Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
En las respuestas que ha dado en estos días el padre Francisco de Roux al problema producido por la decisión del Congreso de eliminar el artículo 8 del Plan Nacional de Desarrollo (PND), que incorporaba las recomendaciones de la Comisión de la Verdad (CV), hay un asunto que debe ser interpretado de forma más amplia con el fin de ver el sentido ético y moral que está contenido en estas recomendaciones: se trata de la relación entre la moral y la política.
De Roux muestra que el juego político de nuestra democracia está atravesado por diferencias radicales que podrían interpretarse en el sentido en que Maquiavelo entendió que la esfera de la política es totalmente autónoma con respecto a las demás formas de actividad humana y, en primer lugar, respecto de la moral.
En esta confrontación de diferencias radicales entre enemigos desaparece el sentido que el Acuerdo Final le dio a la CV de esclarecer la verdad histórica, ética y política del conflicto armado interno.
Este sentido ético y político consiste en mostrar cómo Colombia puede superar los años de horror, guerra y violencia, es decir, cómo es posible superar lo que la CV describe como lo intolerable, como aquellos daños extraordinarios que han sido considerados en otros lugares como imperdonables: Auschwitz, el genocidio de Camboya, el genocidio de Srebrenica.
Según el Informe de la CV esto se traduce en las siguientes cifras: hay registros de 450.664 homicidios y 121.785 desapariciones forzadas entre 1985 y 2016. Se contabilizan 24.600 muertes en 4.237 masacres entre 1958 y 2019, se incluyen los 6.402 “falsos positivos” y 50.770 personas secuestradas entre 1990 y 2018 por las FARC (40%), los paramilitares (24%), el ELN (19%).
De esto surge, dice De Roux, “un clamor moral público contra lo intolerable. Esta es la vinculante moral que el Congreso decidió descartar”. Y para descartarla los políticos acudieron a un viejo expediente: la ética, al que Maquiavelo le dio su expresión moderna; esta suele constituir un obstáculo dentro del ámbito de lo político.
Así, el Congreso, en una decisión que ganó el Centro Democrático (CD) sustentada por la senadora María Fernanda Cabal, le dio un golpe muy fuerte a la CV y de esta manera nuestro parlamento se alinea con la narrativa construida por Uribe, Duque y el CD desde el inicio de las negociaciones en La Habana, que dice:
- en Colombia no ha habido en los últimos 50 años una guerra o un conflicto armado, sino una confrontación militar del Estado con el enemigo en la cual las fuerzas armadas fueron vencedoras;
- la guerra es una ficción creada por intelectuales y políticos de izquierda para justificar la creación de un sistema de justicia (JEP) y de verdad (CV) para garantizar la impunidad de las guerrillas de las FARC;
- en conclusión, la JEP y la CV son ilegítimas y carecen de aceptación y apoyo social.
Hay que entender entonces que el golpe dado por el CD es otro paso en el proceso de silenciar la narrativa que están construyendo la JEP, la CV y la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas sobre lo sucedido durante más de 50 años de conflicto armado y sus responsables colectivos e individuales.
Para el CD, se trató de eliminar el artículo 8 del PND, y así deslegitimar las “Recomendaciones de la CV”. Esto no lo entendió el siempre bien ponderado senador De La Calle, y terminó así poniéndose del lado de la senadora Cabal.
Es un asunto bastante claro entre nosotros que Uribe, Cabal y el CD no quieren conocer ni permitir publicitar la narrativa oficial que está construyendo la JEP y la CV sobre nuestra historia violenta ni quieren que se sepa nada sobre quienes fueron sus responsables.

Por esto buscan negar la verdad que el Informe Final de la CV devela. Para lograr esto, el CD ha construido un informe alterno para contar su verdad, que denominan Informe de la Comisión Civil del Esclarecimiento de la Verdad. De esta manera arremeten contra la política de la verdad y la memoria, plasmada en el Informe Final, y abogan por una política del olvido.
No contenta con el triunfo del CD en su iniciativa legislativa contra la JEP, la senadora Cabal atacó fuertemente en las redes, en la W radio y en Semana a los comisionados a quiénes acusó de graves delitos y faltas éticas.
Usó duros calificativos, difamaciones e insultos en contra del padre de Roux con el fin de anularlo en la esfera pública. Vemos así que mediante sus ataques busca ahondar la división en la sociedad entre buenos y malos, establecida desde hace unos años mediante la conocida polarización.
Y concluye que frente a los malos —la CV y la JEP— no puede haber ningún tipo de contemplación ni actitud prudente; la receta es eliminarlos del mundo público. La descalificación de las personas en el patíbulo virtual, facilitado por la W Radio, Semana y las redes permite que los ataques e insultos puedan disfrazarse además de corrección moral.
Tenemos entonces tres tesis. Primero, hay una separación radical entre la esfera de la política y la esfera de la moral, construida en función de eliminar el clamor moral de toda la sociedad contra lo intolerable.
Segundo, para eliminar las recomendaciones de la CV del PND los políticos acudieron a un viejo expediente al que Maquiavelo, como lo mencioné antes, le dio su expresión moderna: la ética suele constituir un obstáculo dentro del ámbito de lo político.
Es decir, de la tesis de la autonomía de la política se puede deducir que las acciones políticas necesarias para crear o conservar un Estado, aunque sean delitos o violen cualquier moralidad, se justifican como medios que deben ser considerados solamente en su relación con los fines.
Tercero, a la vista del conjunto de experiencias históricas de un realismo cruel y desalmado Kant declara “que el juego de la política no se juega con fichas sino con hombres de veras, con seres humanos de carne y hueso, cuyo bienestar e infortunio dependen de dicho juego” (Cassirer, 1981, 301).
En este juego, afirma Kant, hay dos actores: el moralista político y el político moral. Mientras el primero afirma (tesis 2) que el político debe actuar siempre según convenga a las circunstancias y al dominio de las mismas, el segundo (tesis 1) intentaría conjugar sus pautas de conducta con las exigencias éticas.
Esto último expresa el sentido del Informe de la CV que, en la forma del político moral, manifiesta la esperanza de que la sociedad colombiana pueda generar transformaciones que hagan viable la construcción de unas nuevas formas de vida civilizada y justa.
Y así terminar citando al gran poeta español Antonio Machado que puso en boca de Juan de Mairena estas palabras: “Cuando nuestros políticos dicen que la política no tiene entrañas aciertan alguna vez en lo que dicen y en lo que quieren decir: Una política sin entrañas es, en efecto, la política hueca que suelen hacer los seres humanos de malas tripas”.