Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Para las familiares de desaparecidos en el exilio.
Eso fue el 29 de mayo de 1990. En el viaje, todo el tiempo lloraba porque recordaba a Marino. El animal en que viajaba, un avión que se le hizo gigantesco, era un bicho que la estaba tragando.
La primera vez que te montas en un avión suele ser una fecha de recuerdo, especialmente para quienes no lo aprendimos de niños. Cuando uno sale al exilio se le juntan un montón de sentimientos encontrados. No hay una asamblea de los afectos que se pasan la palabra o se abrazan, que va. Hay peleas, a veces a puño y otras a silencio.
Él le había dicho que, si un día andaban en problemas y les tocaba esconderse, la llevaría a un avión para que saliera del país. Seis meses antes de la desaparición, había sido detenido y sufrido en silencio la tortura. Ahora, estaba desaparecido y ella estaba en el avión prometido. Así que se puso a hablar con él. Las formas que tenemos de traer a los que ya no están pasan por recuerdos o por objetos, pero son siempre una forma de conversación.
Su hija preguntaba por el papá. Pero ella estaba absorta en las conversaciones. Como la culpa hay que ponerla en algún lado, también era parte de la conversa:
-Marino, usted es que me está sacando a la fuerza de Colombia.
La salida del país es un alejamiento de la posibilidad de búsqueda. Todo se hace más difícil, no solo por los miles de kilómetros o los océanos, la búsqueda va con los familiares al exilio, sino porque allí toca recomenzar a hacer planes, esta vez con nuevas maneras de hacer lo imposible. No puedes sentarse en la puerta de la fiscalía a que te atiendan. No sabes cómo ir a buscar a los lugares que te dicen. Ni siquiera puedes plantarte ante la puerta y clavarte hasta tener una respuesta. Las dificultades se multiplican en la distancia, pero el proceso de paz abre una esperanza con el trabajo de la Unidad de Búsqueda.
Elizabeth no había podido llegar hasta ahí, hasta clavarse a la tierra. Cuando llegó a Londres, la migra la retuvo un día en un cubículo porque no había traductor al español. Ya sabían que pedía refugio, pero no por qué. Al día siguiente, en el carro que la llevaron a un hostal, se encontró con otro colombiano, que no le abrazó con buenas noticias:
-A todos los que traen aquí es porque los van a deportar.
En lugar de deprimirse, ella se puso contenta, aunque al colombiano no le entraba en la cabeza:
-¿Como que…? ¡Si todos venimos para entrar y usted quiere salir! ¡Quiere que la devuelvan y ni siquiera ha entrado!
El 4 de julio, la desaparición de otro amigo, el abogado Alirio Pedraza, le avisó de nuevo que tenía que quedarse. 30 años después, el tamaño del zapato de Alirio en una foto de familia donde se veían las baldosas del suelo en la plaza Bolívar sirvió para tomar la medida de las distancias en el montaje de Forensic Arquitecture y la Comisión de la Verdad sobre el caso del Palacio de Justicia que se presentó hace unas semanas, y donde se da cuenta de los trayectos de otros desaparecidos.
El tamaño del zapato de un desaparecido que ayudó a que otras huellas no pudieran borrarse.
Elizabeth, clavada en el exilio regresó tiempo después a buscar las de Marino. Pero la ficha decadactilar había desaparecido de la Registraduría. Otra niebla artificial trataba de borrarlo del mapa. Cuando por fin pudo encontrar una mano amiga que le ayudara a bucear en la burocracia, le llegó un certificado que decía que la cédula había sido cancelada por muerte. Pero ella no sabía nada.
En otros casos, los familiares pasan por tortuoso proceso de la “muerte presunta” que les ha atormentado a tantos: darlo por muerto tú para poder tener papeles, pensión o cualquier otra respuesta, mientras quienes se lo llevaron siguen ocultando su destino. Pero en este caso, no se trató de eso, simplemente el procedimiento de anulación de cédula por muerte. La Registraduría dice que tomó la decisión de anularla, junto con cerca de 200 cédulas más, en una resolución colectiva.
Los procedimientos son así, mecánicos, aunque en este caso ni la mecánica cuántica, en la que la propia observación cambia el lugar de las cosas, puede explicarlo. La cédula había sido cancelada por muerte el 1 de enero del 1987, pero él desapareció el 22 de enero de ese año. Marino está desaparecido, y también lo está su acta de defunción, que se perdió entre Tunja y la Fiscalía. El registro de defunción es importante porque ahí te dice el lugar de inhumación.
Todo esto trae la desaparición forzada y sus búsquedas. Y esa fuerza inquebrantable que también lo es desde el exilio. Desde ahí, está empujando para ese día señalado que los familiares esperan y luchan, ella que tiene todas sus huellas. El día de encontrarlo.