Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Esta historia fue producida en coautoría con Angie Garay, Karen Zapata y Alejandro Ceballos .
Gracias a la creación de diferentes proyectos productivos, en Icononzo, Tolima, se han identificado lazos de reconciliación. Excombatientes, líderes sociales, fuerza pública y comunidad en general llevan una buena convivencia y apuestan por una transformación del territorio centrados en el desarrollo económico y social de la región. Esta es su historia.
El conflicto armado, que ha permeado la historia nacional en los últimos sesenta años empezó a formarse en el departamento de Tolima, pues allí aparecieron las autodefensas armadas comunistas o las “guerrillas comunistas”, como eran conocidas por la población en general. Estos grupos estaban ubicados en el sur del departamento y sus constantes enfrentamientos con partidarios liberales, por cuestiones ideológicas y de poder territorial, hicieron que la violencia se acrecentara. A raíz de estas primeras hostilidades y del aparente abandono gubernamental de diversas regiones del país, se consolidaron nuevos grupos al margen de la ley que buscaban tomar el control en estas zonas del territorio colombiano.
Un ejemplo de esto es Manuel Marulanda Vélez, alias “Tirofijo”, quien decidió alzarse en armas junto con otros liberales radicales y se dirigió con ellos hacia las montañas para construir la República de Marquetalia, en Planadas, Tolima. En 1964 se fundaron oficialmente las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), y años después este grupo fue denominado como una organización guerrillera insurgente y terrorista por al menos seis países del mundo. Inicialmente estuvieron lideradas por Marulanda hasta el 2008, año en el que falleció. Su sucesor fue Guillermo León Sáenz, alias “Alfonso Cano”, hasta que este fue abatido por el Ejército Nacional en el 2011, durante la Operación Odiseo. El 15 de noviembre del mismo año asumió el liderazgo de esta organización Rodrigo Londoño, alias “Timochenko”, quien estuvo al mando hasta el 26 de septiembre del 2016, cuando se firmaron los Acuerdos de Paz entre el Gobierno Nacional y las Farc- EP.
En 1982 se realizó en Guayabero, Meta, bajo el mando del líder político Jacobo Arenas, un planteamiento de directrices estratégicas nuevas y se empezó a reafirmar una combinación de fuerzas entre la política y la lucha armada; debido a esto, las Farc agregaron la sigla E.P., que significaba “Ejército del Pueblo”, para dar inicio al desdoblamiento de los diferentes frentes, en los distintos departamentos del territorio nacional, como en Meta, Huila, Cundinamarca, Antioquía, Chocó, Tolima, entre otros.
La escalada de violencia fue aumentando, pues en los años noventa este grupo al margen de la ley decidió poner fechas para una toma definitiva del poder. En dicha década, la guerrilla de las Farc disponía de más de 7.000 combatientes organizados en 70 frentes que estaban distribuidos en todo el país. Fue en ese momento que el pueblo colombiano se percató de la gran barbarie que estaba por presenciar.
En el departamento de Tolima se estableció el Frente 21-La Gaitana, cuyo accionar estuvo establecido en el sur y en el centro del departamento. Cuando este frente se instaló en la zona veredal y en las montañas, estuvo a cargo de alias Guillermo, quien tenía a más de 100 combatientes en dicha zona. Marquetalia, perteneciente al municipio de Planadas, ubicado en el departamento de Tolima, fue la cuna de esta organización que por años luchó en contra del Gobierno Nacional y que cometió todo tipo de delitos.
Tolima se encuentra ubicado en el centro del país; este departamento, que cuenta con 47 municipios y tiene límites con los departamentos de Valle del Cauca, Caldas y Quindío, se caracteriza por tener relieves volcánicos, cordilleras y redes hidrográficas. Dentro de sus actividades económicas se encuentra la agricultura y la minería, por lo que constituía un espacio idóneo para el sostenimiento del grupo insurgente. Entre algunos de los municipios que pertenecen a este departamento, se encuentran Planadas e Icononzo, dos territorios que cuentan historias y vivencias diferentes de lo que fueron los más de sesenta años de conflicto armado; el primero, como la semilla de las Farc, y el segundo, como el municipio que les abrió las puertas a aquellos que decidieron dejar de lado la guerra.
