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Algunos expertos han hablado de las mejoras que tiene el nuevo Estatuto de Profesionalización Docente (1278) frente al viejo (2277); sin embargo, se desconocen las grades problemáticas de implementación que el nuevo estatuto docente tiene y que hacen que el ascenso sea una ilusión, reduciendo la posibilidad de atraer mejores candidatos a la carrera docente.
En estos días, después de la ardua lucha sindical por parte del Magisterio, han surgido muchos comentarios sobre diferentes temas que afectan la calidad del sistema educativo. Uno de los temas que concentran gran atención es el de la carrera docente. En el acuerdo del 16 de junio de 2017, que permitió levantar el paro, uno de los puntos a trabajar en los próximos seis meses es precisamente un proyecto de ley para modificar el Estatuto de la Profesión Docente.
Algunos expertos han hablado de las mejoras que tiene el nuevo Estatuto Docente (1278) frente al viejo (2277); sin embargo, se desconocen las grades problemáticas de implementación que el nuevo estatuto docente tiene y que hacen que el ascenso se convierta en una ilusión.
Lo anterior es muy importante pues si los futuros docentes ven imposible ascender en la carrera docente, esto podría reducir la posibilidad de atraer mejores candidatos a la carrera. En esta entrega quiero hablar de algunos aspectos de los dos estatutos docentes vigentes y particularmente de la “imposibilidad” de ascender hasta el último escalos dentro del nuevo Estatuto, el 1278 de 2002.
Actualmente los maestros tienen dos estatutos docentes: el 2277 (el viejo) de 1979 y el 1278 (el nuevo) de 2002.
Al comparar los valores en las categorías iniciales, “salarios de enganche”, se observa que los normalistas ganan en promedio 35,8% más (grado 1A, $1.405.442) en el nuevo Estatuto que en el anterior (grado 1, $1.034.911), este porcentaje es de 18,8% para los licenciados (grado 7 con $1.489.190 frente a grado 2A sin maestría con $1.768.850).
En otras palabras, el nuevo Estatuto es mucho más generoso en el salario de enganche.
A diferencia del nuevo Estatuto Docente, en el escalafón antiguo se podían, y aun se pueden, inscribir los maestros de colegios privados. En Bogotá, por ejemplo, muchos colegios privados aún les piden a sus profesores estar inscritos en el viejo escalafón docente buscando tener cierta “medida de calidad” de sus docentes. Adicionalmente, el 2277 sigue siendo un referente de pago para colegios privados, lo que significa una brecha salarial entre públicos y privados, esto tiene efectos negativos en la percepción de la carrera docente.
Hasta aquí parece que las decisiones sobre el nuevo Estatuto Docente beneficiaron a los maestros nuevos.
En el 2277 para ascender se requiere de tiempo en servicio y formación docente, ambos requisitos tienen enormes críticas. En ningún caso el ascenso tiene criterios directos sobre el desempeño del docente, en otras palabras, en el 2277 el ascenso no está relacionado directamente con los aprendizajes de los estudiantes.
Adicionalmente, la formación que se requiere para ascender en este estatuto ha sido objeto de grandes críticas pues en muchos casos es poco pertinente con las necesidades educativas de las IE o de baja calidad. Para llegar al escalafón más alto, 14 ($3.397.579), además del tiempo, se requiere tener una especialización o escribir un libro. No ha habido cambios sustanciales sobre la forma de ascenso en este decreto desde 1979.
Por su parte, el 1278 en tan sólo 15 años ha tenido grandes cambios sobre la forma de ascenso. Aunque la norma decía que para ascender se requería una prueba formativa que permitiera identificar las debilidades y fortalezas de los maestros y con base en esto hacer programas de mejoramiento. Lo que en realidad se implementó fue un examen que sirvió como excusa para evitar el ascenso de los docentes. Un examen que no da información sobre las debilidades de quien lo presenta, solo sirve para generar un ranking vacío, frio y sin propósito pedagógico.
