Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La dificultad que afronta Cali como Distrito Especial, Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servicios es la baja calidad educativa e institucionalidad en la articulación con los distintos sectores. En pocas palabras no hay modelo educativo
La ley 1933 de 01 de agosto de 2018 convirtió a Cali en un Distrito Especial, Deportivo, Cultural, Turístico, Empresarial y de Servicios, ahora se tiene el gran reto y el compromiso ineludible de organizarlo y consolidarlo como tal.
En esta tarea hay responsabilidades compartidas del alcalde, de los concejales, de los sindicatos, de las agremiaciones, de los sectores empresariales y de los ciudadanos. Es decir, hay que socializar los alcances de la conversión en Distrito Especial, escuchar las comunidades, aclarar dudas o temores y recibir propuestas en relación a cuales son las mejores formas de disponer el nuevo ordenamiento territorial por localidades teniendo en cuenta las relaciones culturales, históricas, geográficas, económicas, políticas, de amoblamiento urbano, poblacional y de servicios públicos entre otros más que se requieren y son funcionales para avanzar administrativamente como nuevo Distrito.
Como profesor veo la necesidad sentida de analizar algunas situaciones en el sistema educativo.
Primero, es importante convocar a las organizaciones gremiales, asociaciones de maestros de colegios públicos y privados, universidades, institutos, padres, estudiantes y ciudadanos interesados en pensar y proponer un redimensionamiento del sistema educativo aprovechando la oportunidad del énfasis que tiene Cali como Distrito Especial.
Para el caso de las instituciones oficiales es posible que por número de estudiantes, ubicación actual, número de maestros, cantidad de sedes y oferta educativa se revise la pertinencia institucional y esta amerite suprimir, fusionar o crear nuevas instituciones que se requieren reubicar o trasladar en sectores con déficit de instituciones.
Recordemos que el proceso de unidad educativa de 2003 que fusionó escuelas y colegios generó problemas de identidad e institucionalidad que aún no se han superado, incluso la distribución de sedes escolares evidenció fallas en los criterios definidos y por ello hoy tenemos instituciones con sedes distantes y ofertas escolares que repiten en el mismo barrio.
Pensar las localidades educativamente es una oportunidad valiosa para alinear las vocaciones de las instituciones con las orientaciones del Distrito. Los colegios grandes como Santa Librada, INEM o Antonio José Camacho llamados colegios de ciudad, requieren con urgencia modernizar sus ofertas y actualizar sus componentes educativos.
Se necesita modificar la forma de control en inspección y vigilancia para hacer acompañamiento y seguimiento educativo en terreno, abordar la calidad con una mirada más social, menos técnica en términos de resultados, pero más humana en la formación.
Cabe preguntarnos, si las cuatro subsecretarias de educación, Calidad, Cobertura, Planeación Sectorial y Administración de Recursos tienen programas acordes a los retos y si estas mismas estructuras deben seguir funcionando en las localidades. También ¿Qué mecanismo técnico-operativo se requiere para armonizar los desarrollos de las localidades con las prospectivas del Distrito?
Para esto, es necesario consolidar un modelo integral de gestión educativa que constituya a Cali como un Distrito educador, que articule un plan educativo maestro en infraestructura, en calidad, en infancia, en formación pedagógica, en atención y cobertura para los niños, niñas y jóvenes para que así el derecho educativo no se confunda con un cupo escolar, sino que se reconozca por la integración de todos sus componente en gratuidad, alimentación escolar, seguridad, conectividad, transporte y calidad de la enseñanza en el cual las instituciones formulen planes de desarrollo educativo con pilares asociados al Distrito.