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Cuatro objetivos para consolidar la construcción de paz tras la elección de Iván Duque.
Lo que viene, después de la elección de Iván Duque, es un paso apenas lógico en la construcción de una Colombia en paz. Tendremos que seguir cultivando el diálogo; seguir involucrando a personas que vamos encontrando en el camino en la escucha activa, la reflexión crítica y la retroalimentación respetuosa. Tendremos que continuar alimentando la corresponsabilidad para cambiar la realidad y aprovechar los espacios cotidianos para sumar aliados de la construcción de paz.
Sin embargo, la sociedad civil debe ir más lejos; debemos plantearnos al menos cuatro objetivos.
Primero, debemos trabajar de manera incansable para que sectores opuestos se sienten a dialogar. El gran pacto político nacional que estaba concebido en el acuerdo de paz debe convertirse en una realidad. Debemos hacer presión para que el gobierno, la FARC y los partidos políticos con representación en el congreso logren dicho acuerdo pronto. Además, debemos replicar los diálogos improbables que han empezado a desarrollarse en varios territorios para hablar de desarrollo y un futuro compartido.
Segundo, debemos reforzar las iniciativas de pedagogía de paz. Es necesario desmontar el marco de referencia emocional adverso a la reconciliación basado en la envidia, el odio, el miedo y la venganza. Debemos involucrar a los escépticos e indiferentes para tejer un universo emocional en el que predominen: la autocrítica, la corresponsabilidad, la generosidad, la honestidad, la solidaridad y el respeto.
Tercero, debemos participar activamente en espacios de articulación entre organizaciones de la sociedad civil, la cooperación internacional y el Estado. Nuestra presencia en estos espacios es fundamental para fortalecer nuestras capacidades y para nutrir estos espacios con nuestra experiencia, basada en las lecciones aprendidas. Es aquí donde podemos proyectarnos pensando en la sostenibilidad y la expansión de proyectos de construcción de paz.
Cuarto, debemos ampliar y proliferar los espacios de diálogo entre ciudadanos para seguir fortaleciendo una ciudadanía activa. El diálogo entre constructores de paz y gentes del común es un terreno fértil para que prosperen ideas que permitan consolidar una paz estable y duradera. No obstante, es necesario invitar también a quienes piensan distinto. Abrir estos espacios de encuentro es fundamental para desmontar la estigmatización y contrarrestar la circulación de estereotipos. Tenemos que seguir ampliando la posibilidad de construir desde la diversidad.
Hemos caminado un largo trecho desde el 2014. Los retos de la construcción de paz hoy son diferentes a los que teníamos hace cuatro años. La sociedad civil de ahora es diferente gracias al proceso de paz. Hemos crecido a la par con este proceso. Así como a muchas organizaciones nos tocó reinventarnos después del plebiscito hoy la coyuntura llama a que nos reintentemos. Estoy seguro que estaremos a la altura de las circunstancias y que en cuatro años habremos cosechado nuevos frutos y profundizado transformaciones más profundas para empezar a vislumbrar destellos de la tan anhelada paz con justicia social.
Hace tan solo 2 años no teníamos un acuerdo de paz que defender, pero muchos teníamos la convicción de apoyar emocionalmente la negociación. Ahora que estamos construyendo paz, es cuando más debemos rodearla afectivamente, por imperfecta que sea. Viene entonces mucho trabajo, mucha unidad para avanzar, mucho cariño para cuidar lo alcanzado y sobre todo mucho diálogo para seguir renaciendo a cada paso, como el Tao.