Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Poner a las víctimas como núcleo de los acuerdos, no se materializa solo con llevar un selecto grupo a Oslo a recibir el premio nobel de paz; se visibilizan llevándolas a posiciones de poder.
Las víctimas del conflicto armado son la joya de los acuerdos de La Habana; por eso todos quieren con ellas, todos quieren representarlas y para todos son su razón de lucha; pero hasta ahora nadie se compromete.
El Gobierno Nacional, que ha centrado y fundamentado su discurso, en la defensa de las víctimas; realmente ha hecho poco por ellas; pues tan solo el Ex gobernador Alan Jara designado en la Unidad de Víctimas, sin mayor visibilidad e importancia en las decisiones estatales, es quien tenuemente las representa.
Y ni que decir de lo acordado en el texto final de los acuerdos, pues simplemente se limitaron a llevar a algunas víctimas representativas, a sostener diálogos casi etéreos, con contadas excepciones; con la comandancia guerrillera, que solo terminaron con lánguidas y corteses palmaditas; pero que frente a lo acordado, fueron casi desconocidas; pues solo con el resultado adverso del plebiscito, les dieron un poco de importancia, pero básicamente al sector que se oponía; más no a las que apoyaban.
La guerrilla no se queda atrás en la displicencia con las víctimas; pues a pesar del gran daño que causaron a estas, solo a regañadientes y ante el clamor popular, se atrevieron penosamente a solicitar perdón por sus dolorosas y criminales acciones y por la presión de los adversos resultados del plebiscito y del Fiscal General, han aceptado entregar parte del botín ilegal conseguido, para repararlas; ojala no vallan a sacrificar la verdad, que es hoy la razón más poderosa para legitimar los acuerdos.
Los partidos se han quedado rezagados en su defensa, pues incluso el propio Partido Liberal, que fue capaz de sacar adelante la ley de víctimas, anda adormecido en su defensa y los otros partidos de la unidad nacional, frente al tema son absolutamente inanes y el centro democrático que hace alarde de defenderlas; solo las ha tenido como instrumento palaciego, para sus premeditadas y hasta aviesas intenciones electoreras.
Y las víctimas, inmersas en sus propios y mezquinos intereses, han contribuido de manera indelicada, a que sus aciagas circunstancias de dolor y sufrimiento, sea epicentro y postulado de todas las partes; pero que contrario a lo que todas predican, son cada día menos visibles y protagónicas de lo acordado, como en su implementación; al punto de la insensatez conceptual, de aparecer una senadora, que valiéndose de su credencial y de su condición, toma vocería de estas, con los voceros de un partido, que en su periplo de gobierno, son reconocidos como los de mayor agresión y criminalización de las víctimas en Colombia.
Colocar a las víctimas como núcleo de los acuerdos, no se materializa, solo con llevar un selecto grupo a Oslo a recibir el premio nobel de paz, ni haciendo alarde de las dolorosas tragedias de horror y sufrimiento de estas; se visibilizan llevándolas a posiciones de poder; haciendo de la ley 1448 de 2011, una verdadera epístola, de profundo y sagrado acatamiento, por parte de todos; es haciéndolas parte de la implementación de lo acordado; pues nadie como ellas, conocen de sus peculiaridades, de sus dramas, de sus sufrimientos y por tanto nadie como ellas saben reconocerlas, interpretarlas y hacer los debidos filtros, para evitar que se colen impostores y avivatos, que contribuyen a la invisibilidad y re victimización de ellas.
Lo digo además como víctima: Me asesinaron a un hermano, a un cuñado, he recibido amenazas de muerte, atentados criminales y desplazamiento forzado, que he denunciado oportunamente y cuyos resultados, no son otros que la desidia y la impunidad, reflejo real de la invisibilidad de las víctimas en el tiempo de las víctimas.