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Más allá de pensar en “dignificar” a los maestros, debemos reconocer que ya son dignos. Encontremos juntos maneras concretas de resignificar su rol y visibilizar la importancia de su hacer para la construcción de país.

No hay un evento que hable de la escuela que no visibilice el rol de los maestros en la calidad educativa. Desde la creación de la educación escolarizada hemos entendido que estos actores tienen un rol social privilegiado y un papel protagónico para la transformación del país, y de la sociedad en general.

Sin embargo, como suele ocurrir con muchos de los procesos sociales nos concentramos más en decir como deben ser las cosas que en buscar caminos para que en realidad ocurran de una mejor manera.

Durante los últimos tres años, gracias al equipo de formación educativa de Proantioquia y al generoso acompañamiento de académicos e intelectuales de la educación, he tenido la oportunidad de instalar prácticas de intercambio con cerca de 3000 maestros de cincuenta municipios del país.

Quisiera compartir, con algunos ejemplos, una idea que hemos considerado motivadora para nuestro hacer: no de trata de dignificar a los maestros, ellos ya están dotados de gran dignidad. Se trata de resignificar la manera como los entendemos y acompañamos, reconociéndolos como profesionales de la educación, como líderes de sus territorios y como sujetos éticos y políticos.

Esta resignificación la hemos visto materializada en la cotidianidad de diversos municipios y de algunos programas que se dirigen al sector docente. Presentamos algunos de estos encuentros, para nosotros motivadores de nuevas formas de relacionamiento con los profesores.

(i) En Buenos Aires, Cauca, el costo de transporte hasta el municipio es menor para los maestros. En esta localidad entienden que la llegada de los profesores hasta el territorio es una posibilidad de que los niños y jóvenes tengan un espacio de formación cualificada, así como una ventana para conocer y apropiar saberes que llegan desde otras latitudes, mientras reconocen que en su propia localidad también se produce conocimiento.

(ii) En Necoclí, Antioquia,  en el muro de personajes ilustres del municipio, aparece una de las maestras ganadoras del premio Antioquia la más educada. Al lado de políticos, lideres sociales y culturales, y grandes deportistas aparece la ilustración del rostro sereno de una profesora que se atrevió, a lo largo de su vida, a pensar sus clases de maneras no tradicionales.

(iii) En Toribío todos reconocen, saludan y abrazan al jefe de núcleo. Él, por su parte, conoce muy de cerca lo que pasa en las instituciones de los dos municipios que tiene a cargo. Durante todo el año recorre la totalidad de las escuelas que se hayan dispersas en cerca de 650 kilómetros cuadrados de una geografía inexplorada por la mayoría de los colombianos.

Estas historias son apenas pequeños ejemplos de cómo las comunidades nunca han dejado de entender el valor social, cultural y comunitario que recae en el rol docente. Nos corresponde a todos acompañar e impulsar la creación de políticas públicas para favorecer el bienestar y la permanencia de quienes, a pesar del conflicto o la precariedad de algunas infraestructuras educativas, han estado y seguirán estando en el territorio. No olvidemos que los maestros oficiales son la representación del estado, y como tal, velar por su reconocimiento es una manera concreta de consolidarnos como nación.

Es consultor en educación. Estudió ingeniería civil y maestrías en desarrollo humano y en intervención social. Sus áreas de interés son la eduación, las políticas para la diversidad y los proyectos que favorezcan el desarrollo local y la ciudadanía.