Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Joshua Angrist fue parte del trío que ganó el Premio Nobel de Economía este año junto con David Card y Guido Imbens. Nació en Columbus (Ohio, Estados Unidos), es economista y actualmente es profesor en el Massachusetts Institute of Technology (MIT). En el mundo académico se distingue por sus contribuciones metodologías al análisis de relaciones causales, en especial, en el marco de la economía de la educación.
En un estudio publicado en 1991, a partir de un experimento natural, encontró que pasar un mayor tiempo en el colegio tiene efectos positivos sobre los ingresos futuros. Es decir, la dificultad para acceder a la educación puede ser una condición problemática de cara al salario que recibirá en el mundo laboral. Por eso, es posible predecir que la imposibilidad de los niños y jóvenes de asistir a los centros educativos durante la pandemia constituirá una barrera en el largo plazo en cuanto a retribuciones pecuniarias.
En Colombia cerramos los colegios 70 semanas; de 212 países ocupamos el noveno lugar en la lista con más tiempo de cierre.
Angrist también ha participado en varios estudios que evidencian que los incentivos bien diseñados pueden potencializar a los estudiantes en cuanto a aprendizaje y esfuerzo. En uno de estos encontró que las asesorías académicas repercuten en mejores notas. Lo interesante es que también demuestra que este es un efecto que permanece en el tiempo; después de haberles removido los incentivos, los estudiantes siguen reportando un mejor desempeño.
Es decir, este tipo de ayudas puede alterar el aprendizaje y el comportamiento de manera positiva y duradera.
Lamentablemente, esto es algo que se perdió en Colombia durante la pandemia. Además del aumento en la tasa de inasistencia escolar y la falta de computadores de escritorio, portátil o tabletas en el 60 % de los hogares, la carencia de asesorías académicas presenciales aportó a la desacumulación de capital humano.
Finalmente, otro tema del que no se habla mucho y que tiene una gran relevancia es la socialización e interacción entre estudiantes.
En uno de sus estudios más importantes, Angrist encuentra que los resultados académicos individuales están altamente correlacionados con los resultados promedio del grupo. De hecho, demuestra que existe un efecto causal por parte de los pares. Palabras más palabras menos, si mis amigos obtienen buenas notas, seguramente yo lograré alcanzar buenas calificaciones.
Aterrizando esta conclusión en el contexto colombiano, el panorama resulta ser desolador.
Fuimos de los países que cerramos nuestros centros educativos por un mayor número de días y, además, durante 2020 y parte de 2021 nos caracterizamos por ser uno de los países en Latinoamérica que implementaron medidas de restricción a la movilidad más rigurosas, según el índice de rigurosidad de la Universidad de Oxford. El caldo perfecto para una menor interacción entre pares.
Se está incubando una catástrofe social y económica con efectos a corto, mediano y largo plazo. Sus implicaciones sobre la productividad y calidad de vida serán de gran magnitud. Entender en detalle estos impactos es una tarea obligatoria para empezar a valorar la importancia de la educación presencial con cobertura generalizada.
De lo contrario, el país seguirá subvalorando el papel que cumple la educación.