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Más allá de politización de los procesos de paz y de reincorporación de excombatientes, hay otros terribles errores que si no tomamos medidas en el asunto, podrían ser la reencarnación de fantasmas de otros posconflictos en el postacuerdo colombiano. 

Este texto es la segunda de tres reflexiones acerca de experiencias postconflicto y los errores que se deben evitar en la implementación del acuerdo con FARC (Ver primer artículo)

Otro de los grandes riesgos en las primeras etapas de los procesos de posconflicto que han notado diversos autores tales como Fisas, Nussio, Kalyvas, entre otros, (además de la politización del proceso – que vimos en el primer artículo- ) es el riesgo de retornar a dinámicas de violencia que pueden darse por el regreso a las armas por parte de actores inconformes con la implementación o el fortalecimiento y/o surgimiento de otras estructuras de crimen organizado que junto con otros actores armados, copan los espacios dejados por los actores que se acogen a los procesos de paz.

 

2. Crimen organizado: una barrera para el postconflicto

La carencia de un adecuado esquema de fortalecimiento local e inversión pública sostenible que complemente los esfuerzos de reintegración de excombatientes, suele ser un elemento común en las primeras fases de la transición posconflicto. Se deben fomentar iniciativas de desarrollo del colectivo social que propicien un complemento ideal en el entorno de reintegración y que sirvan como barrera para el asentamiento de estructuras de crimen organizado en los lugares donde los actores armados dejan vacíos tras su desmovilización. 

A través de la experiencia internacional, se ha establecido que en los entornos comunitarios donde prevalecen la desconfianza, el miedo, la frustración y la limitación a la oferta pública, suele haber una mayor tendencia hacia la aparición o consolidación de estructuras ilegales de crimen organizado y delincuencia común; convirtiéndose así en un escenario inhóspito a los esfuerzos por construir paz y reconciliar una nación en el postconflicto.

 

El Salvador: El postconflicto que no estuvo listo para enfrentar violencias estructurales

Tras firmarse la paz en Chapultepec en 1992, las dinámicas de expulsión y violencia en los entornos familiares y comunitarios salvadoreños debilitaron los posibles entornos protectores ante las amenazas que se fortalecían con la deportación de salvadoreños desde los Estados Unidos. Estodejó la puerta abierta a nuevos actores que se anclaron en las dinámicas criminales locales que en la gran mayoría de los casos provienen de la misma comunidad; y de ahí radica en gran parte su facilidad para permear sus estructuras, obtener niveles de aceptación voluntaria o por medio de la intimidación y extorsión ante la ausencia de las estructuras estatales incluyendo la fuerza pública. Fue así que se consolidaron lo que hoy conocemos como Las Maras.

De esta forma, se generan nuevas dinámicas de conflicto en donde hubo un reciclaje de algunos combatientes, pero en donde principalmente se vincula a las generaciones que llegan a la juventud después de los Acuerdos de Paz o retornando del exilio, dinamitando los alcances de reconciliación y convivencia que se esperaban después del proceso paz. Aunque el fortalecimiento de Las Maras no tiene una correlación directa con el proceso de desarme y reintegración del FMLN y las Fuerzas Armadas de El Salvador, el haberle restado importancia a la consolidación de estructuras de crimen y del arraigo de la cultura de la ilegalidad profundizó la crisis socio-económica, creó fronteras invisibles y obstruyó esfuerzos de fomentar desarrollo desde lo local.  Se creyó que el crimen era un mal menor, hasta que fue ya tarde enfrentarlo con las medidas tradicionales. Pero adicional, tampoco mejoró las condiciones de los territorios afectados por la violencia ni de los que dejaron las armas y tras 20 años de postacuerdo, cerca del 83% vivía bajo la línea de la pobreza.

 

Balcanes El postconflicto que se dejó permear por el crimen organizado

La reintegración en los Balcanes de la posguerra enfrentaba una coyuntura no muy alentadora en términos de empleo en una economía destruido por la guerra y las medidas y regulaciones impuestas durante décadas por Serbia (Antigua Yugoslavia).  Según autores como Özerdem, las precarias fuerzas judiciales y policiales no podían contrarrestar las estructuras fortalecidas del crimen organizado y la mafia en los Balcanes. Ante la falta de oportunidades económicas, al igual que en casos descritos anteriormente, la consolidación de grupos ilegales al margen de la ley, generaron obstáculos a la reintegración de los excombatientes y en la restitución de las víctimas.

