Para evitar que los negociadores se vuelvan mensajeros entre La Habana y Bogotá, Santos debería viabilizar las propuestas que hacen algunos miembros del No para participar en la mesa de renegociación.

De cara al inicio de un proceso esperanzador con el ELN, el final del proceso con las Farc no se ve tan claro por la milimetría y cálculo político que algunos representantes del No y del Sí han asumido en perspectiva a las elecciones del 2018.

En medio de esta “politiquería milimétrica”, el final de los Acuerdos de La Habana también es muy incierto, por la metodología que se ha asumido para renegociarlos. Negociadores del Gobierno que no se sienten cómodos para transmitir lo que no comparten, remitentes que no confían en que su mensaje va a ser transmitido como quisieran y negociadores de las Farc que no están dispuestos a hacer cambios profundos a lo acordado y firmado con el Gobierno.

Esto se va a demorar porque los negociadores del Gobierno, que más bien parecen mensajeros, tendrán que regresar al país para retransmitir lo que digan los miembros de las Farc; un ciclo interminable de negociación del “lleva y trae” en medio de mutuas desconfianzas, posible pérdida de cohesión de los miembros de las Farc, donde no pocos pueden migrar hacia otras actividades delincuenciales, y riesgos de reactivación del conflicto armado. 

En este caso, dejando de lado los cálculos políticos de los dos lados y con el objetivo de avanzar de manera rápida en la renegociación de los acuerdos, el Presidente debería viabilizar las propuestas que hacen algunos miembros del No para participar en la mesa de renegociación de La Habana, para que de manera directa expongan y negocien sus propuestas de modificación. De hacerse de esta manera, los acuerdos a que se lleguen tendrán una mayor y credibilidad, apoyo social y se logrará el anhelo de una paz estable y duradera.

Esta participación tendría como condición la confidencialidad hasta que se llegue a acuerdos definitivos, para no armar debates interminables después de cada reunión. Hay que recordar a quienes se oponen a la participación de los del No en la mesa de La Habana que la paz duradera es posible si se concerta entre enemigos

Si se sigue por el camino de no aceptar la participación de los No en la mesa de renegociación, éstos siempre considerarán que los negociadores del Gobierno “no hicieron lo posible” no se esforzaron, contrario a esto, con su participación, pueden llegar a conclusión que lo acordado es “lo posible” en los diálogos de paz con las Farc en el marco del conflicto armado.

El Presidente puede insistir en este camino que escogió, sus negociadores, esforzándose, conseguir algunas modificaciones y con ese texto final tomar la decisión de sancionarlo con base en las funciones constitucionales, legales y en el mandato popular que recibió en las pasadas elecciones. Sin embargo, lo que pretenden algunos de evitar que el debate en torno a los acuerdos con las Farc sea el eje central de las próximas elecciones, el camino más corto para que eso sea realidad es excluir a los del No de la mesa de renegociación. Si esto sucede, el debate en el 2018 será en torno a la ratificación de los acuerdos o la revisión total de los mismos, lo que provocará una incertidumbre mayor.   

En medio de esta grave situación, la presión social debe mantenerse para que los acuerdos definitivos se logren en corto tiempo y para que la tregua, que ha reducido la violencia, se mantenga y no haya más víctimas.

Hace pocos días Doris Salcedo nos mostró de manera gráfica la dimensión de la violencia que ha provocado el conflicto armado. Con solo 2000 víctimas asesinadas y desaparecidas cubrió la Plaza de Bolívar. Si este mismo ejercicio, de reconocimiento a las víctimas, se hiciera con todas las personas asesinadas y desaparecidas en este conflicto, se necesitarían 150 plazas de Bolívar. Como lo expuso la Artista, de las cenizas que deja la guerra podemos “renacer” o el viento se las puede llevar sin darnos cuenta que perdimos la oportunidad de tener una paz estable y duradera.

Para lograr la paz que queremos los del Sí y los del No, es necesario dejar de lado el cálculo y mezquindad política, de no hacerse de esta manera ¿Quién asumirá la responsabilidad política si los diálogos de paz se rompen, se retorna a la guerra y seguimos sumando muertos?

Finalmente, sería importante que, en la mesa de negociación con el ELN a pesar de que ya se nombraron los negociadores, se considerara la posibilidad de participación de algunos miembros de la oposición que están de acuerdo con los diálogos, pero tienen puntos de vista diferentes respecto a lo que se pueda acordar, esto para evitar la posible eterna discusión que se tiene hoy con los acuerdos de las Farc.

Sociólogo, experto en seguridad urbana y gestión de temas de convivencia, seguridad ciudadana, seguridad nacional, manejo de crisis y terrorismo. Durante nueve años continuos, en tres administraciones, fue Subsecretario de Seguridad de Bogotá, periodo durante el cual la ciudad se convirtió en ...