limpieza, en los que a falta de gas o fertilizantes por una lejana guerra, son nuestros desechos más cercanos un insumo que limpia y fertiliza el pedazo que habitamos de la Tierra.


Habrá quienes sigan tildando a otros de ingenuos, pero una mañana de amigas conocí al occidente de Bogotá una terraza de concreto en la que, reutilizando toda clase de envases, cultiva Isabel Guevara el fruver de su familia.

Otro día, a Maria Elena Villamil, que fertilizó con desechos de los restaurantes y vecinos de La Perseverancia, el suelo de su santa huerta. Cada vez más seguido me entero de noticias sobre de los procesos de renovación de diferentes zonas públicas, parques y reservas gracias a la implementación del conocimiento compartido de Guillermo Silva a través de sus pacas digestoras, mientras a nuestro cuidado crecen afinadas desde chiquitas, cual semillas de chonta (como observa nuestro amigo de la Escuela Herbolaria, Jorge Gutiérrez), nuevas generaciones soberanas, regeneradas y regeneradoras. Juntos damos forma a nuestra era, sin escarbarle, excavarle o fumigarle la tierra. La elevamos, le ofrecemos, la contenemos, la removemos, la rodeamos y regamos en un recipiente viejo, un balcón, una terraza, antejardín, patio de casa o extenso campo, y la alimentamos con el picadito de los sobrantes orgánicos que como cáscaras, hojas, tallos, pepas, dejamos de usar al preparar nuestros deliciosos platos. 


Septiembre 24 de Redes y Relatos Circulares *
*”Redes y Relatos Circulares, pedagogía y prácticas sostenibles de agricultura urbana de Bogotá” es uno de los proyectos ganadores de la Beca Bogotá consciente y cuidadosa del entorno, de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, formulado por el colectivo redes_agricultoresurbanos + sistemarte en 5 huertas de Bogotá.

El cierre se llevó a cabo este sábado 24 de septiembre en la sede de Fundación Promedio, para hablar del aprovechamiento de recursos y aprender a usar una paca digestora como método para limpiar nuestros terrenos.

Dirección: Daniel Cantoni

Tallerista: Sara Gómez 

Registro: David Cantoni

Anfitriones: Catalina López y Samuel Córdoba

Invitada especial: Maria Elena Villamil

Participantes: Sandra Lizárraga, Marie Paule Génard, Maryam Tertel, Alice Trouve, Carolina del Hierro, Mauricio Gómez, Sandra Sacristán, Sigurd Kihl, Elise Christensen, Mariela Betancourt y Sara Sabogal. 

La Calera, Cundinamarca, Colombia, Septiembre 24 de 2022.

Es la directora de la Fundación Promedio. Estudió diseño industrial en la Pontificia Universidad Javerina y un posgrado en arquitectura y artes efímeras en la Universidad Politécnica de Cataluña.