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Nos recuerda que hay una enorme impunidad, que hay muy poca justicia pero, sobre todo, que hay una inquietante ausencia de verdad.

Foto de portada: http://www.colectivodeabogados.org/

Como ella misma cuenta, doña Luz Marina Bernal hasta fines del 2007 fue una boba que se creía el país que le contaban por televisión.

Cuando su hijo Fair Leonardo desapareció el 8 de enero de 2008 todo cambió para ella.

A los 5 meses de embarazo doña Luz Marina fue atropellada por un carro y Fair recibió un impacto muy fuerte. Pero pudo nacer y vivir.

A los meses de nacido contrajo meningitis. Ella luchó por darle las mejores oportunidades a su hijo dentro de las limitaciones de su condición. Fair Leonardo era un joven de 26 años pero con las habilidades y capacidades de un niño. No conocía el valor del dinero y confiaba en todos los que le rodeaban.

Esto fue aprovechado por personas criminales para llevárselo a una vereda de Ocaña, entregarlo a miembros del Ejército que lo asesinaron y lo presentaron como el jefe de una organización narcoterrorista dado de baja en combate. Fue víctima de un falso positivo en nuestra jerga, de retención, desaparición forzada y ejecución extrajudicial en la del derecho internacional.

Cualquiera se puede imaginar el dolor y la indignación de una madre en una encrucijada originada por la más baja de las inmoralidades: el ejercicio de la brutalidad sobre el indefenso.

Doña Luz Marina es una mujer inmensamente grande, pocas personas en Colombia tienen el poder ciudadano y ético que ella ha desarrollado, casi siempre en la mayor de las soledades y casi siempre perseguida por la mano negra del para Estado, que la ha amenazado para impedirle que denuncie y que exija sus derechos y los de las demás familias.

Doña Luz Marina es una mujer que sabe esperar.

La verdad, la justicia y el amor fiel e incansable están de su lado. Representa la voz de un pasado incómodo y una verdad diferente a la oficial. Ella realiza todos los días un saludable ejercicio de  memoria. Nos recuerda en cada una de sus intervenciones que son más de 5 mil los jóvenes inocentes asesinados y presentados como falsos positivos.

Nos recuerda que son más de 12 mil funcionarios públicos los presuntamente implicados. Nos recuerda, con la precisión de las fechas, que no ocurrió en tiempos de Gaitán sino en los nuestros, invitándonos a elegir de qué lado estamos.

Nos recuerda que hay una enorme impunidad, que hay muy poca justicia pero, sobre todo, que hay una inquietante ausencia de verdad. Ella también nos recuerda que la paz es un deber constitucional, un imperativo ético y una obligación moral.

Doña Luz Marina se hizo fuerte en la mayor de las adversidades.

El poeta alemán Hölderlin dice en uno de sus versos: “allí donde crece el peligro / habita la salvación”. El ejemplo de mujeres como doña Luz Marina es de lo poco rescatable de más de 50 años de guerra.

Su testimonio de vida, el ejercicio de su liderazgo y su compromiso con la justicia son un espejo en el que todos debemos mirarnos para salvarnos en tiempos de paz de los horrores de la guerra, que nos invita a todas y a todos a reflexionar sobre la sociedad que queremos ser y sobre el verdadero sentido y costo de la paz para la población civil.