Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Los ciudadanos de los principales centros urbanos de la costa caribe estamos acorralados por el crimen. Una realidad desbordada que parece no tener dolientes en quienes deben tomar acciones públicas para atender una dura situación, pero tampoco en la sociedad que no se moviliza para exigir paz y tranquilidad en el territorio.
El miedo a perder la vida es una sensación con la que nos toca vivir a diario y que tiene unas afectaciones inmesurables en negocios y en la competitividad de las ciudades. En Barranquilla y el Atlántico en donde estamos ad portas de una temporada super importante para la economía y el disfrute social y cultural –los carnavales- no hay garantías para poder siquiera salir a la calle. Una incertidumbre que no sabemos en qué puede terminar.
Localmente las autoridades miran para otro lado y hay una sensación de impotencia. El alcalde de Barranquilla parece absorto en sus inconclusas obras de infraestructura, y luce desbordado y sin respuestas claras. Sus paseos en lancha en mallorquín, videos en los barrios y premios intrascendentes contrastan con la crisis de seguridad que vive la ciudad.
Haber enfocado un modelo de ciudad en ser atractivo turístico sin consolidar la sostenibilidad social y presupuestal hace que le cueste reconocer la dimensión del problema (no conviene para la imagen de la urbe).
Además, no hay recursos disponibles para atender la emergencia que vivimos. La mayoría de la plata se va en los contratos y contratistas que terminan favoreciendo a su círculo de amigos y socios. ¿Los programas de seguridad no les deja suficientes ganancias individuales a los que están acostumbrados?
Nos preguntamos también si la paz total nos está jugando en contra en algunos territorios. Como recurrentemente lo vienen señalando los expertos, como Trejos y Badillo y el senador Ariel Avila, estructuras delictivas intermedias -que no están en la negociación- buscan llenar los espacios de las grandes estructuras nacionales. Por eso hay un conflicto por el control del delito.
Si no hay una política de seguridad para combatirlos, la guerra urbana va a seguir escalando. Ahí la paz total tiene un punto ciego y si no se atiende con celeridad seguiremos en un circulo vicioso de escaladas, de más acciones, nuevas masacres o toques de queda como lo vienen imponiendo en Barranquilla las bandas que se disputan el negocio.
La otra realidad es el acorralamiento de la sociedad que parece aguantar estoicamente el embate de los violentos. La guerra urbana en su desbordamiento ya viene tocando a ciudadanos de a pie.
No se ha aclarado la última masacre en Barranquilla, pero todo parece indicar que se llevaron por delante a victimas inocentes incluidos a seis heridos que no tenían nada que ver con las víctimas fatales.
La incursión violenta se realizó en un sitio lleno donde se veía un partido de futbol, algo que ya había ocurrido recientemente en el Barrio las Flores y en un atraco en donde falleció una menor.
¿A diferentes sectores de la sociedad nos está faltando exigir con más fuerza acciones contundentes a las autoridades locales y nacionales?
Si no lo hacemos, tarde o temprano este flagelo nos terminará tocando a todos y todas, como lo advierte el célebre poema de Bertolt Brecht, cuando la indiferencia se toma a las sociedades: ¿terminará tocando a nuestra puerta la violencia?
Esta inmovilidad tiene que ver con parte de la propaganda local que nos viene diciendo que nada está pasando y que pronto pasará la crisis. Seguimos al compás de espera del gobierno nacional y la esperanza que la estrategia de negociación de la paz total funcione.
Sin embargo, el tiempo apremia y las victimas fatales las sigue poniendo la gente más vulnerable en la ciudad, sobre todo, jóvenes de las barriadas populares. La zozobra en los negocios es predominante porque la extorsión es brutal y mucha gente comienza a cerrarlos o a trasladarlos a otra parte del país. En un grito desesperado a propósito de los carnavales parte del comercio ha pedido que el ejército salga a las calles
Necesitamos movilizarnos contra los violentos y mandarles un mensaje contundente de rechazo y unión frente a su accionar. Debemos exigir a las autoridades nacionales articulación y acción inmediata. Apoyemos la necesaria protección y fuerza del estado contra los violentos. No más violencia en Barranquilla y la costa caribe colombiana.