A pesar de que el sello actual de Icononzo está ligado a la paz, tiene una relación muy íntima con el conflicto armado, pues allí Juan de la Cruz Varela, líder campesino y político de izquierda, organizó las primeras autodefensas campesinas con el apoyo del Partido Agrario Nacional y el Partido Comunista, a mediados de 1940. Aun así, hoy el panorama es completamente distinto.
Antonio Nariño fue el nombre seleccionado para la Zona Veredal Transitoria de Normalización (Zvtn) de Icononzo. En 2017, este municipio acogió a más de 200 excombatientes que decidieron transformar el conflicto en paz. Muchos de ellos provienen de diferentes partes del país, pero todos son integrantes de los diferentes frentes creados por las Farc. Luego de la firma de los Acuerdos, los excombatientes vivieron el proceso de la dejación de armas y se empezaron a incorporar a la vida civil.
Vida antes del Acuerdo
Para llegar a este antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (Etcr) hay que recorrer 38 minutos desde el casco urbano de Icononzo hasta la vereda La Fila. A la entrada del Etcr se puede observar un camino sin pavimentar. Recorrer este municipio desde su casco urbano hasta cada una de las 32 veredas que lo compone, significa dar los mismos pasos y transitar los mismos caminos que cientos de combatientes tuvieron que andar para defender su causa durante más de sesenta años de conflicto.
Muchos de los pobladores de esta parte del Tolima fueron testigos del nacimiento de esta guerrilla, pero desde el 2016 son espectadores del cambio que esta organización ha tenido gracias a la implementación de los Acuerdos de Paz. Atrás quedaron las historias de los bombardeos a Villarrica, los asaltos militares y la confrontación entre los paramilitares del Bloque Tolima de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y la guerrilla de las Farc; pues ahora trabajan en conjunto como una sola comunidad, sin distinciones, para mostrarle al país que la paz se construye si todos ponen su grano de arena.
Este territorio que, por su posición y condiciones geográficas, fungía como corredor estratégico para conectar diferentes zonas del país en tiempos de conflicto, hoy acoge a diferentes actores que, desde múltiples esferas, sufrieron el fragor de la guerra. Transcurridos seis años desde la firma del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, la vida cambió radicalmente para los 10.057 icononzunos, para las aproximadas 300 personas en proceso de reincorporación y para el personal de la Fuerza Pública.

Diego Suárez, líder del Etcr Antonio Nariño y enlace de la Instancia Tripartita de Protección y Seguridad (Itps) del Partido Comunes, cuenta cómo fue el recibimiento que sintieron los reincorporados por parte de la comunidad icononzuna: “La comunidad en general del municipio, desde el primer momento nos acogió, todos estuvieron de acuerdo en que se implantara la Zona Veredal y que nosotros hiciéramos parte de acá. Estaban de acuerdo en que nosotros viviéramos cerca de ellos. Se va abriendo la amistad, la confianza y hacemos parte de la comunidad icononzuna, es algo muy bonito”. Como él, varios excombatientes se sienten afortunados por la oportunidad que el municipio les ha brindado, pues para ellos es satisfactorio que todos estén dando pasos para transformar sus vidas y, con ellas, el curso de la historia.
Por su parte, la comunidad icononzuna, aún teniendo incrustados en su memoria colectiva los hechos de violencia derivados del conflicto armado interno, abrió sus corazones a la paz alejándose del miedo y la incertidumbre que, durante mucho tiempo, la guerra causó en ellos. Los campesinos de esta tierra, denominada el Balcón del Oriente, superaron aquella época de soledad en el que el sol y el viento eran sus únicos visitantes, para acoger a los 300 nuevos icononzunos que llegaron a la vereda La Fila.
Luz Marina Márquez, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la vereda Canadá-Escocia, indica que “los reincorporados han trabajado por la comunidad, han dejado en alto el nombre del municipio con cada una de sus iniciativas de construcción de paz”. Con la firma del Acuerdo, el temor se alejó de este territorio, las personas regresaron a los escenarios recreativos y, aún de noche, recuperaron la tranquilidad de caminar sin prisa, ajenos al temor de la violencia y el estallido de los fusiles.
En este proceso, el acompañamiento de los uniformados ha sido de vital importancia, dado que gracias a su gestión en temas de convivencia, los excombatientes y la población civil unen su voces resaltando el acompañamiento, seguridad e, incluso, fraternidad que les brindan aquellos hombres de cordón y pañoleta amarillos.