Los grandes esfuerzos en los procesos en los Balcanes para vincular al sector privado en los procesos de reintegración de excombatientes y de mayor alcance a la productividad y emprendimiento de las personas que dejaron los grupos armados, lastimosamente terminaron en un número considerable, cooptados por las economías ilegales manejadas por las mafias presentes en la región, dificultando el ejercicio económico en la legalidad y llevando a la reincidencia a parte de las personas que habían dejado los grupos armado.

 

3. La pobreza: el principal frente de batalla para el postconflicto

Haití: El postconflicto que perdió el pulso con la pobreza multidimensional

Ante la falta de capacidad estatal y la dificultad de la coordinación de las diferentes entidades internacionales presentes en el terreno, se optó por crear un esquema de reducción de violencia comunitaria dado que no había condiciones para ejecutar un desarme, desmovilización y reintegración tradicional, no obstante, se intentó tener los dos programas en paralelo con el apoyo de la MINUSTAH durante 3 años. Sin embargo, muchos años después la MINUSTAH aún no logra estabilizar el país.

 Ante el vacío de poder y tras el terremoto de 2010 que acabó con gran parte de la infraestructura, se consolidaron a nivel de barrio diferentes bandas delincuenciales cuya creciente injerencia en zonas vulnerables dificulta cualquier tipo de esfuerzo nacional o internacional, además de replicar los ciclos de violencia social que había dejado la pugna política en décadas anteriores. A hoy, Haití sigue siendo uno de los grandes retos en donde los esfuerzos de la cooperación internacional en temas de educación, emprendimiento, generación de capacidad instalad, entre otros, no han logrado dar los resultados esperados a pesar de la inversión. El ciclo de violencia ha vuelto a renacer desde el inquebrantable ciclo de la pobreza en Haití. 

 

Sudáfrica: Cuando la verdad no es suficiente para transformar

Hace 23 años se dieron las primeras elecciones con inclusión de todas las razas en Sudáfrica. A pesar de los avances en Justicia Transicional que trajo la Comisión de la Verdad sudafricana, contar la verdad no ha sido suficiente para que 23 años después se hayan tomado medidas sobre la corrupción y pobreza que enfrenta una amplia mayoría del país. Desde esa época gobierna en el país el Congreso Nacional Africano (el partido que lideraba Nelson Mandela), sin embargo, aunque la segregación ya no tiene un aparato legal que lo sostenga, la segregación se da en falta de acceso a servicios, oportunidades y educación, entre otros. Esta falta de acceso a oferta pública aqueja a todos, tantos a los exmilitares del SANDF[1] como a los ex militantes del Inkatha Freedom Party y demás grupos guerrilleros que alguna vez empuñaron las armas.

Las transformaciones estructurales que no se han dado, tienen otro agravante, nuevos brotes de tensión racial. Actualmente en Sudáfrica existen aquellos de piel blanca que afirman que Sudáfrica no tiene lugar para ellos, así como aquellos de piel negra que se quejan por la exclusión en ciertos lugares de la sociedad y de la política. Son cada vez más constantes las violencias grupales entre unos y otros, por especulaciones, por temores, por prevenciones que tienen disparada la violencia racial. Todo parece indicar que, a pesar de haber buscado la verdad, esta nueva generación nacida después del 1994 y que nunca sufrió el apartheid, está en riesgo de volver a repetirlo.

 

4. Presencia de más de un actor armado ilegal en el territorio

República Centroafricana: Los riesgos de una victoria militar sin cohesión

Tras la crisis derivada de las protestas contra el presidente Bozizé, éste pacta un acuerdo con la SELEKA (una confederación de diversas facciones que se oponían al presidente). Tras dos meses, se rompe la tregua y la Seleka se toma la capital y asume como presidente Djotodia.

Empero, una vez en el poder, las diferentes facciones de la Seleka se separan, tomando por su cuenta el control en ciertos territorios de interés y generando una nueva crisis de gobernabilidad. Además de la implosión que sufrió Seleka tras su victoria como grupo insurgente y llegada al poder, surgen nuevas milicias llamadas Anti-Balaka que se oponían a la violencia y control de la Seleka. En la actualidad la crisis de gobernabilidad es considerable además del agravante la presencia de Joseph Koni y su grupo Lord Resistance Army (LRA).

