Termina el mes de la niñez, en el que imperaron las noticias de maltrato y abuso contra los niños y el incumplimiento de sus derechos. Una invitación a cumplir uno sagrado para ellos: el juego.

Por un trabajo que estamos realizando con la Corporación Juego y Niñez hemos tenido la posibilidad de contactar ludotecarios y niños de diferentes zonas del país, en quienes constatamos el poder del juego. 

Los ludotecarios son los profesionales que dirigen y coordinan las actividades que se realizan en una ludoteca, un espacio como una biblioteca en el que además de libros los niños tienen al alcance de su mano juguetes para armar o desarmar, así como pinturas, papeles, crayolas… y objetos para ser por un momento un viajero por el mundo, un científico, un astronauta, un médico o incluso un peluquero, si eso es lo que quieren ser. “Las ludotecas nos permiten hacer una lectura de los territorios”, me explicó una vez Ruth Camelo, directora de la corporación. Algo que efectivamente ocurre.

Además de que los niños hacen juegos de rol que permiten a los adultos identificar cuáles son los oficios que priman en la región y cuáles son los modelos que ellos tienen a seguir, también a través del juego pueden ver qué pasa en los contextos de los pequeños.

Sandra Rodríguez, ludotecaria en San Vicente del Caguán (Caquetá), por ejemplo, ha identificado violencia y maltrato entre algunos de sus niños, situación que ha puesto en conocimiento de las autoridades locales. También ha identificado familias impactadas por cuenta del conflicto armado y niños que son rechazados por su compartimiento, cuando se requiere todo lo contrario, que tengan compañía. Por eso no duda en decir que en ciertas ocasiones a los niños les pasa lo mismo que a los adultos del Caguán, los rechazan sin conocerlos porque provienen de una zona catalogada de guerrillera.

Ella con juego ha ganado la confianza de los niños que van en las mañanas y en las tardes a su ludoteca, ese espacio ubicado en el centro del municipio, justo sobre la comisaría de familia. Allí niños como José Luis, de 7 años, están toda la tarde para que los cuiden, mientras sus papás trabajan. Leer es lo que más le gusta a este pequeño y, obviamente, jugar con sus amigos.

En el otro lado del país, en Cartagena, Orley Palacio ha logrado decenas de alianzas para poder llegar en lancha, en carro o en el lomo de un caballo a zonas apartadas de Bolívar para llevarles juegos a los niños que no logran ir a su ludoteca. Ella, al igual que sus compañeros ludotecarios en el resto del país, se siente una garante de los derechos de los niños. El primero de todos el del juego porque les permite ser como son: niños y porque les da placer y gozo.

El juego además de eso los ayuda ser más empáticos, solidarios, creativos e imaginativos lo cual les da posibilidades de idear maneras de hacer las cosas o de buscar soluciones diferentes a situaciones que se les presentan, como lo ha  demostrado un estudio que lleva dos años un grupo de investigadores de la Nacional y que en dos años concluirán.

Y por si fuera poco, el juego también sana a los niños (y a los adultos). El Director del Programa de Sicología de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario, Miguel Gutiérrez-Peláez, tiene una historia de película de su época de prácticas. Un niño de 13 años, proveniente de una zona rural del país, estaba internado en la Unidad de Cuidados Intensivos por Guillán Barré. No podía mover su cuerpo, solo levemente los ojos, pero eso no le impidió crear con el médico unos códigos para jugar parqués y ajedrez. Cuando ganaba producía una contracción muscu­lar, que disparaba las alarmas del respirador y hacía correr a las enfermeras. “Era su grito de triunfo. Su celebración”, cuenta el sicólogo, que ha leído mucho sobre el juego y su poder terapéutico, sanador.

Precisamente, eso y más es lo que ven quienes abogan por el derecho al juego, no solo en los niños, en cualquier ser humano. En este caso lo hacen aprovechando que abril es el mes de la niñez y que, concretamente, el 29 de abril está señalado como el Día de la Niñez para hacer un homenaje a los niños evaluando el cumplimiento de sus derechos. Centros comerciales, parques, bibliotecas y plazas tendrán diferentes actividades para que los más pequeños del país se diviertan y compartan con los adultos. Ojalá que ese día no sea el único. Que el juego siempre medie las relaciones entre niños y entre ellos y los adultos y que el juego siempre esté en el aula donde con toda seguridad permitirá que los conocimientos lleguen y se queden no solo en el cerebro, también en el alma.

Socia fundadora y Gerente de Responsabilidad Social de Jerez & Sandoval (J&S). Magíster en Desarrollo del Cider de los Andes, especialista en Organizaciones, Responsabilidad y Desarrollo de la misma organización y periodista de la Universidad de la Sabana. Desde 1995 tiene vínculos con el...