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El presidente Duque, como parte de su estrategia para terminar con el régimen de Maduro en Venezuela, ha señalado que en el país vecino el narcotráfico tiene fuerte asiento. Los alcances del narcotráfico serían tales que, según el presidente, habrían logrado cooptar a la cúpula de las Fuerzas Armadas: los altos mandos, el generalato y al dictador.
De esta forma, más que una cúpula militar estaríamos ante la configuración de un cartel de narcotráfico que incluye generales y otros mandos similares. En la perspectiva del presidente Duque, la dictadura de Venezuela está corrompida por la ambición del dictador y por los intereses de los narcos, o sea, es una narcodictadura. De hecho, la DEA paga recompensas por el cartel de los soles venezolano, lo que incluye una recompensa por Maduro y Diosdado Cabello.
Sin embargo, en el eventual caso de tener razón el impopular presidente colombiano, los alcances del narcotráfico, su capacidad de corromper a distintos sectores políticos, económicos y militares, supera la situación de Venezuela. Dos ejemplos de ello son México y Colombia.
Estos dos países, con Venezuela y Honduras, hacen parte de una de las tantas rutas del narcotráfico por la cual llegan toneladas de cocaína a Estados Unidos. El “Chapo” Guzmán (capo del cartel mexicano de Sinaloa y ahora extraditado a Estados Unidos) sería uno de sus gestores, logrando así anudar la cadena logística de la ruta: en Colombia compran la cocaína y la envían a países de tránsito, como Venezuela, Honduras y México, para venderla finalmente en las calles gringas.
Para lograr una ruta que compromete a varios países con sus respectivas Fuerzas Militares, el narcotráfico acude a la violencia y la corrupción, plata o plomo, al decir de Pablo Escobar. En México, para los años noventa, uno de los casos más sonados fue el del General de división Gutiérrez Rebolledo, comisionado del Instituto Nacional para el Combate de las Drogas (Incd), quien resultó ser el protector del famoso narcotraficante Amado Carrillo Fuentes, más conocido como “El señor de los cielos”, jefe del cartel de Juárez.
De manera reciente, el escándalo recayó sobre el general Salvador Cienfuegos, quien fue acusado de narcotráfico y lavado de dinero. Este general fue secretario de Defensa Nacional en el Gobierno de Peña Nieto y quien tenía entre sus objetivos capturar o dar de baja al Chapo.
Y Colombia no podría ser la excepción cuando ocupa a nivel mundial uno de los principales lugares en el narcotráfico. El general Santoyo, antiguo jefe de seguridad del expresidente Uribe, terminó en una corte federal de Estados Unidos donde aceptó los cargos por vínculos con el narcotráfico.
Recientemente, la Fiscalía investiga al general (r) Leonardo Barrero Gordillo, excomandante de las Fuerzas Militares bajo el Gobierno de Santos, por ser presuntamente aliado del clan del Golfo. La situación de Barrero compromete a otros militares, aún activos, que harían parte de la estructura criminal.
Además, el caso Barrero condujo a organizaciones de derechos humanos a exigir una investigación exhaustiva porque, en retiro, Barrero estuvo como contratista al frente del programa de protección de líderes sociales del Gobierno Duque.
Estos y otros hechos que comprometen a sectores de la Fuerza Pública con el narcotráfico han llevado a personajes como Maduro a sentenciar que Colombia es una narcodemocracia, epíteto en respuesta a su homólogo colombiano que lo tilda de narcodictador.
Las investigaciones también han mostrado la corrupción en los mismos organismos de combate a la droga de Estados Unidos, posiblemente no con el mismo alcance que el cartel de los soles, pero sí como muestra del poder corruptor de los narcos, Estados Unidos no logra controlar sus fronteras.
Tan conocido es que el narcotráfico funciona corrompiendo militares que, en distintas narconovelas o narcoseries, este es un factor constante en el relato.
Por ejemplo, en “El señor de los cielos”, serie alusiva al jefe del cartel de Juárez, la producción cinematográfica cobija varios países, como Colombia, Venezuela, México y Estados Unidos, entre otros, para recrear las rutas del narco. En todos los países a los que llega el narco contacta militares y miembros de la DEA para armar y consolidar su emporio.
El presidente Duque en su persistencia en derrocar al régimen venezolano con agresiones arremete con afirmaciones que superan la realidad, el cartel de los soles es un cartel internacional porque el narcotráfico es un hecho con dicha dimensión creado por la prohibición y la guerra contra las drogas.
Persistir en la guerra contra las drogas, como hace el actual gobierno, solo profundiza la corrupción de los Estados porque narcotráfico y corrupción son las caras de una misma moneda, son consustanciales, si no hay cambio del enfoque prohibicionista en la política de drogas y su estrategia de guerra el problema continuará.