Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Las cifras del censo DANE 2018, indican que somos menos colombianos y que por lo tanto muchos de los programas del gobierno nacional estan sobre ofertados. En educación tendriamos una sobre-cobertura del 125 por ciento, cifra totalmente falsa.
Si las cifras del Censo 2018 son ciertas, en cobertura educativa estamos sobre ofertados especialmente en las ciudades capitales.
Hace más de una década venimos sin rumbo claro en materia educativa porque no se logra establecer políticas públicas claras, precisas y de largo aliento. Ciertamente los datos del censo arrojados esta semana por el DANE, son de dudosa credibilidad porque se advierten grandes falencias en su aplicación y construcción técnica que dejan serias dudas de la veracidad de este instrumento para definir acciones públicas y de carácter político que permita responder a las demandas en derechos humanos y sociales.
De igual modo, para poder establecer líneas de trazabilidad y evaluación para mejorar los índices de atención a poblaciones vulnerables o en general responder a las necesidades prioritaria de todos los colombianos en temas fundamentales como alimentación, vivienda, educación, empleabilidad o las prioritarias demandas en servicios de asistencia social desde el Sisbén en programas como régimen subsidiado en salud, familias en acción, protección social al adulto mayor, acceso con calidad a la educación superior del ICETEX entre otros e incluso afectaría al novedoso programa “generación E” por errores asociados en proyecciones en la matrícula, subsidios y cobertura.
Con este panorama de luces y sombras, surgen muchísimos interrogantes. Efectivamente, si somos 45,5 y no 50 millones de habitantes ¿Dónde están los dineros destinados a subsidios sociales si hay 4,5 millones menos de colombianos? ¿Si somos menos colombianos los índices de criminalidad y de violencia están minimizados, quién los oculta y por qué? ¿Las participaciones y regalías que reciben los departamentos y municipios están sobregiradas, quién responde, qué órgano de control investiga los sobregiros? ¿Por qué incrementar el presupuesto del Ministerio de Defensa? ¿Qué esconde de fondo el gobierno bajo la sombra de una supuesta seguridad ciudadana? ¿Cuáles son las verdaderas cifras de corrupción, empleabilidad y pobreza? ¿Para qué reforma tributaria si solo tenemos 11,6 millones de hogares y no 14? ¿Si septiembre habían 47 millones de afiliados al sistema de salud, quién tiene los dineros de los casi 1,5 millones de personas inexistentes?
Todas estas inquietudes tienen una estrecha relación con el sistema educativo. Si hay menos familias por la reducción en la tasa de natalidad, hay menos niños, niñas y adolescentes que atender, por lo cual se requieren menos maestros, menos personal administrativo y menos directivos docentes. Acecha la duda, ojala no haya algo oscuro y turbio en este manejo de cifras que directamente indican que se necesita reducir inversión social porque somos menos colombianos.
Desde un punto de vista positivo podría indicar que son sintomático los procesos sociales de nuestra sociedad y de las parejas al tener menos hijos. Al igual significaría que hay una menor presión demográfica en materia urbanística, de explotación de recursos naturales que ambientalmente es una buena noticia.
En particular con estas cifras estadísticas el sistema educativo esta sobre ofertado con 125% de atención en cobertura, en contradicción total con el número de personas desplazadas y datos oficiales de más de 300 mil niños por fuera del sistema educativo en el país.
En este sentido, el cierre de brechas es contraintuitivo por la caída poblacional que arroja el censo, no tendría cabida la contratación de colegios privados para atender niños y prestarles servicios educativos en ciudades como Bogotá, Medellín y Cali esta última con 61 mil niños contratados y estaríamos mejor en calidad.
Para salir de dudas, es perentorio, adelantar una auditoria al censo, de lo contrario las cifras indican que tenemos más desarrollo social y personal porque somos menos, aunque el retroceso o descenso social y educativo sea evidente en términos de cobertura en educación superior, déficit económico y calidad educativa en las instituciones de la enseñanza pública.
Con este horizonte, me reúso a pensar Señor Duque y señor Oviedo que el censo sea una estrategia de la politiquería para posibilitar incrementar la edad de pensión o acabar con algunos programas sociales para las poblaciones más pobres.
Finalmente, las cifras revelan erradamente que somos un país rico proporcionalmente en atención social, aunque la pobreza y la violencia se vean, sientan y caminen a diario por todo el territorio colombiano.