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Los bisabuelos de Mambrú tuvieron que enfrentar el Bogotazo en el campo, en medio de Chulavitas, Sangre Negras, Desquites, Efraínes, Chispas, expertos en cortes de corbata y de franela, nada que envidiar a la sevicia paramilitar autorizada, financiada e impartida por Washington.

Mambrú estudia en un colegio público de la ciudad de Bogotá, está cursando grado décimo y quiere titularse de bachiller,  obtener un buen puntaje en la prueba SABER 11 del Icfes y pasar a la universidad pública, porque tiene claro que de no ser así, la endeudada con el Icetex es muy berraca, todavía no sabe a ciencia cierta qué va estudiar, pero desde casa le han inculcado que la formación universitaria no es opcional. De lo que Mambrú tiene certeza, es que nadie la va a obligar a empuñar un arma, como lo hicieron con su padre.

Mambrú es hija de primera generación de profesionales, es decir sus abuelos y bisabuelos no gozaron de ese privilegio llamado educación, porque así no lo queramos reconocer y las cifras de cobertura sean benéficas con los gobiernos de turno, estamos lejos de la universalización del derecho digno a educarnos. El padre de Mambrú empuñó un arma en contra de su voluntad siendo menor de edad en el año 1999, y no por un grupo ilegal, (hasta ese año el ejército nacional de Colombia tenía la autorización para reclutar menores de edad en sus filas)  mientras que el padre de Mambrú estuvo en el ejército, prestando el servicio militar obligatorio, obligatorio para los pobres obviamente, nunca escuchó una manifestación de los “ciudadanos de bien” del país, en contra de su reclutamiento en condición de menor de edad, sino todo lo contrario, al igual que hoy, escuchaba al unísono los coros de guerra de quienes no la pelearían, de cuyos hijos tenían asegurado el pago del semestre en una universidad colombiana  o en el extranjero.

Los abuelos de Mambrú emigraron del campo por una de las dos principales causas por las que emigran nuestros campesinos: la violencia o la expectativa de mejores condiciones de vida (No olvidemos las trágicas cifras del censo rural) y aunque  ambos habían sufrido la violencia en sus territorios, fue el miedo a la condena de la pobreza de los sin tierra lo que los trajo a la capital, allí los abuelos de Mambrú pudieron acceder a la educación pública para sus  hijos.

Los bisabuelos de Mambrú tuvieron que enfrentar el Bogotazo en el campo, en medio de Chulavitas, Sangre Negras, Desquites, Efraínes, Chispas, expertos en cortes de corbata y de franela, nada que envidiar a la sevicia paramilitar autorizada, financiada e impartida por Washington. Definitivamente que mala memoria tenemos ¿o será un desconocimiento real del conflicto?

Mambrú a pesar de ser muy joven sabe que la guerra en la ciudad es muy diferente a la que  viven los jóvenes en los campos y territorios olvidados de este país, donde a diario reina la zozobra de los bombardeos, las operaciones militares y el accionar de los actores ilegales, sabe que la belleza física de una jovencita es su condena, ya que será asediada por los jefes de turno. Para nadie es un secreto que en Colombia gobierna la ley del más fuerte, la ley de la selva. Mambrú también sabe que la guerra la van a combatir sus compañeros de la escuela pública y los campesinos jóvenes que sean reclutados por las organizaciones armadas, es una guerra diseñada para que los pobres se maten entre sí.

Mambrú hoy esta confundida, desilusionada, con angustia y miedo porque escuchó en diferentes medios de comunicación que la guerra por fin estaba terminado, que sería la primera generación en recibir un país en paz, pero se equivocó, nos equivocamos todos, el Uribismo tenía otro plan para los jóvenes más humildes del país, y Mambrú está segura que no son las universidades. El gobierno Duque está cumpliendo sus promesas de campaña, algunos pensamos que no era posible escalar nuevamente la guerra, que ilusos fuimos y que fácil fue, en otras palabras, pareciera que estuviéramos condenados por la divina providencia a sufrir el peor invento de la humanidad.

Colofón: Las Águilas Negras amenazaron la caravana por la vida, la paz y la democracia convocada por Fecode hacia el departamento del Cauca, la movilización que era un gesto de solidaridad con las víctimas de la masacre incesante que viven en el departamento y que ha cobrado la vida de varios docentes, fue suspendida por la falta de garantías por parte del gobierno nacional. Esta situación plantea varios interrogantes ¿Quiénes son las Águilas Negras? ¿Quiénes además de las Águilas Negras estarían interesados en que Fecode no se movilice? ¿Por qué el Estado no se ha manifestado al respecto? ¿Por qué las autoridades no garantizaron la seguridad de la caravana? ¿Cuándo va a parar la masacre en el Cauca? ¿Son las Águilas Negras parte de esos bandidos que Álvaro Uribe Vélez manda combatir? “Póngale toda la mano firme, que ahí empujamos con las FF.AA. para acabar con esos bandidos”

Es secretario de organización y educación de la ADE. Estudió una licenciatura en educación básica con énfasis en ciencias sociales en la Universidad Distrital José Francisco José de Caldas y una maestría en educación en la Universidad Pedagógica Nacional.