Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
En esta ocasión presento dos columnas: semiileros del pacto local de paz y epistemologías del sur.
A la Comisión Departamental de Paz y a la comunidad de Samaniego, la propuesta para los posacuerdos se centra en: 1. Impulsar desminados/gestos humanitarios, 2. Gestionar proyectos estratégicos de desarrollo territorial, 3. Acompañar a las víctimas en procesos de reparación, 4. Consolidar el programa de diplomados/escuelas/semilleros del pacto para transformación de conflictos, epistemologías y productividad y 5. Acompañar procesos autónomos (justicia indígena, conciliación, economías propias).
Las escuelas de liderazgo implementadas y aprendidas en 30 años, servirían desde 2008 hasta una etapa futura, para robustecer dos caminos, uno el del fortalecimiento del tercer sector: Instituto Sur ISAIS fundado en el año 2003 y otro para consolidar la entrada al sistema de cooperación internacional. Desde estos caminos seguiremos como ISAIS aportando a la construcción social de paz y validando la estrategia referenciada en los libros “centro de pensamiento sur” y “pervivientes del sendero”, especialmente para construir la Universidad de la Paz.
Repasando la construcción local de paz, desde 1982 Efer Arocha y Ulises Casas, expresaban que el ideal de justicia social, junto al romanticismo del Che Guevara en su edificación del hombre nuevo, debería ser un pacto y misión permanente de vida. En 1987 otros intelectuales opinaban que la mixtura de todas las lecturas de lucha por la paz integral con la realidad social, campesina y cívica, daba las mejores luces para entender que la plataforma de transformación del poder y la sociedad, era mucho más grande que la bella utopía. Más tarde en 1989 al igual que el cura Camilo Torres, algunos pensaron que el poder por la fuerza podría ser una alternativa. Sin embargo la represión y la guerra pudieron más que el romanticismo; muchos ya no podrán contar su propia historia.
En los noventas, la Perestroika soviética, la caída del muro de Berlín, la división de Yugoeslavia y Checoslovaquia, eran solo algunas muestras de que el socialismo marxista había caído. El sismo rojo recorrió como un tsunami por todo el mundo. Muchos empezaron a construir plataformas alternativas, protagonizando lo social con el acceso al poder vía elecciones. En 1992 se accede por primera vez al Concejo Municipal, se repite en 1994 con tres progresistas. En 1996 se trabaja conjuntamente en el Movimiento de Integración Regional MIR. Y en 1997 se recogen las experiencias en el libro “diez años de lucha social en Samaniego”, que hoy sigue siendo referente conceptual del abordaje de la construcción local de paz.
La primera década del siglo XXI permite el acceso al poder local en 2004, luego de una derrota electoral en el 2000 referenciada en “cosecharas buenos frutos”, pasando en el intermedio por la escuela participativa de Pasto escrita en “de la minka al cabildo”. Se tenía claro la implementación del modelo de gobierno local alternativo “árbol de la waycosidad”, que entre otras cosas combinó el pacto local de paz/desminado humanitario, el presupuesto participativo, la educación técnica/universitaria, el modelo neurolingüístico “proyecto naranja”, la rendición publica de cuentas, el programa productivo “hecho en Samaniego”, el rescate de los recursos naturales en el programa “viva el verde de todos los colores” y el empoderamiento del programa “somos paisaje, música y cultura”.
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EPISTEMOLOGIAS DEL SUR
Por Harold Wilson Montufar Andrade
Tuve la oportunidad de participar de la primera reunión oficial de la Comisión Departamental de Paz de Nariño con integrantes de la Alcaldía de Santacruz, el Instituto Sur ISAIS, la Minga por la paz de Nariño y delegados de la organización italiana OIKOS. El objetivo de la reunión fue abordar temas de construcción local de paz para articular esfuerzos conjuntos entre movimientos sociales, la institucionalidad y las organizaciones no gubernamentales.
Uno de los temas fundamentales que se trataron fue el de avanzar / posicionar las propuestas humanitarias como el desminado del Sande en el municipio de Santacruz, la articulación de Minga por la Paz de Nariño fundada en el año 2012 con las labores institucionales del departamento en el eje de paz integral, la articulación de las actividades del proyecto de cooperación internacional DUPLA paz con la oficina de derecho humanos de Nariño. En el trasfondo de las conversaciones emerge una preocupación: las formas de observar y leer la realidad social, en especial las lecturas de construcción local de paz. Una cosa es lo que piensa el Estado, los gobiernos nacional / departamental / municipal y otra cosa es lo que piensa la gente.
Las preguntas que me realizo son ¿Qué tan preparada está la institucionalidad para comprender los procesos sociales históricos de construcción local de paz?, ¿hasta qué punto las organizaciones sociales con plataformas políticas / comunitarias de paz, son capaces de alinear estrategias y gestiones conjuntas de paz?, ¿Cómo se puede avanzar en el desarrollo de los posacuerdos si aún no se conoce a profundidad la cantidad de puntos y subpuntos acordados entre gobierno y guerrillas?, ¿Cómo vencer el escepticismo generalizado en zonas de conflicto, de que realmente se va a firmar la paz?, ¿Cuál es el tipo de liderazgo institucional, gremial, religioso y social que necesita los posacuerdos?
Puedo aventurar una respuesta ante tantas inquietudes: percibo un estado de timidez en el gobierno, los gremios y las instituciones, frente a un gran acumulado de procesos locales y regionales de paz de comunidades y movimientos sociales, que aun entre sus discusiones antiguas de hegemonías políticas, han sido capaces de levantar plataformas de paz duradera. También debo decir que la gran ausente en este giro radical hacia la paz es la academia (universidades, instituciones técnicas), que se han rezagado totalmente ante las respuestas inmediatas para presentar y gestionar proyectos estratégicos para los posacuerdos.
De hecho el gran culpable ante tanta timidez y ausencia es el miedo que incuba la guerra. Aquella que devastó pueblos, procesos sociales, saberes locales, tradiciones orales y culturales por completo. Y en este punto es un buen momento para hablar también de los epistemicidios o invalidez de otros conocimientos, muy bien trabajados por Boaventura de Souza Santos cuando nos habla de las epistemologías del sur o una nueva forma de reconocer los otros saberes y conocimientos, orientados a forjar los otros mundos posibles. Sin justicia cognitiva no hay justicia social.
En cuanto a la paz, se debe dar un giro radical en validar, promocionar, visibilizar los otros saberes y conocimientos. Debemos pasar de la escuela de formación ciudadana y liderazgo a la Universidad de la Paz.
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