Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La falacia de la apelación a las emociones es un error lógico en el razonamiento que se produce cuando se basa la veracidad de un argumento en la fuerza emocional de una historia, en lugar de en pruebas o evidencias sólidas.
Hay personajes que usan esta falacia para su beneficio propio. En lugar de utilizar argumentos lógicos y fundamentados, apelan a las emociones y a la persuasión para influir en la opinión o creencia de los demás.
Esta falacia puede ser efectiva desde el punto de vista persuasivo, ya que las historias tienen el poder de captar la atención y generar una conexión emocional con el público.
Sin embargo, siempre es importante recordar que la fuerza de una narrativa no determina su veracidad. Un argumento sólido debe estar respaldado por evidencias, datos y razonamiento lógico, independientemente de lo atractiva que pueda ser una historia.

Como dice Daniel Levitin: “las emociones pueden ser manipuladas a través de narrativas poderosas, pero eso no las convierte en verdaderas”.
Es importante ser consciente de esta falacia y no dejarse llevar únicamente por la emotividad de una narrativa al evaluar la validez de un argumento.
Acá es donde es clave el papel del pensamiento crítico. Es importante pensar dos veces acerca de las pruebas y los fundamentos detrás de cualquier afirmación, independientemente de la historia que la acompañe.
En este punto es donde el sistema educativo desempeña un papel fundamental.
Debe proporcionar las herramientas y habilidades necesarias para analizar y descomponer información compleja en partes más pequeñas y promover el pensamiento reflexivo al fomentar la capacidad de cuestionar y examinar las ideas, supuestos y creencias.
El pensamiento crítico es esencial para el desarrollo de ciudadanos activos y sociedades informadas.
Los demagogos deben ser combatidos.