Cuando estás en medio de las cosas tienes la perspectiva de los detalles, te acostumbras a ver las rendijas y agarrarte a ellas. Pero también pierdes la perspectiva más grande, o no tienes tiempo ni puedes subirte a los árboles para mirar.

Cuando estás lejos, como en el exilio, ves las cosas mediadas por las noticias que se fabrican a base de horrores o discursos políticos. La brocha gorda corre el riesgo de convertir un paisaje delicado en un tracto de cosas gruesas en las que no puede verse la vida.

Ella estuvo siempre metida en la foto pequeña. Esa en la que corres por los ríos, buscas apoyo para la gente, comes con ella, eres ella, te enfrentas a los peligros, ves el sol de la tarde, y sientes esa confianza, en medio de todo, de que lo que haces cambia las cosas, así en este lugar alejado del centro del país, en esta selva del Caquetá. En la otra realidad, en la que habita ahora, las cosas desde lejos no te dejan sentir aquel latido. Tienes una fotografía grande que te hace ver las cosas en perspectiva, entiendes más la historia o la desesperanza.

La foto pequeña es esa que te hace vivir entre la gente y las necesarias transformaciones de la vida cotidiana. La grande, es otro tipo de conciencia que no puede desconectarse de la vida ni del territorio si no quiere perderse en una nube estéril, que requiere de ese diálogo para que la gente no se disuelva en la distancia.

El exilio tiene su propia fotografía pequeña, que hace que no te olvides de que aquí y ahora también se construyen vínculos y vidas, ese otro tipo de país de puntitos que juntos hacen ese gran cuadro impresionista. La foto chiquita te da su latido y el sentimiento del cambio, la grande te da otro tipo de conciencia de lo que hay que cambiar. Tal vez se trate de hacer que la foto chiquita pueda abrazarse con tantas miles y miles que forman parte del dinamismo de Colombia, y nos den la perspectiva no solo de lo que hay que cambiar, sino de lo que hay que unir para ese otro cambio necesario que ya viene. El exilio es parte de esa transformación.

– La decisión implica que, donde uno esté, se trata también de seguir viviendo, incluyendo un proyecto colectivo del que quieres formar parte.

Las mujeres, militantes de la vida, en este 8 de marzo nos abrazan también con su foto grande, aquí y allá. Así aprendemos.

Fue comisionado de la Verdad. Tiene más de 30 años de experiencia en atención psicosocial a víctimas de la violencia. Ha asesorado a varias comisiones de la Verdad en Perú, Paraguay y Ecuador. Fue coordinador del informe Guatemala Nunca más. Es médico y doctor en psicología.