En tiempos de conflictos y guerras, la humanidad se ve inmersa en un torbellino de violencia y destrucción que va más allá de las fronteras geográficas.

A medida que los enfrentamientos se desatan, los valores morales que nos definen como seres humanos son sometidos a una prueba difícil de superar. La guerra, con su crueldad y brutalidad, tiene la capacidad de erosionar los principios éticos más arraigados, afectando tanto a los individuos como a las sociedades en su conjunto.

En primer lugar, la violencia inherente al conflicto fomenta la deshumanización, convirtiendo a los enemigos en simples objetos a destruir. Valores como la empatía y la compasión se ven socavados por la necesidad de sobrevivir y prevalecer sobre el “otro”.

Sin embargo, figuras destacadas como Mahatma Gandhi nos enseñaron que incluso en medio de la adversidad, es posible mantener la integridad moral y abogar por la no violencia como medio para resolver conflictos.

La guerra también tiende a exacerbar el nacionalismo y el patriotismo, que pueden conducir a una justificación moral distorsionada de los actos cometidos en nombre de la defensa de la patria.

Pensadores como Albert Einstein nos instaron a reflexionar sobre el peligro de la identificación ciega con nuestra nación y a reconocer la importancia de la solidaridad y la cooperación entre las naciones como una forma de evitar el derramamiento de sangre y promover una paz duradera.

Además, la guerra suele desencadenar una crisis de valores en las sociedades afectadas. La escasez de recursos, la desigualdad y el sufrimiento generalizado pueden generar una competencia feroz por la supervivencia, erosionando los principios de solidaridad y justicia social.

La filósofa de Simone de Beauvoir nos incita a no caer en la trampa de culpar a los “otros” y a reconocer la responsabilidad colectiva en la construcción de una sociedad más justa, incluso en tiempos de guerra.

Dentro del ámbito educativo es clave implementar esta mirada. La educación no solo se trata de transmitir conocimientos académicos, sino también de formar individuos éticos y conscientes de su impacto en el mundo.

Al integrar la reflexión sobre los valores morales y el impacto de la guerra en el currículo educativo, se brinda a los estudiantes una comprensión más profunda de las consecuencias de la violencia y la importancia de la paz y la justicia.

Es Investigador Económico, con maestría en economía teórica, y profesor de cátedra en la facultad de economía de la Universidad de Los Andes.