En el post de Instagram, él la abraza por la cintura mientras en la otra mano sostiene una botella. Ella sonríe viendo a la cámara. La ubicación, una isla paradisíaca. Se toman varias fotografías, una en un yate, en otra comparten comida gourmet y aprecian el atardecer. En casi todas salen abrazados. A las fotografías las acompaña la frase “día de yate”. Los seguidores comentan entusiasmados con emojis positivos y cosas como: “ustedes son fabulosos”, “qué tiernos lucen juntos”, “me encantan”. 

Este es un post típico de una pareja de celebridades o influenciadores. Y realmente lo son, con una pequeña diferencia: pareciera que todas las fotografías tienen un filtro que los hace ver como dibujos animados. Un filtro de caricatura. En realidad, son @naitverse y @br.inks, dos influenciadores virtuales.

Se comportan como humanos, en algunos difícilmente se nota la diferencia; otros parecen muñecos animados, personajes de caricatura o robots. No son “reales”, generalmente son creados por agencias digitales o programadores, utilizando inteligencia artificial (AI). Son conocidos como influenciadores digitales, virtuales o AI influencers y, aunque parezca que tienen vida propia, no la tienen, al menos no como lo que la mayoría de nosotros conoce como vida.

Flora (@melodijoflora) colabora con reconocidas marcas colombianas. La primera influencer digital colombiana viaja por el país dando abrazos virtuales y, por supuesto, recomendando marcas y teniendo interacción con sus seguidores. Aunque recordemos, por la relación parasocial son los seguidores los que pensarán que Flora está pendiente de ellos.

Lil Miquela, o Miquela Sousa, fue una de las primeras celebridades digitales creada en 2016. A la fecha tiene más de 2,9 millones seguidores en Instagram, que se emocionan y celebran sus logros. Además de tener un canal en Spotify porque también es cantante de música pop. También sigue teniendo 19 años, como cuando fue creada. En 2018, fue nominada por la revista Time entre las 25 personas más influyentes de Internet.

Los influencers digitales también colaboran con otras celebridades, promueven causas como #BlackLivesMatter, son supermodelos digitales como @shudu.gram, fundadores y directores de agencias como @desmondcollins.ok. Marcas reconocidas como Samsung, Calvin Klein y Prada, han contratado los servicios de este tipo de famosos.

Las investigaciones empiezan a explorar las comparaciones entre humanos y avatars. Las personas tendemos a identificarnos con modelos de cómo nos gustaría vernos o desearíamos ser, por ejemplo, un influenciador, y para uno digital, los límites están en el código de programación.

Como había comentado en la columna anterior, en la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario estamos monitoreando ambos tipos. Tenemos interés en conocer la reacción de las personas cuando comparan en una misma situación a un influenciador humano con uno virtual ¿En quién confiaríamos más? ¿A quién le creeríamos más? ¿O cuál de los dos creeríamos que es más experto?

Así que no es tan extraño seguir a un muñeco sin importar que parezca humano o no. Tampoco es extraño seguir a un petfluencer – mascotas que son influenciadores, por ejemplo, el gato Willow. Es más, es probable que ahora ellos nos sigan a nosotros y compremos en sus tiendas virtuales. 

Es vicedecano de la escuela de administración de la Universidad del Rosario y profesor de mercadeo. Se doctoró en dirección empresarial en la Universidad del País Vasco. Sus áreas de interés son marketing, cocreación de valor y comportamiento del consumidor.