La consulta que no se dio en Antioquia; la que tuvo éxito en Risaralda; y la que está en veremos en Quindío.

En este artículo se discute el mito del amor romántico entre los y las jóvenes y se plantea la educación, con TICS, como una estrategia para deshacer este mito. Por ello, se recomienda el Centro Virtual de Aprendizaje sobre violencias de género de la Red Nacional de Mujeres (Centro de Aprendizaje Libres de Violencia https://ellascentrodeaprendizaje.com/)

Centro de Aprendizaje Libres de Violencia (https://ellascentrodeaprendizaje.com/

Hay imaginarios que perduran en el tiempo pese a todos los cambios que podrían desarmarlos. Un excelente ejemplo de esta afirmación es el imaginario del amor romántico, un mito que ha perdurado desde los tiempos del Rey Arturo hasta nuestros días. Puede ser que las imágenes mentales que se hacen las personas hoy no sean las mismas que en la baja Edad Media: ya nadie, o casi nadie, excepto tal vez por los fans de Juego de Tronos que juegan juegos de roles, se imagina a sí mismo con armadura y espada y cabalgando en un brioso caballo blanco, pero sigue primando la imagen de la princesita minimizada e indefensa a la cual este caballero salva, así sea para maltratarla él mismo. Y todo en nombre del amor.

Hoy en día muchos de nuestros jóvenes, hombres y mujeres, siguen imaginado el amor de pareja como una epopeya que, no en pocas ocasiones, digo yo, termina en tragedia griega. Muchas chicas actuales siguen creyendo que hay un amor que todo lo tolera, desde el control diario hasta la humillación constante y los insultos y golpes, y por el que vale la pena sufrir en extremo, pues curiosamente, se cree, a pie juntillas, que este amor redime y le da sentido a la existencia humana: besos apasionados, flores, control, bailes de casi vals, patadas y regaños hacen parte de los ingredientes de ese amor idealizado en el que el hombre tiene unas libertades que la mujer nunca alcanzará y en el que es él quien lleva todas las de ganar y quien, control en mano, puede disponer casi totalmente de la vida de su pareja enamorada.

Claro que como decía Bob Dylan, los tiempos están cambiando. Nadie negaría hoy, excepto un ciego mental, que las feministas hemos ganado mucho terreno no solo para las militantes e ideólogas del movimiento sino para las mujeres en general. No es una situación perfecta, y no reclamo que lo sea, pero sí ha habido avances, y sustantivos, que nos dicen que hacer revoluciones sin armas de fuego sí es posible y sí arroja resultados…

Sin embargo, pese a los logros del feminismo, no menores, siguen persistiendo las violencias de género contra las mujeres. Son diarias y horrorosas, y no se dan solo cuando hay sangre sino en ámbitos cotidianos, en los que manipular a la mujer con el dinero, burlarse de ella, menospreciarla, darle un empujoncito, ¿por qué no? y un eterno etcétera son el pan nuestro de cada día no solo entre adultos y adultas, si no, y demasiado frecuentemente, entre los y las jóvenes que han naturalizado estas violencias y las juran parte del gran paquete del amor.

La pregunta que todos nos hacemos es si es que ha crecido la violencia de género o es que ahora nos hemos hechos más conscientes y, por lo tanto, esta violencia se ha hecho más visible. Yo me inclino por lo segundo, pero no tengo espacio para dar esta discusión  aquí y no resulta del todo relevante. La cuestión es que hay demasiada violencia de género entre una buena cantidad de jóvenes (no doy cifras para no aburrir) y esta violencia se manifiesta e intensifica en muchas situaciones de todos los días y por medios antiguos y nuevos, por ejemplo, los medios digitales con los cuales los jóvenes violentos controlan a las jóvenes subyugadas exigiéndoles, por ejemplo, fotos del lugar donde se encuentran, pidiéndoles las claves de sus páginas o perfiles de Facebook e Instagram… Menciona lo que sea y el control, una forma cruda de violencia, totalmente apegada al imaginario del amor romántico, sigue estando ahí, presente, presente, presente.

¿Qué hacer, nos preguntamos, para cambiar esta situación? Y la respuesta es, desde mi punto de vista, sí, señores y señoras, LA EDUCACIÓN. Esa que ayuda a expandir nuestra consciencia, a que nos demos cuenta de cosas que antes nos pasaban desapercibidas, a romper hábitos esclavizantes, a pasar al otro lado del río de la confusión… Pero, ¿cómo llegarles a los y las jóvenes con esa educación? ¿Cómo hacer que dejen de ver cosas superficiales en la red, se pongan las pilas, abran sus ojos y miren su vida y cómo quieren vivirla de verdad, verdad? No es tarea fácil, pero creo que hay que meterse por los mismos caminos que ellos recorren y usar los mismos medios que ellos usan. ¿Cuáles? Los Youtubers, las canciones, los videos, las historias… Y ponerlos a reflexionar para que después actúen con base en lo que aprenden (¡así sea!).

Y eso, llegarles a los y las jóvenes en su propio lenguaje, cuestionando entre otros muchos tóxicos (para usar la expresión de moda) el imaginario del amor romántico, es lo que ha querido hacer la Red Nacional de Mujeres con la implementación del Centro de Aprendizaje Libres de Violencia (https://ellascentrodeaprendizaje.com/), un portal web en el que se pueden encontrar cientos de materiales en diferentes formatos (videos, canciones, podcasts, episodios de YouTubers, entre otros) curados y escogidos por la Red para trabajar la violencia de género, identificando las perversas formas que toma, y cómo liberarse de este flagelo tan opresivo tanto para la víctima como para el perpetrador. En Libres de Violencias todos los materiales traen su reseña y unas preguntas dinamizadoras que los profes o educadores pueden trabajar con sus alumnos/as y aprendices para generar debate.

Desde luego que las TICS pueden ser de doble filo: pueden volver zombis a las personas  (lo vemos a diario) pero también pueden ser un dispositivo de liberación y despertar. Y en el caso del Centro de Aprendizaje Libres de Violencia de la Red Nacional de Mujeres, la apuesta es por esto último. La suya es una apuesta para que llegue el día en que el imaginario del amor romántico con sus piel de oveja y su corazón de lobo se derrita como se derrite el hielo cuando se le expone a un buen calor, el calor que da una educación cuyo objetivo sea la liberación y no la repetición de patrones que ya no tienen ningún sentido.                    

Estudié filosofía, educación y literatura inglesa, pero mi trabajo ha sido más como comunicadora y, específicamente, en el campo de la comunicación educativa y el eduentretenimiento. Como disciplinas que contribuyen a la transformación cultural, me he dedicado a producir contenidos en muchos campos:...