Es importante aclarar que la norma está muy bien concebida, el problema ha sido un tema de implementación, el cual ha sido desastroso.
En síntesis, la prueba es un ranking donde solo el 20% más alto de los puntajes accedía al ascenso. Esta es la primera mentira sobre el ascenso en el 1278. Es mentira que los profesores pudieran ascender cuando por construcción tan sólo el 20% de los que se presentan la prueba pueden pasar. También es mentira que la prueba sirviera para generar planes de mejoramiento. El otro gran problema es la evaluación estaba desligado de la práctica docente, lo que implica que no se tiene en cuenta el proceso de aprendizaje de los estudiantes.
Con el paro de 2015, el Magisterio logró cambiar la forma de evaluación y pasamos de un examen a la Evaluación Docente de Carácter Diagnóstico Formativa, la cual tiene como instrumentos una encuesta y un video que pesa el 80% de la evaluación.
Aunque esta forma de evaluar, comparada con el examen, refleja más el quehacer del docente, es insuficiente para evidenciar los procesos de formación de los estudiantes. Esta evaluación está supeditada a temas presupuestales y voluntad política para la programación periódica de la misma, lo que indica otra restricción sobre la posibilidad de ascenso de los maestros del 1278.
El Estatuto 1278 también tiene un problema de diseño enorme. En las escalas salariales aparece en dos grados diferentes (2 y 3) niveles salariales diferentes para igual formación. Por ejemplo, la categoría 2A con maestría tiene un salario de $ 2.034.176, por su parte la categoría 3A con maestría el salario es de $ 2.960.470. Esta diferencia del 45,5% no es técnicamente razonable; por ejemplo, un profesor que entró con licenciatura y luego hizo la maestría puede llegar a la 2A y debe esperar a que haya convocatoria de ascenso y esperar pasar para poder acceder a la categoría 3A, en contraste, un profesor con maestría que se presente al concurso y que pase, igual que lo hizo el licenciado, queda inmediatamente en 3A.
Finalmente, la perla de la imposibilidad de ascenso es la que tiene que ver con el último nivel de la escala.
Un profesor podría verse ilusionado por llegar a la categoría 3D que equivale a $6.682.827, un salario que podría ser muy atractivo para muchos futuros profesionales. Sin embargo, esta categoría requiere tener doctorado y pasar por al menos 5 pruebas de carácter diagnóstico formativas.
Aunque el número de doctores ha aumentado de manera importante en los últimos años, al pasar de menos de 50 doctores graduados en 2003 a 390 en 2014. El problema de ascenso está precisamente en que el país no le puede brindar posibilidades reales de hacer doctorado a los 340 mil profesores del país. Esto significa que llegar a la categoría 3D, aunque no imposible, es muy poco probable o una ilusión.
En la medida que los instrumentos de ascenso dependan de la voluntad política del gobernante de turno, el sistema de ascenso no será un verdadero instrumento para mejorar la labor docente sino una excusa para negar el ascenso.
Ahora que se acercan las mesas de trabajo donde se va a discutir el Estatuto Docente único, creo que vale la pena hacer un replanteamiento de la carrera docente donde la evaluación sea realmente un instrumento formativo y donde los niños sean protagonistas.
El nuevo Estatuto debe pensar en una herramienta de evaluación que realmente sirve para el mejoramiento continuo del docente y, más importante, que contribuya al proceso formativo de los estudiantes. Una alternativa es un portafolio que permita ir consignado todo el proceso del docente: evaluación diagnostica de los estudiantes, plan de mejoramiento, actividades desarrolladas, evaluaciones periódicas, reflexión de su práctica, etc.
El diseño de la nueva carrera docente debe contribuir a un relevo generacional con maestros de altísimo nivel (ver propuesta de ingreso a la carrera). Por lo anterior, tanto en el Gobierno como el Magisterio deben pensar más en el futuro que en el ahora, dejando sus intereses particulares y concentrándose en las necesidades del país.