El trabajo de la Unidad Policial para la Edificación de la Paz es el pilar que sostiene el trabajo con la población civil y los residentes en proceso de reincorporación, pues los uniformados sirven como puente entre las necesidades de ambas partes. Esta labor de mediación ha permitido la reconciliación de ambas comunidades y ha facilitado la búsqueda de soluciones en pro de la sana convivencia y la adecuada articulación. De esta manera, sin importar la insignia, uniforme o distinción que portan actualmente los uniformados, o que utilizaron en el pasado los excombatientes, ambos grupos están trabajando por un municipio en el que sea posible la consolidación de una paz estable y duradera.

“Esto es un paraíso donde todos podemos convivir”, sostiene Pablo García, reincorporado y presidente de la vereda Basconta, quien recibe con un tinto y un cálido abrazo a todos los que permanentemente visitan su vereda.
Trabajo por la paz
Debido a sus experiencias recientes, los excombatientes no quieren que a este territorio vuelva la guerra que muchos vivieron. Por eso, buscan una paz unificada a través del desarrollo de estrategias y la adquisición de nuevos conocimientos que les permita trabajar con las comunidades. De esa manera, han comenzado a fortalecer las diferentes iniciativas sociales, políticas y productivas que se gestan en este Espacio Territorial.
Muchos de ellos nunca imaginaron que, al ser uno de los actores del conflicto, iban a ser bien recibidos por la comunidad y, en sí, por una porción representativa del país; sin embargo, los fortalece saber que tienen apoyo y que sus hijos también lo van a tener. Todos ellos, provenientes de distintas partes del país, anhelan ver una Colombia mejor, pero también desean que como firmantes de la paz, se cumpla lo estipulado en dichos acuerdos, pues la escasez de garantías en los temas de vivienda y fortalecimiento económico, entre otras condiciones, han sido un obstáculo para que se dificulte la reincorporación exitosa de muchos excombatientes. Algunos de ellos, como Diego y Juan Carlos, hacen hincapié en que todas las partes deben cumplir con lo estipulado para garantizar un cambio trascendental. Aun así, aunque no todo ha sido un sendero fácil de transitar, ambos concuerdan en que no hay otro camino posible que apostarle a la paz.
Luego de que se instalaran en Icononzo, los reincorporados buscaron nuevas formas para generar ingresos, no solo para ellos, también para poder colaborar con la economía del municipio. En la actualidad existen más de diez proyectos productivos, todos encabezados por excombatientes, que, con valentía, han iniciado desde cero para poder brindarle a su familia un mejor futuro desde la tranquilidad. Casi que la totalidad de los proyectos productivos, que surgieron luego de los Acuerdos de Paz, se sostienen con recursos propios de los reincorporados. Uno de los retos más significativos fue el de procurar llevar a cabo iniciativas productivas en los terrenos arrendados por el gobierno para su estadía temporal, pues las tierras en donde están instalados no les pertenecen a ellos y los suelos que tiene la vereda La Fila no facilitan la creación de nuevos emprendimientos. Aun así, los firmantes de la paz han logrado sacar adelante distintas iniciativas y crear opciones de empleo para ellos y los habitantes de las veredas vecinas.
Según cifras de la Agencia de Reincorporación Nacional (ARN), 12.773 excombatientes, luego de la firma de los Acuerdos de Paz, decidieron reincorporarse y seguir el proceso, y más de 2.800 encontraron un hogar en los antiguos Etcr. La voluntad de los excombatientes ha generado cambios en el territorio, pues gracias a los proyectos independientes que crearon en la vereda La Fila, los excombatientes hallaron en diferentes productos y proyectos una forma de sentirse parte del país y del municipio, con esto impulsan a su comunidad y también el turismo en dicho sector. Carlos Grajales y varios de sus compañeros excombatientes tienen una de las iniciativas de más renombre: La Roja, una cerveza que ha hecho que el espacio territorial sea más conocido. Su carácter artesanal y el sello de la reconciliación hacen parte de la identidad de su producto y constituyen un ejemplo para tantos otros proyectos productivos de personas reincorporadas que pretenden abrirse paso en el mercado nacional.

