Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
“Ricaurte en San Mateo en átomos volando, deber antes que vida con llamas escribió”, ¿entendemos el real significado de nuestro Himno Nacional?, sobre todo, cuando es entonado en nuestra Escuela.
El ataque terrorista a la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco de Paula Santander” del pasado 17 de enero de 2019, en contra de jóvenes que soñaban ayudar a la sociedad y servir a la patria, personas de bien, que vienen de familias de bien, con sueños e ideales de salir adelante, quienes en su mayoría se destacaron como deportistas de alto rendimiento.
“…Es la peor canallada que pueden cometer contra los muchachos, eso no se hace” dijo la señora Sandra Patricia Sandoval madre de un cadete. Como ella, muchas madres y padres entregan a sus hijos e hijas, jóvenes que inician a vivir el sueño de servir a la patria. Esta patria que la conforma usted y que la conformo yo, ciudadanos que aran la tierra y también que se estresan por los trancones de la ciudad.
Escuché en la radio “el dolor de las familias”, pero nunca del dolor de los policías de Colombia y del mundo, los policías somos personas que sentimos el dolor de ver partir jóvenes policías en formación, quienes son el orgullo de sus familias, la esperanza de una institución y el futuro de un país.
Nos unimos en una sola voz de ¡NO AL TERRORISMO!, se realizaron múltiples marchas en las capitales y pueblos de Colombia, que en algunos casos querían pintarse con algún tinte político como ligeras escaramuzas, pero finalmente demostró que más allá de la distinción de género, creencia, afiliación, entendemos que hay algo sagrado y se llama la vida.
Ninguna vida vale más que otra, ni se pueden tazar con un valor, pero el sentimiento de ver la prematura partida de jóvenes que estaban armados de cuadernos e instrumentos musicales, fue un recuerdo doloroso de que aún nos falta mucho como sociedad, pero que podemos como sociedad tener empatía con aquellas familias que vieron el sacrificio de sus hijos, familias humildes, algunas de endeudadas para cumplir el sueño de ser policía de sus hijos, familias normales del pueblo colombiano.
Todos los oficiales de la Policía Nacional de Colombia pasamos por esa Institución de Educación Superior, donde se forman personas para una institución de servicio y centenaria. De igual forma en nuestra alma mater pasan colegas policías de todo el hemisferio, como la compañera que lastimosamente fallece de la Policía de Ecuador, y colegas panameños que resultaron heridos.
Hecho lamentable y deplorable más allá de toda lucha, los entes educativos son sagrados, son ágoras de conocimiento y deben estar más allá de la ideología política, social o económica, en cualquier confrontación. La Escuela de Cadetes de Policía gradúa profesionales en policía, ¿Se es consciente que asesinaron a través del terrorismo a estudiantes universitarios?
Atacaron una universidad pública, donde los estudiantes sienten la seguridad de tener un libro debajo del brazo, que aún no son policías profesionales y que simplemente quieren proteger los derechos, libertades y asegurar que los habitantes de Colombia que convivan en paz.
Necesitamos el apoyo social a la Policía Nacional, siempre nos piden ayudar y servir, ahora necesitamos todo su apoyo a la institución y las familias que la conforman, que son todos los que están detrás de un uniforme, uniforme que sigue de luto y dolor.