Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
La inmensa riqueza de su bosque nativo, el compartir de las serpientes sobre el mismo camino, la sombra de la palma de chonta y el agua de sus verdes ríos contrasta con la elevada pobreza y aislamiento de sus gentes.
Esta vez la invitación al desarrollo de nuestras cátedras la hizo la comunidad de San Diego, en el municipio de Samaniego Nariño, territorio indígena del pueblo Pastos de la Montaña, asentamiento cercano del río Saspí afluente del Alto Telembí. Caminar por más de tres horas continuas por trochas escarpadas, genera aceleración de los latidos del corazón, poco oxígeno y mucha deshidratación. La recompensa es llegar y admirar la riqueza natural que se va encontrando a medida que se explora.
Hace mucha falta realizar un inventario e identificación de la biodiversidad existente en esta zona del neotrópico húmedo. Aquí el agua brota en cada paso. En efecto es una selva que hace parte del Chocó Biogeográfico que va desde Panamá hasta el norte del Perú. En medio de la tulpa andina escuché a Alfonso Vallejo decir que su hijo tuvo un encuentro con un inmenso tigre de rayas y que hay varias especies de “tigrillo” o tigre pequeño. Llena de alegría que especies endémicas aún están coexistiendo con el ser humano, aunque lamentablemente se vuelven enemigos en la frontera agricola.
La inmensa riqueza de su bosque nativo, el compartir de las serpientes sobre el mismo camino, la sombra de la palma de chonta y el agua de sus verdes ríos contrasta con la elevada pobreza y aislamiento de sus gentes. Mauricio Bernal cuenta que hace doce años los gobiernos locales no han realizado inversiones públicas. Que la vía carreteable es una gestión impulsada por la misma comunidad. El puesto de salud no funciona hace más de diez años. Hay una sola profesora para seis grados en una escuela que se le está cayendo el techo a pedazos y aún no existe energía eléctrica. Las bombillas solo iluminan dos horas en la noche y se apagan junto con el motor a gasolina que retumba en los nocturnos cañones.
Nexzar Andrade dice que la gente de la montaña ya perdió la esperanza en los funcionarios públicos y los políticos. Que siempre han sido engañados, sin embargo seguirán haciendo defensa de sus derechos. Julio expresa “ya no se puede creer en nadie”. Y es que parece que la mentira y la estafa es hermana gemela de los politicos de oficio. La desilusión comunitaria que produce el aislamiento provocado por los mismos gobiernos es el mayor signo de violencia. Alfonso expresa que le ha tocado hacer de médico, psicólogo y comisario ante el caso de una abuela indígena abandonada y con problemas mentales, de quien ninguna institución se quiere hacer cargo.
En medio de las letanías y la catarsis comunitaria que genera un taller – reflexión sobre democracia y protección de la biodiversidad, emerge la importancia de los niños y las niñas. En la noche anterior y alrededor del calor de una fogata, Erica una niña de nueve años, contó por más de una hora seguida las historias mágicas de la montaña. Demostró con su narrativa que la esperanza de un mundo mejor emerge con mucha fuerza en las nuevas generaciones. Así lo asintió Jessica Polano de la organización Oikos Onlus, quien acompañó la visita y transmitió un mensaje de ánimo a estas comunidades resilientes.
La gente de la montaña es humilde pero con carácter. Tienen máxima riqueza en biodiversidad pero alta pobreza monetaria. Son excluidos de los gobiernos pero han construido su gobierno propio a través del cabildo indígena del pueblo Pastos. Gente que le sigue apostando al Estado Social de Derecho. Líderes y lideresas como Luis Cadena, Jairo Cadena, Francisco Insuasty, Dora Bastidas, Manuel Rodríguez, Dina Melo, Jorge Martínez, Geobani Cárdenas y muchísimos más se han convertido en su faro. Que la Paz sea siempre en este territorio mágico.