En un mundo cada vez más interconectado y digitalizado, la libertad enfrenta una amenaza que se esconde detrás de la promesa de la eficiencia y la comodidad: la creciente omnipresencia de la inteligencia artificial y la recopilación masiva de datos. 

Si bien estas tecnologías tienen el potencial de transformar nuestras vidas para mejor, también plantean preocupaciones fundamentales sobre la privacidad y la autonomía individual.

La inteligencia artificial y el “Big Data” tienen la capacidad de recopilar y analizar cantidades masivas de información sobre nosotros, desde nuestros hábitos de compra hasta nuestras preferencias políticas y creencias personales.

A través de algoritmos sofisticados, estas tecnologías pueden predecir nuestras acciones futuras con una precisión sorprendente.

Esto, por supuesto, se ha convertido en una herramienta invaluable para las empresas y los gobiernos, que pueden utilizar esta información para dirigir sus estrategias de marketing o tomar decisiones políticas.

Sin embargo, esta capacidad de predicción también plantea serias preguntas sobre la libertad individual. ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a permitir que las máquinas tomen decisiones por nosotros? ¿En qué medida estamos dispuestos a ceder nuestra autonomía a algoritmos diseñados para maximizar el compromiso o el consumo?

La libertad no solo se trata de la ausencia de restricciones externas, sino también de la capacidad de tomar decisiones informadas y autónomas sobre nuestras propias vidas.

El riesgo de una erosión de la libertad se hace más evidente cuando consideramos como se utilizan los datos recopilados. 

La segmentación de la audiencia y la personalización de contenidos, si bien pueden aumentar la eficiencia publicitaria, también pueden crear burbujas de información que refuerzan nuestras creencias existentes y nos alejan de perspectivas divergentes.

Esto socava la diversidad de pensamiento y debilita nuestra capacidad de tomar decisiones informadas basadas en una amplia gama de puntos de vista.

Además, la recopilación masiva de datos plantea preocupaciones graves sobre la privacidad.

A medida que más aspectos de nuestras vidas se digitalizan, desde nuestras conversaciones hasta nuestros registros médicos, existe el riesgo de que nuestra información más íntima y personal quede expuesta a un uso indebido o a intrusiones no autorizadas.

Entonces, ¿cómo podemos proteger nuestra libertad en este mundo digital?

Primero, debemos exigir transparencia y regulación en la recopilación y el uso de datos. Las leyes de privacidad y protección de datos son fundamentales para garantizar que nuestra información no se utilice de manera indebida.

Además, debemos educarnos sobre cómo funcionan las tecnologías de inteligencia artificial y “Big Data” para poder tomar decisiones informadas sobre su uso en nuestras vidas.

También es esencial fomentar una cultura de pensamiento crítico y diversidad de perspectivas. No podemos permitir que las máquinas nos encierren en burbujas ideológicas. Debemos seguir buscando activamente información y opiniones que desafíen nuestras creencias preexistentes, algo muy difícil en un mundo globalizado donde cada vez todo es más digitalizado.

Es evidente: existe una amenaza a la libertad en la era de la inteligencia artificial. Sin embargo, no es insuperable.

Con una combinación de regulación, educación y pensamiento crítico podemos aprovechar el potencial de estas tecnologías sin sacrificar nuestra autonomía y nuestra capacidad de tomar decisiones informadas.

La libertad no debe ser un mero subproducto de la conveniencia tecnológica, debe ser un valor fundamental que defendemos en la era digital.

Es analista económico en Corficolombiana. Estudió economía y una maestría en economía en la Universidad de los Andes.