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En momentos de crisis del proceso de paz es necesario mostrar como un sector de la sociedad civil apoya la negociación. Soy parte con muchos otros colombianos y amigos de Colombia de Rodeemos el Diálogo, una red transnacional que crea espacios formales e informales con dos objetivos en mente: apoyar la salida negociada al conflicto armado y construir una cultura de diálogo. Sabemos que están interrelacionados, una cultura de diálogo es una base sólida para que un acuerdo de paz eche raíces y solucionar políticamente el conflicto armado es un ejemplo para la construcción de una cultura de diálogo.

Cuando hablamos de paz hay de fondo una preocupación por una transformación personal. Los escépticos enfatizan una postura negativa frente a la capacidad individual de cambiar. Las razones son múltiples, aunque usualmente se asocian al lucro personal que alimenta la guerra. Los optimistas confían en la capacidad de otros para transformarse, para dejar de hacer lo que hacen y apostarle a una opción de vida distinta. Rodeemos el Diálogo crea espacios donde los escépticos se cuestionan y los optimistas confirman su posición pero entienden los retos que están por delante. Esto ocurre porque estos espacios son transformadores: la discusión de lo que ocurre en la Habana se convierte en una conversación sobre cómo vivimos nuestra vida cotidiana.

Rodeemos el Diálogo ha iniciado un proceso transformador que ha cambiado la vida de muchos asistentes a los 45 desayunos y a más de una docena de eventos de paz en Bogotá. Esto ha generado iniciativas que van más allá de rodear el diálogo, transformándolo en una tecnología de poder que funciona porque integra múltiples redes de relaciones sociales. El poder del dialogo redimensiona la forma como nos relacionamos para contribuir a imaginar un país en paz. Cultivar el diálogo o como decimos nosotros una cultura de diálogo pasa por la construcción de dinámicas de habla, escucha y retroalimentación enmarcadas en cuatro principios: honestidad, generosidad, respeto y solidaridad.

Honestidad para decir lo que pensamos sin sentir vergüenza o presión porque es distinto a lo que piensan otros. Generosidad para compartir nuestro tiempo y esfuerzo hablando sobre los retos de nuestra sociedad. Respeto para escuchar lo que tienen que decir otros porque es valioso y para retroalimentar porque creemos en un proceso transformador colectivo. Solidaridad para abrimos a voces que son marginadas y ofrecer acciones concretas de reconocimiento.

Estos cuatro principios ayudan a construir confianza entre seres que nunca se han visto, a generar empatía e imaginar proyectos juntos. Estos son quizá los mejores antídotos contra la polarización y la fragmentación social que ponen en riesgo la construcción de paz. Si unimos esto con estrategias pedagógicas desde los medios de comunicación, haciendo que muchos colombianos se pongan en los zapatos del otro para después ponerse en sus propios zapatos, es posible avanzar aún más en la construcción de una cultura de diálogo que despierte y articule una multiplicidad de fuerzas en una ciudadanía activa, la cual es fundamental para que sectores de la sociedad colombiana superen el miedo que ha sembrado el conflicto armado y estén listos para apoyar el proceso de paz si llegara a estar desahuciado, huérfano, y maltratado por aquellos que hoy dicen protegerlo.

Es el cofundador de Rodeemos el Diálogo (ReD), profesor investigador en el Centro de Religión, Reconciliación y Paz de la Universidad de Winchester e investigador asociado de PostiveNegatives en Soas, Universidad de Londres. Se doctoró en relaciones internacionales en la Universidad de Sussex. Sus...