La comunidad internacional ha desplegado diversas misiones como EUFOR con cerca de mil hombres, el ejército francés tiene desplegada su fuerza SANGARIS así como la MINUSCA que es la misión de las Naciones Unidas que llegó a apoyar a los 6,000 hombres que tenía la Unión Africana. La multiplicidad de actores armados hace difícil el control del territorio así como la unidad para la toma de decisiones así como de procedimientos, dado que el gobierno no es autónomo y su rango de acción es limitado.

Hoy ninguno de los actores tiene un control real sobre el país y sus agendas están enfocadas más en el odio del enemigo que en propuesta reales de construcción de nación en especial en las zonas más marginales y lejanas de la capital Bamako, que son las más afectadas por el conflicto.

 

Filipinas: Un proceso para cada actor y cada disidencia

Durante la dictadura de Ferdinand Marcos el país tuvo un auge de grupos armados cuyas causas diversas incluían indígenas, musulmanes y marxistas-leninistas. Los procesos de paz arrancan con la caída de la dictadura, se dio inicio a las negociaciones con los dos grandes grupos que era el Frente Moro de Liberación de Liberación Nacional (MNLF por sus siglas en inglés) y con el Nuevo Ejército del Pueblo (NPA por sus siglas en inglés). En el marco de las negociaciones se han dado importantes escisiones o disidencias al interior de estos grupos guerrilleros que han generado acuerdos incompletos y negociaciones prorrogadas con las nuevas estructuras que se forman con los que abandonan el grupo.

Tal es el caso de los moros, del MNLF tras el primer acuerdo de Trípoli en 1976 surge una nueva agrupación llamada Frente Moro Islámico de Liberación Nacional, quien en 2014 firmó el acuerdo de paz con el gobierno, pero a este grupo se le separó una estructura que ahora se denomina Los Luchadores Islámicos del Bangasamoro (BIFF según sus siglas en inglés) quienes siguen operando en la ilegalidad.

Lo mismo ha sucedido con la guerrilla marxista-leninista aún en diálogos, de la cual se han salido estructuras que han adelantado procesos de DDR a lo largo del país como lo fue el Ejército Popular de la Cordillera que negocia en 1986 y ultima detalles del proceso en 2011, igual sucedió con el Ejército Revolucionario Proletario en 2000. Como se puede ver las disidencias ya sea para crear nuevos grupos que se mantengan en la legalidad o para adelantar procesos de DDR frente a una mayoría que no quiere negociar, termina con efectos similares y es que la paz se está construyendo a cuentagotas. Evidentemente han habido aprendizajes de los diferentes procesos, sin embargo la presencia de más estructuras armadas dificulta la implementación de los acuerdos, amenaza la seguridad de los desmovilizados y termina no siendo una gran paz integral para el país, además de un claro desgaste físico, económico y social que conlleva la negociación.

 

Myanmar: Negociando gota a gota

Tras la independencia en 1948, el país entra en una crisis de construcción de Estado que se ve catalizada por la gran diversidad étnica, lingüística y religiosa; existen 8 grandes grupos étnicos que se dividen en cerca de 135 subgrupos y que en su gran mayoría tienen una facción armada. Ante la multiplicidad de actores armados, la poca cohesión de sus alianzas y convergencia de sus reivindicaciones, desde 1995 el gobierno opta por establecer negociaciones bilaterales con dichos grupos armados.

Estas negociaciones se enfocaban en el cese al fuego, pero no en medidas de más largo plazo en temas de resolverlas causas del conflicto y reintegrar a las facciones armadas, por ende, eran acuerdos que se rompían una y otra vez dependiendo de los intereses de las partes.

Desde hace casi dos años existe un esfuerzo por buscar un acuerdo generalizado con los grupos armados de manera colectiva. De los 23 grupos armados más grandes, 16 están negociando, pero acuerdos que siguen siendo más de cese de fuego o de armisticio que en verdad de fin del conflicto y sin incluir cerca de la tercera parte de los grupos armados más grandes del país.

 


[1] South African National Defense Forces

Abogada santandereana, especializada en negocios internacionales. Especial interés en temas de desarrollo y crecimiento económico. Amplia experiencia en el sector público y privado con énfasis en el diseño y ejecución de políticas públicas relacionadas con la internacionalización de la economía...