Con ello se busca impulsar otras iniciativas y generar cooperativas que buscan ayudas externas para que las distintas actividades puedan crecer y mantenerse a pesar de los problemas que se presentan en los antiguos Etcr.
Muchos de los proyectos productivos necesitan del aprovechamiento de la tierra para poder surgir y, aunque los excombatientes no son propietarios del territorio que habitan, esto no ha sido un impedimento para su desarrollo; por ejemplo, el café es otro de los tantos productos que los firmantes han logrado posicionar a esta región en el puesto número tres de producción nacional.
A su vez, Icononzo cuenta con un proyecto de piscicultura y un sistema de producción bovina sustentable, a través de los cuales los reincorporados retoman sus saberes campesinos.
Por otro lado, en este espacio territorial se han creado distintas cooperativas que ayudan a fortalecer cada uno de los proyectos, como la cooperativa de manufactura, que realiza la confección textil, el estampado y diversos productos artesanales derivados de la materia prima con la que se elaboran las distintas prendas. En este proyecto empezaron tres personas, pero hoy son más de veinte hombres y mujeres dedicados a estas labores, quienes continúan capacitándose para comercializar sus productos a nivel nacional e internacional. Gracias al auge de las redes sociales y a las distintas formas de comunicación actualmente existentes, buscan llegar a públicos mucho más jóvenes y también a aquellos que en su momento no confiaron en el proceso que los excombatientes han llevado durante estos seis años de implementación de los Acuerdos de Paz.
Aquel sueño, que durante muchos años se vio lejano, hoy es una realidad, al menos en la tierra icononzuna. Este es un territorio privilegiado, pues en él se ha desarrollado un momento histórico en el que se ha quebrantado para siempre el estigma del pasado, y se mira hacia el futuro con visión y progreso. En este municipio ya no existen pugnas de ningún tipo. Los actores que antiguamente se enfrentaban en campos destinados para la guerra, ahora se reúnen alrededor de una mesa, sin importar el color, la bandera, la insignia o la ideología que defienden, y en ese mismo ejercicio de comunión se acompaña la charla con un buen café cultivado en alguna vereda o proyecto productivo del municipio. Allí ya no solo se comparten historias de trincheras, también se socializan iniciativas para continuar fortaleciendo el anhelo de la paz.
Desde la firma del acuerdo, las calles del municipio se inundaron con los juegos y risas de las más de 100 semillas de paz, como les dicen a aquellos hijos de excombatientes que habitan actualmente en el antiguo Etcr Antonio Nariño. Diego Suárez afirma que la población en proceso de reincorporación siempre tuvo claro que los niños que nacieran a partir del proceso de paz debían tener un lugar para formarse y recrearse, por ello surgió, en cabeza de las mujeres reincorporadas, la idea de la edificación de Montaña Mágica, un jardín infantil con tres bloques. Diego también recalca que este lugar es uno de los más importantes al interior de Antiguo Espacio Territorial, ya que allí pueden crecer, aprender y formarse: “Nosotros, desde que llegamos aquí, soñamos esto, lo imaginamos, y hoy es una realidad que, poco a poco, se va materializando”, dice.
Las voces que hacen realidad el sueño de vivir en paz:
Víctor Hugo Quintana
Un icononzuno de pura cepa, campesino orgulloso de sus raíces y presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda El Mesón, que vivió, entre los años 2003 y 2004, un periodo de violencia crítico en su municipio, pues diferentes grupos al margen de la ley operaban en la zona. Hoy agradece a Dios y a los firmantes de la paz por devolverle la posibilidad de vivir del campo, de trabajar y producir la tierra, por poder cerrar los ojos en la noche tranquilo, sin la zozobra de despertar con su familia incompleta.

Juan Carlos Ordóñez
Combatió en las filas de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia como uno de sus principales ideólogos, y alcanzó el rango de comandante. Antes de ser un alzado en armas, como afirma Juan Carlos, era un líder social que buscaba conservar la vida por medio de su vocería política en la Unión Patriótica (UP), el partido político colombiano de izquierda que fue exterminado. “Después de la desaparición de la UP, a los pocos que quedamos medio vivos nos tocó coger la montaña”, afirma Ordóñez.
