Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La palabra de moda en medio de la pandemia es reinventarnos y de tanto reinventar, reinventamos la Misión de Sabios.
El 15 de mayo pasado conmemoramos el primer día del maestro en cuarentena, digo el primero, porque no sabemos cuándo vamos a superar el confinamiento, seguramente mientras que no haya vacuna deberemos acostumbrarnos a celebrar todo al modo Orwelliano, es decir, detrás de una pantalla. Ese día, la alcaldesa de Bogotá Claudia López aprovechó para lanzar la misión de educadores y sabiduría ciudadana, una propuesta de campaña que lidera la secretaria de educación Edna Bonilla.
La misión intentará generar la carta de navegación educativa para la ciudad en los próximos años, integrada por un grupo de docentes seleccionados entre 1200 participantes y un panel de expertos que contará con la dirección de Rodolfo Llinas, el selecto grupo es una amalgama de posturas políticas que podrían definir la misión como indeterminada, alejando cada vez más a la alcaldesa de lo que se considera un gobierno alternativo o progresista.
Ese día Claudia López aseguró que debíamos “superar un desarrollo sin ética, un desarrollo sin empatía humana, un desarrollo para la vida material, más que para el cultivo de nuestro potencial y pleno desarrollo humano”, palabras al viento, cuando algunos expertos se mantienen incólumes con su lógica de fundamentalistas del mercado. Cómo conciliar la visión de un humanista como Abel Rodríguez o Ángel Pérez con tecnócratas como Isabel Segovia o Cecilia María Vélez, estos integrantes sustentan que la misión, como el gobierno de la alcaldesa, son una paradoja digna de Alicia en el país de las maravillas. Si bien, no es posible descalificar a ningún integrante por falta de conocimiento en el tema educativo (sólo un majadero sería capaz de tanto), sí quisiera terminar de entender el mensaje que quiere transmitir la administración con los integrantes de la misión.
Ya la Universidad Pedagógica Nacional remitió comunicación oficial a la alcaldesa y la secretaria de educación por no tenerlos en cuenta en la convocatoria, lo mismo realizarán los sindicatos de educadores y por supuesto una cantidad de organizaciones sociales que trabajan por la educación de la ciudad que se sienten excluidos. La respuesta seguramente será, que este grupo inicial es un dinamizador que buscará recoger las voces de más de un millón de ciudadanos. A mi juicio, es un desplante de enormes proporciones no invitar a la única universidad dedicada exclusivamente al campo educativo o al sindicato mayoritario de docentes.
Ahora bien, definitivamente este es un gobierno ambicioso a futuro, porque para el presente deja muchas dudas; el borrador del articulado en temas educativos en el Plan de desarrollo no refleja un avance significativo, la financiación de la educación es apenas suficiente para cubrir los gastos, no hay un plan robusto de construcciones escolares, no queda claro cómo va a ser en lo concreto la tarifa diferencial para los estudiantes, no se contempla la construcción de una sede de ciencias de la salud de la Universidad Distrital, no se va a dotar con tabletas digitales y conexión gratuita de internet a los estudiantes de los colegios públicos, ¿Cómo cerrar entonces las brechas sin presupuesto?
En esa perspectiva, la misión podrá ponerse de acuerdo, eso sí, con las dificultades del caso mencionadas con anterioridad, publicarán bellos documentos, cifras razonables, metas coherentes, en resumen, un cúmulo de buenas intenciones como las misiones que le precedieron, documentos sin garras, ni dientes para hacerse realidad; esencialmente porque el plan de desarrollo ya estará aprobado y nadie puede obligar a las futuras administraciones a cumplir con lo allí consignado, será entonces un problema de voluntad política.
Para cerrar, si la educación está en crisis, y hacemos una misión para superar la crisis ¿por qué invitar a quienes la provocan? Tal vez es la lógica de copiar a los banqueros que contratan hackers para que se conviertan en asesores de seguridad cibernética, hasta buena idea es, debo admitirlo. En lo concreto, no tenemos financiación para acceder a unas condiciones decentes en el sector, innovar sin plata va a ser muy verraco, le tocará a la alcaldesa una donatón para conseguir los recursos necesarios para brindar condiciones dignas a las comunidades educativas más vulnerables de la ciudad, o tal vez, gravar con impuestos a los más ricos, que no solo en tiempos de pandemia, les encanta privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.