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El 30 de agosto de 2017 podemos marcar un hito de reconciliación. La sociedad civil puede marcar el camino para que las instituciones dejen de estar atrapadas en las dinámicas de la guerra y la polarización.
La reconciliación es un proceso complejo, lleno de alegrías y tristezas, de altibajos, que nos permite al final hablar el mismo idioma, aunque pensemos distinto. La gramática de la reconciliación nos permite dejar de recrear la realidad en blanco y negro. Identificar los matices nos enriquece, y transforma nuestra experiencia del presente. Nos ayuda a fluir en la convivencia con el otro, reconociendo su legitimidad.
Toda sociedad fracturada por la guerra busca salir de los ciclos de violencia que perpetúan el odio y el rencor. Desde 1970 diferentes países han explorado el reconocimiento de graves violaciones a los Derechos Humanos a través de Comisiones de la Verdad. Estas comisiones no buscan castigar penalmente a los perpetradores. Su objetivo es permitir que afloren las voces de aquellos que han sufrido la violencia para complementar la información proveniente de archivos, testimonios e investigaciones que revelan los patrones de una violencia masiva que nunca debió haber ocurrido y que nunca más debe volver a ocurrir.
Después de la Comisión de la Verdad de Sudáfrica casi todas las comisiones han ampliado su mandato buscando además la Reconciliación. La experiencia internacional ha mostrado que el conocer lo ocurrido permite diseñar programas de reparación a las víctimas, para que recuperen su proyecto de vida y superen su condición de vulnerabilidad. Dignificar a las víctimas también dignifica a la sociedad en su conjunto; permite nutrir dinámicas virtuosas para reconstruir la confianza social.
A pesar que en Colombia se han creado múltiples comisiones de esclarecimiento para revelar el impacto de la violencia (1958), diagnosticar las causas de la violencia (1987), reconocer el entramado de la violencia regional y diseñar políticas públicas en el marco de acuerdos de paz entre el gobierno y algunas insurgencias (1992), visibilizar las voces de las víctimas para reconocer el impacto de la violencia en la sociedad (2013), y diagnosticar las causas del conflicto y las razones para su prolongación (2015), no hemos tenido en estricto sentido un mecanismo que cumpla con los estándares internacionales de comisiones de la verdad.
Sin embargo, el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz y Estable y Duradera firmado entre el gobierno y las FARC el 24 de noviembre de 2016 contempla la creación de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad la Convivencia y la No Repetición (CEV). La CEV será un mecanismo independiente y autónomo, escribirá un informe final que establecerá un relato histórico verificable sobre los patrones de victimización durante el conflicto armado y hará recomendaciones de política pública para desmontar dichos patrones, evitando que la violencia vuelva ocurrir. Durante su funcionamiento la CEV sentará las bases para la convivencia entre los colombianos.
Como parte de la implementación de los acuerdos, el Acto Legislativo 01 de 2017 creó el Sistema Integra de Verdad Justicia Reparación y No Repetición y el artículo 2 creó la CEV, como parte del sistema. Posteriormente, el Decreto Ley 588 de 2017 puso en marcha la CEV. Tanto el acto legislativo como el decreto están en revisión en la Corte Constitucional. Organizaciones de víctimas y otras organizaciones de la sociedad civil han expresado la urgencia de empezar las labores de alistamiento de la CEV para garantizar la integralidad de los derechos de las víctimas.
Sin embargo, la corte no se ha pronunciado hasta el momento. De igual forma que más de 2000 miembros de las FARC esperan se cumpla su libertad efectiva gracias a la Ley de Amnistía aprobada el 30 de diciembre de 2016. ¿La justicia para qué? ¿la justicia para quién? Se pregunta uno. ¿No es acaso la justicia un invento humano para transformar la venganza retributiva en reparación constructiva? La actuación de los magistrados, jueces y operadores judiciales en este momento transicional revela cómo una perversa superioridad moral permite la instrumentalización de la justicia convirtiéndose en un obstáculo para avanzar en la regeneración del tejido social.
La sociedad civil no puede quedarse inmóvil esperando que las instituciones avancen. Las instituciones son el reflejo de la sociedad y en un momento transicional muchas siguen atrapadas en la dinámica de la guerra. Nosotros debemos cambiar el ritmo, debemos marcar el camino, debemos sentar nuevos precedentes para que las instituciones cambien. Para que los burócratas entiendan que estamos dejando un oscuro pasado atrás.
Transitar el camino de la reconciliación no da espera. Desde ya podemos ir allanando el camino para cuando empiece a operar la CEV. Por eso la invitación de los jóvenes a una Jornada Nacional por la Reconciliación y el Perdón, apoyada y repotencializada por Julián de Zubiría para darle la bienvenida al Papa Francisco y a la paz, cobra gran importancia hoy.
Esta jornada que busca involucrar a los colegios y a las universidades de todo el país podría tener un profundo efecto reparador. Basta ya de señalarnos y recriminarnos. Parar las actividades al medio de día del 30 de agosto de 2017 para fundirnos en una hora de reflexión y celebración es un acto que nos merecemos todos los colombianos, sobre todo los jóvenes. Por supuesto que muchas heridas seguirán doliendo, pero también tendremos una alegría más que recordar.
Construir una sociedad que resuelva problemas comunes no es tarea fácil. Aunque en Colombia hay muchos ejemplos locales de perdón, nos ha hecho falta desde la sociedad civil marcar un hito de reconciliación. No tenemos que llegar a situaciones límite como la Marcha del Silencio del 5 de octubre de 2016 para hermanarnos. Es hora de unirnos en un gesto positivo en el que quepamos todos para ir sanando las heridas que nos hemos causado por fuera de la guerra y que nos impiden ser una gran nación.
Yo digo si a la Jornada Nacional de la Reconciliación y el Perdón, ¿tu porque no organizas y promueves esta jornada en tu institución? Seguro que mucha gente se sumará y agradecerá tu invitación. La reconciliación nacional empieza por ti.