Desde la firma del Acuerdo, Juan Carlos se ha desempeñado como miembro de la Dirección Departamental del Partido Farc en el Tolima y gerente de la Cooperativa Agropecuaria de Icononzo; adicionalmente, es parte del Consejo Municipal de Paz y del Consejo Ambiental de la Región del Oriente del Tolima, también es promotor de la cooperativa Economías Sociales del Común (Ecomun).

Wilmer Alexander Paul
Oriundo de Vistahermosa, Meta, una zona álgida en años de conflicto: “Se iba la guerrilla y llegaba el Ejército”, afirma. Crecer rodeado de armas y en medio de condiciones de pobreza, lo llevó a optar por la vida guerrillera como opción de vida. A los 15 años decidió vincularse a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, ya que sintió afinidad con los pilares de la organización y presentó, desde una temprana edad, simpatía con su ideología. Su vida transcurrió en las selvas y en el campo, según afirma, principalmente radicado en el departamento del Huila. Desde su reincorporación, su principal objetivo ha sido trabajar arduamente por su hijo y así evitar que él tenga que pasar por las mismas necesidades que Wilmer tuvo en su niñez. Icononzo acogió a Wilmer, su familia y su proyecto productivo de ganadería doble propósito y, a pesar de que en algún momento dudó del proceso de paz, hoy se siente feliz, tranquilo y realizado al poder construir sus sueños y los de su familia gozando de “la belleza de vivir en paz”.

Luz Marina Márquez
Icononzuna, campesina orgullosa de sus raíces y presidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Canadá Escocia. Su vida ha transcurrido en la tranquilidad que el campo y las labores de la tierra ofrecen, sin embargo, durante un periodo de tiempo, que pareció ser eterno, la calma de este rincón del Tolima se vio afectada por problemas asociados al conflicto y la violencia derivada del mismo. Ella y sus coterráneos vivían con temor de realizar sus actividades cotidianas y, especialmente, de lo que la noche pudiera traer. Desde la firma del acuerdo de paz, la tranquilidad volvió al municipio y la ilusión de volver a caminar sin temor por sus calles se hizo realidad. Gracias a la llegada del Antiguo Espacio Territorial se fortaleció el turismo en este municipio olvidado en el mapa. Luz Marina agradece a los reincorporados por dar ese paso hacia la paz y por dejar en alto el nombre de Icononzo como un territorio pionero en la construcción de paz.

Jairo Leyva
Hace casi cuatro décadas abandonó Icononzo para vincularse a las filas de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, donde dedicó 35 años de su vida a defender, como guerrillero raso, la causa de la organización. En 1984, cuando Jairo se marchó de su tierra natal en búsqueda de oportunidades laborales, este municipio se encontraba en medio de toda la hostilidad del conflicto, principalmente perpetrado en contra del campesinado. En medio de su búsqueda de oportunidades en otras regiones, Jairo se encontró con los ideales de las antiguas Farc, halló en la organización la posibilidad de materializar su lucha por los derechos de los campesinos y buscar la reivindicación de la ruralidad. Firmar la paz, después de vivir 35 de los casi 60 años de conflicto armado interno que ha enfrentado el país, le permitió a este hombre retornar a sus raíces, como aquel hijo pródigo que regresa a casa. Jairo volvió a la tierra que lo vio nacer, crecer y partir a la lucha, ahora gozando de la calma y satisfacción de vivir en paz.

Yorleny
A los 16 años se vinculó a las filas de las antiguas Farc-EP motivada por la falta de oportunidades educativas, pues solo logró cursar sus estudios hasta la mitad del grado sexto. A pesar de su corta edad, al momento de vincularse a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y de “dar su juventud a la guerrilla”, como afirma, jamás se arrepintió de su ingreso, pues compartía con convicción los ideales de la organización. Allí tuvo que enfrentar momentos difíciles, como ver morir a muchos de sus camaradas, pues cada uno de sus compañeros se volvió parte de su familia, hasta el punto de compartir con ellos la mayor parte de sus alegrías y tristezas.
Una vez firmado el acuerdo de paz, Yorleny validó sus estudios de bachillerato, lo que generó una gran satisfacción en ella y la motivó a seguir formándose en enfermería y primeros auxilios. Actualmente es parte del proyecto de confecciones llamado Tejepaz, que busca, puntada a puntada, construir un territorio de paz para su hijo y las generaciones venideras.
