Ante la situación problemática que enfrenta el gobierno Petro por el escándalo protagonizado por el exembajador en Venezuela, Armando Benedetti, y la exjefa de Gabinete, Laura Sarabia, el gobierno, en cabeza del presidente, salió a defenderse al mejor estilo del uribismo, sector que tanto han criticado. 

En efecto, el gobierno no ha dado explicaciones sobre toda una serie de irregularidades y posibles ilegalidades que rodean la bochornosa situación. Por el contrario, al estilo uribista, han enfilado baterías para descalificar la delicada situación y a sus protagonistas, especialmente a Benedetti.

Según el presidente Petro lo que pasa es un asunto menor, por ello se tomó una foto con su hija y, sonrientes, puso la frase “¿Intranquilos? ¡Qué va!”. 

¿Intranquilos?
!Qué va! pic.twitter.com/jmwUngPi8Z

— Gustavo Petro (@petrogustavo) June 5, 2023

Expresión escrita y gráfica con la cual quiere dar a entender que no pasó mayor cosa, cuando las evidencias dan para pensar todo lo contrario.

La postura del jefe ha sido seguida por sus subalternos sin mayor autocrítica o asomo de responsabilidad propia en el escándalo. Así, la mayor descalificación la hizo el canciller Álvaro Leyva quien dijo que a Benedetti no se le puede creer porque es “un drogadicto”.

Canciller Leyva llama “drogadicto” a ⁦@AABenedetti⁩ y admite que aceleraron su salida de la embajada pic.twitter.com/B2aSzKOHwp

— Darcy Quinn (@darcyquinnr) June 5, 2023

Esto en alusión al pasado de Benedetti y a las disculpas presentadas al presidente por el mismo exembajador al justificar la entrega a los medios de comunicación de audios comprometedores debido a “un acto de debilidad y tristeza” motivado por “la rabia y el trago”.

Según el canciller, a un drogadicto no se le puede creer. Sin embargo, a ese drogadicto sí le creyeron a la hora de la campaña a la presidencia, al punto de constituirse en parte fundamental para ganar la contienda.

Y luego le creyeron tanto que resultó nombrado embajador, cargo al que llegó designado por el presidente y refrendado por el mismo canciller. También llama la atención que el canciller quiera descalificar a Benedetti por “drogadicto” cuando el gobierno que representa promueve una política de drogas distinta al prohibicionismo, enfoque que históricamente ha estigmatizado a los consumidores de sustancias ilegales al denominarlos despectivamente como “drogadictos”.

A la línea de fuego de las descalificaciones se sumó la vicepresidenta Francia Márquez. Para ella toda la situación es obra del sector político de la derecha que “no se iba a quedar quieta mirando cómo gobernamos en favor del cambio para Colombia”.

Era de esperarse que la derecha no se iba a quedar quieta mirando cómo gobernamos en favor del Cambio para Colombia.

Toda la vida manipularon y engañaron al pueblo para mantenerse en el poder.
Ese es su modus operandi, así han funcionado siempre.

Pdte @petrogustavo estamos…

— Francia Márquez Mina (@FranciaMarquezM) June 5, 2023

Ahora resulta que la derecha es Benedetti. La declaración de la vicepresidenta encubre que la fuente del escándalo son sus propios compañeros de gobierno, ella quiere llevar la atención hacia afuera cuando el problema viene desde adentro.

En similar sentido, se expresó el sector político alineado con el gobierno: “el Pacto Histórico”. Para ellos lo que hay es un complot contra el gobierno.

Rechazamos los intentos de desestabilización a la democracia, a las instituciones y al gobierno del cambio provengan de donde provengan.

Comunicado conjunto bancada #PactoHistórico.

Vamos este miércoles 7 de Junio a defender las reformas en todas las calles de Colombia. pic.twitter.com/Se10ATqgA7

— Martha Peralta Epieyú (@marthaperaltae) June 6, 2023

Esta declaración sugiere la existencia de una conspiración, alguien, de adentro o de afuera, que quiere desestabilizar el gobierno del cambio. Hemos de imaginar que los conspiradores de afuera son la derecha, como afirma la vicepresidenta, y el conspirador de adentro es Benedetti.

Si hay participación de alguna derecha en el entramado de chuzadas a una empleada doméstica y a la posible financiación ilegal de la campaña presidencial, esa derecha es la derecha del presidente, su mano derecha, como valoraba a Laura Sarabia e incluso al mismo Benedetti por su papel para ganar en el Atlántico y asegurar así la presidencia.

Lo que hemos podido presenciar durante estos primeros diez meses de gobierno es que los llamados sectores de derecha no han necesitado mayor esfuerzo para hacer oposición al gobierno del cambio.

El gobierno ha hecho el trabajo solo. Los problemas mayúsculos tienen origen en el propio gobierno. Los sectores opositores desde la barrera se han dedicado a capitalizar fácilmente las salidas en falso y las irregularidades del gobierno Petro.

Son graves las denuncias o autodenuncias de Benedetti, y que las haga justamente él, uno de los hombres de confianza de Petro, le dan el carácter de gravedad, no es una fuente cualquiera, así ahora sus compañeros de gobierno lo quieran descalificar como drogadicto, de derecha y conspirador.

Que primen los adjetivos descalificadores sobre Benedetti más que las explicaciones sobre sus actuaciones como parte del gobierno, al mejor estilo de los uribistas al gobernar, es indicio de que en efecto existe algo serio que debe ser investigado por las autoridades competentes.

El gobierno del cambio debería mostrar la diferencia con los sectores políticos que tanto ha criticado cuando gobiernan, debería asumir los costos políticos de sus desatinos en vez de seguir el camino del desprestigio del opositor, camino que prometieron cambiar. ¿Intranquilos? ¡Claro que sí!

Es investigador y docente en el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia en Medellín. Allí coordina la línea de investigación en gobernabilidad, fuentes de riqueza y territorios. Es profesional en trabajo social, estudió una maestría en ciencia politíca y se doctoró en...