Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Sin lugar a dudas, pensar en el sistema educativo implica reflexiones permanentes sobre los maestros. Reflexiones de diversas procedencias (1) entienden que este es un asunto transcendental en la organización del sistema educativo y tiene directa incidencia en la calidad y pertinencia del mismo.
Ahora bien, lo que nos interesa considerar aquí es, si la formación inicial de los maestros genera las capacidades en estos últimos para dar respuesta a los retos que plantea la sociedad contemporánea a la educación.Innegablemente tenemos que pensar este asunto en doble vía: la primera, identificar cuáles son las competencias que nuestra época demanda, y la segunda, definir qué cualidades deben tener los maestros para que sus estudiantes logren desarrollar tales competencias.
Sobre la primera vía, queremos insistir en las competencias del siglo XXI como capacidades, saberes y actitudes que cualquier ciudadano debe desarrollar para un mundo que cambia rápidamente y que se basa en flujos de información acelerados, entornos globales y una profunda condición de diversidad.
Sobre estas competencias, tres agencias internacionales han desarrollado propuestas para el ciudadano del siglo XXI: OCDE, P21 -Partnership for 21s Century Learning y el BID. Este último las organiza en cuatro grupos: maneras de pensar, de trabajar, herramientas de trabajo y formas de vivir en el mundo.
Cualquier marco de los anteriores puede ser útil para entender que nuestros estudiantes ya no requieren los mismos saberes que se priorizaron en otras décadas, o, dicho de otro modo, las generaciones actuales no aprenden de la misma forma que se hacía en el siglo pasado. Es justo aquí donde cobra fuerza la segunda vía señalada: las cualidades que debemos desarrollar en los maestros para que puedan formar nuevos ciudadanos.
Para abonar al debate sobre las características docentes referenciamos los trabajos de intelectuales como Philippe Perrenoud, que construyó un perfil del docente para el siglo XXI. Nuestra experiencia en territorio, trabajando con maestros de más de siete departamentos del país nos lleva a proponer tres grandes bloques de cualidades que son indispensables para que los saberes disciplinares sean apropiados por los estudiantes, estas son:
-Mediación: Maestros como constructores de puentes entre los saberes a enseñar (2) y los contextos a partir de la dinamización de su aula, esto implica la comprensión del aprendizaje como experiencia y del docente como facilitador que diseña itinerarios para que esta sea posible.
-Lenguajes artísticos y alternativos: maestros con la capacidad de poner escena variados recursos para propiciar aprendizajes pertinentes y significativos
-Diseño de ambientes de aprendizaje: profesores que promuevan y transforman los espacios de formación en función del conocimiento, las emociones, la estética y el contexto.
En última instancia, más que definir un único perfil de maestro, creemos que el siglo XXI demanda la consolidación de profesores que se entiendan como sujetos políticos y productores de saberes, en los que la construcción de ciudadanía y el favorecimiento de la diversidad son objetivos fundantes de las nuevas escuelas.
Es entonces una tarea multisectorial avanzar en el diseño, ejecución y evaluación de diversas formaciones docentes, tanto iniciales como en servicio, que nos permitan dinamizar el sistema educativo de acuerdo con las realidades de nuestra época y contexto.
* Texto coescrito con Gloria Naranjo, profesional pedagógica de Proantioquia
(1) Un ejemplo de estas reflexiones se encuentra en: http://www.lasillavacia.com/silla-llena/red-de-la-educacion/historia/la-formacion-inicial-de-los-maestros-un-desafio-inconcluso
(2) Para esto es indispensable que los maestros tengan competencia en dichos saberes a enseñar, nuestra propuesta hace énfasis en las cualidades que se requieren para favorecer el aprendizaje en el siglo XXI y supone que la formación de los asuntos disciplinares, ofertada por las universidades, es sólida, asi como las cualificaciones que los propios maestros hacen en función de garantizar su coherencia y precisión conceptual.