Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Esta columna fue escrita en coautoría con Anika Oettler y Luci del Águila. Actualmente exploran los significados de la reconciliación en Colombia con Luisa Betancourt, Myriell Fusser e Ilona Stahl.
La agenda del presidente electo Gustavo Petro se centra en la construcción de una política pública de paz, reconciliación y convivencia. En un trino, el expresidente Álvaro Uribe manifestó el propósito de “mantener un diálogo constructivo” con Petro. ¿Empieza una nueva etapa de la reconciliación nacional? Aquí proponemos una mirada más a fondo y más allá. A pesar de que el discurso de la polarización se desescaló temporalmente, consideramos que la reconciliación sigue siendo un desafío gigantesco. Pero la reconciliación es una palabra enorme, que lo aborda todo; la sanación personal, la regulación de conflictos interpersonales, el diálogo intersectorial y la reconciliación entre Estados. Como resultado, muchos gobernantes declaran aspirar a la reconciliación. Proyectos dirigidos a promover la reconciliación ocupan un lugar destacado entre las prioridades de la cooperación internacional.
América Latina ha vivido múltiples violencias, incluyendo la delincuencia violenta, la violencia contra las mujeres, el tráfico de drogas, la violencia contra las minorías étnicas y las personas Lgbti, los conflictos medioambientales y la violencia urbana. Por consiguiente, los procesos de reconciliación en el subcontinente varían dependiendo del contexto. Colombia ha vivido un tormentoso proceso de transición del conflicto a la paz desde mucho antes de la firma del Acuerdo con las Farc en el 2016, el cual se extenderá varios años más allá del momento de la firma. La guerra generó profundas divisiones entre regiones y entre sectores sociales y para muchos la reconciliación significa restaurar relaciones sociales.
En muchos países la magnitud y las expresiones de la violencia son más altas que en el resto del mundo y la violencia política del siglo XX dio paso a otras formas de violencia que siguen perforando el tejido social. En muchos contextos, el miedo es una constante de la vida diaria y se suma la violencia de la impunidad. En México, El Salvador, Guatemala y Brasil, países victimas de violencia crónica, hay varios procesos de resolución de conflictos y construcción de paz dinámicos e interrelacionados, con diversas intensidades, temporalidades y espacialidades. En general, se ha desarrollado con muchos altibajos un proceso de justicia transicional. La Comisión de la Verdad para El Salvador (1993), la Comissão Nacional da Verdad de Brasil (2012-2014) y la Comisión de la Verdad de México que actualmente investiga la Guerra Sucia (1965-1990) son parte de la historia inconclusa de la reconciliación política. Si bien las instituciones de la justicia transicional han recibido particular atención pública, a menudo son incompletas, de corta duración y de alcance limitado. Son piezas de la reconciliación, y como en un rompecabezas, cada pieza está relacionada con otras con las que encaja.
Allí se hace necesaria una perspectiva más amplia. Las sociedades latinoamericanas afectadas por múltiples y sobrepuestas violencias son sociedades de reconciliación zigzagueante e incesante. En muchos países, en los últimos años los asesinatos y otros crímenes aumentaron a niveles que no se veían en el siglo XX. Ante la realidad social de la violencia crónica, el llamado a la reconciliación a veces aparece como una estrategia populista, como demuestran los Foros de Pacificación y Reconciliación Nacional, una iniciativa del presidente electo mexicano Andrés Manuel López Obrador en 2018. Por otro lado, hay un sinnúmero de iniciativas locales, a veces ligadas a la tradición de la teología de la liberación, que anhelan recuperar los valores de la convivencia más allá de las líneas divisorias entre víctimas y victimarios.
Estos diversos contextos sugieren que uno de los retos principales que enfrenta la reconciliación es la gran variedad de violencias colectivas pasadas y presentes relacionadas con conflictos armados, regímenes autoritarios y la presión del crimen organizado. A pesar del creciente interés, sigue reinando la confusión sobre lo que significa y cómo se alcanza en diferentes contextos espacio-temporales. En nuestras investigaciones aspiramos a reconocer los diversos significados de la reconciliación y mostrar cómo este término es relevante en múltiples contextos de violencia (más allá de aquellos marcados por guerras y dictaduras) tanto para captar una necesidad colectiva como para contribuir las distintas perspectivas a la formulación de políticas públicas en la región.