Ojalá que la inclusión del enfoque de género en el Plan Decenal, y el revolcón en el paradigma educativo que promete, logren el imperativo cambio del país hacia un mundo donde las mujeres existamos y decidamos. 

Todos sabemos de los baches que siempre han existido entre las políticas públicas y las realidades cotidianas. Colombia es un país que se distingue por sus avances en algunas de sus normas rectoras y tenemos en la Corte Constitucional, aunque a veces ciertos de sus magistrados se han descachado (por decirlo suavemente), es un ente bastante liberal que ha logrado ponerle cortapisas a sectores de extrema derecha que quisieran que Colombia volviera a ser ese país donde los patrones se pasean a caballo dándole “juete” a sus siervos y reconociendo sólo sus derechos. Ay, ay, ay.

De cualquier forma, las políticas públicas ayudan a configurar el país que queremos, ese con el que soñamos, ese donde queremos vivir aquí y ahora y en el futuro, si no nuestro, al menos de nuestros congéneres. Y porque tenemos políticas públicas y los planes que las desarrollan, tenemos un asidero a partir del cual podemos incluso acudir a la tutela de nuestros derechos.

Todos lo sabemos: Colombia es un país de desigualdades y las mujeres no nos libramos de esta ignominia: aunque estudiamos más años ganamos menos plata, nos siguen acosando en el trabajo y en la calle, continuamos siendo víctimas de brutalidad en el hogar, en fin… Claro que algunas cosas se han modificado gracias a la incansable labor de grupos de mujeres y especialmente de las feministas, pero en la escuela, que es el capullo donde se desarrollan las, ojalá, futuras mariposas, no solo se siguen reproduciendo inequidades en cuanto a ingreso y permanencia, sino en cuanto al rol que se les otorga a unos y otras. 

Las decoraciones de los salones de niñas siguen siendo rosaditas y esto en lo simbólico significa mucho, nos siguen diciendo que las mujeres somos buenas para el lenguaje y no para las matemáticas (y ahí están múltiples pruebas de competencias nacionales y extranjeras para reafirmarlo), en los libros de texto no hay roles modelo para las niñas que sean seres humanos de verdad, nos siguen insistiendo en que nos sentemos así y no asá… En eso no hemos cambiado casi nada.

Pero ahora, con el Plan Decenal, tenemos un nuevo asidero, una tabla de la que agarrarnos… Y equidad, así lo espero, no querrá decir sólo cifras de ingreso… Querrá, decir, como también lo enuncia el Plan Decenal, un revolcón en el paradigma educativo que sigue sosteniendo la mentira de que las mujeres somos inferiores a los hombres (no solo distintas), de que nuestro sitio está en la casa y en la sala de maternidad y de que en nuestro verdadero ser queremos seguir siendo princesitas de cuento de hadas que creen que en algún momento va a llegar ese príncipe que nos salvará de los dragones. 

Estudié filosofía, educación y literatura inglesa, pero mi trabajo ha sido más como comunicadora y, específicamente, en el campo de la comunicación educativa y el eduentretenimiento. Como disciplinas que contribuyen a la transformación cultural, me he dedicado a producir contenidos en muchos campos:...