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Esta elección plantea un debate profundo sobre la reinvención de nuestra identidad nacional. ¿Nos quedamos en la derecha o nos movemos hacia la centro-izquierda? Eso es lo que está en juego.

Los resultados de la primera vuelta presidencial para elegir el primer mandatario del postconflicto entre el gobierno y las FARC mostraron que finalmente el país está saliendo del embrujo de la negación de la diferencia que había mantenido el enfrentamiento entre visiones opuestas de país.

A pesar de la desilusión que muchos han expresado por la derrota del centro, el triunfo de Gustavo Petro por un estrecho margen sobre Sergio Fajardo es hoy la única oportunidad para cerrar este periódo excluyente de nuestra historia republicana y abrir una nueva era. Una era donde sea posible construir sobre valores que fueron promovidos por sectores democráticos provenientes de conservadores como Alfredo Vásquez Carrizosa, de liberales como Luis Carlos Galán y de líderes de izquierda como Bernardo Jaramillo. Y que ahora encarnan personas como Antonio Navarro, Iván Cepeda y Angela María Robledo, para mencionar unos pocos.

Lograr que esta nueva era sea una realidad no es fácil, y aunque parezca paradójico, no depedende del arraigo que aún tiene una mentalidad de derecha radical, que se niega a desaparecer promoviendo una visión heteropatriarcal del mundo, que legitima la dominación de los fuertes sobre los debilies y que desconocé los derechos de víctimas, como las madres de Soacha. Depende del voto de un sector que gracias al proceso de paz ha despertado de su letargo político y hoy le apuesta a una visión de centro.

El tamaño de este sector y el compromiso que ha mostrado con la defensa de la construcción de paz en el marco de un fortalecimiento institucional es una gran noticia para la democracia colombiana. Su voz es fundamental en la redefinición de nuestra identidad nacional; ahora que estamos viviendo el paso del caudillismo electoral a la cultura política del criterio individual. Quizás por eso hoy, una parte de este sector levanta su voz a favor del voto en blanco, para distinguirse de la izquierda.

Ese es el debate de fondo que tenemos hoy: ¿Quiénes somos y cómo queremos que nos vean los demás? ¿Somos promotores de una Colombia de derecha, de izquierda o de centro? La mayoría del 53 % de los votantes expresaron su deseo de ver una Colombia de centro-izquierda. Unos la quieren más hacia la izquierda otros más hacia el centro.

A pesar de las alianzas que se han dado alrededor de Petro, zanjar este debate es difícil; y es posible que sobre esta división capitalicen su triunfo la derecha y los sectores tradicionales que no quieren reimaginar nuestra identidad nacional.

El programa de Duque se enfoca en revitalizar una identidad nacional hecha a la imagen y semejanza de una tradición ultra-conservadora encarnada en Alejandro Ordoñez y Fernando Londoño, que tristemente niega la misma diversidad que defiende el centro. Por eso, aunque muchos de los que apoyan el voto en blanco no lo quieran ver, el centro tiene más espacio para crecer en un gobierno de Petro.

Es inegable que un aporte para que Colombia reinvente su identidad nacional es que el pragmatismo político prime en el sector que defiende su identidad de centro a través del voto en blanco, por que el voto en blanco, en esta elección, es un cero a la derecha. Suma en contra de una colombia más democrática, más de centro.

Es el cofundador de Rodeemos el Diálogo (ReD), profesor investigador en el Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester e investigador asociado de PostiveNegatives en Soas, Universidad de Londres. Se doctoró en relaciones internacionales en la Universidad de Sussex. Sus...