Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Sobre el fascismo en América Latina, varias investigaciones han aportado elementos valiosos para su comprensión. Las características principales del pensamiento fascista pueden encontrarse estudiando lo que plantean Agustín Cueva (1977), Ruy Mauro Marini (1978), René Zavaleta Mercado (1979), Atilio Borón (2003), Andrés Tzeiman (2019). En el artículo “Reflexiones sobre la categoría de fascismo clásico para el caso del Estado colombiano”, elaborado para la revista Cepa, recojo de Borón cinco características: dictatorial, terrorista, antiobrero, antizquierda y anticrisis capitalista.
En el artículo ya mencionado propongo un test para identificar las particularidades del fascismo.
Para esta columna retomo elementos de la lista de chequeo formulada, esta vez para el análisis de una valla de publicidad política.
La pieza comunicativa está ubicada al frente de la Universidad Icesi en el sur del Distrito de Santiago de Cali. A dos minutos de la Universidad San Buenaventura y la fundación universitaria Unicatólica Cali, a un minuto de la Pontificia Universidad Javeriana y de un gran número de colegios privados de alto costo.
Por su puesto, la ubicación de la misma no fue al azar o accidental. Su interés es comunicarse con un sector de élite de la ciudad y con la juventud de estas instituciones educativas, en una buena proporción pertenecientes a familias de ingresos altos y medios.
El contenido de la valla es el siguiente: i. En fondo blanco parte superior izquierda el texto: “PARA MI NO FUE UN PARO”; ii. en fondo rojo parte media izquierda: “FUE UNA TOMA GUERRILLERA”; iii. en fondo blanco parte inferior izquierda: “¿Y PARA USTED?”; al lado derecho en la parte superior el logo del partido Cambio Radical y un número del tarjetón, ambos marcados con x; por último, en la parte inferior del lado derecho: “JUANITA CATAÑO CÁMARA VALLE DEL CAUCA”.
Son varios los aspectos del fascismo clásico que deben considerarse para su comprensión: maduración y crisis del imperialismo, desarrollo del capitalismo y una burguesía monopólica nacional, búsqueda y control de mercados externos, sustitución de la ideología liberal, reestructuración del aparato estatal y de las relaciones de clase, movilización de la pequeña burguesía y derrota o frustración de procesos obreros revolucionarios. Un elemento adicional es que las fuerzas armadas son un componente fundamental del partido de Gobierno, reforzadas por poderosas instituciones de inteligencia y brutales cuerpos paramilitares.
Si se toma un objeto concreto, en este caso una valla de publicidad política: ¿puede decirse que se trata de una acción fascista?
Retomando elementos del fascismo clásico, sabemos por contexto que Juanita Cataño y el partido político Cambio Radical no están en contra de las potencias capitalistas, ni su interés es construir un imperio expansionista. Sin embargo, sí estamos hablando de una persona y un partido que pertenece al gran capital, defensores del predominio y el carácter hegemónico de la burguesía y la elite terrateniente, así mismo, el control oligárquico de la Fuerza Pública en función de defender intereses de clase y el control de la burocracia y las iglesias.
Sumado a lo anterior, dadas algunas manifestaciones contra senadores, empresarios y jerarcas de la Iglesia, es bastante probable que el ala radical de la extrema derecha esté interesada en castigar a las élites que no se subordinan a su proyecto. Aquello conjuga con otro aspecto propio del fascismo clásico. Culpar de las crisis económica, social, política e ideológica a la izquierda. El comportamiento anticomunista es bastante recurrente en Colombia. La emergencia del discurso del castrochavismo y de asociar cualquier manifestación de la oposición con el terrorismo, ha traído y sigue conllevando a que se cometan horrorosos crímenes contra la sociedad civil, fuese o no de izquierdas.
Otra característica que ha hecho carrera en Colombia, especialmente a la luz de la figura del partido político Centro Democrático y su liderazgo, es el desplazamiento del pensamiento liberal para proponer un partido férreo, militarizado y único. El partido único se cubre con el manto democrático en tanto proclama que tiene la capacidad de movilizar amplios grupos de población, como efectivamente ha sucedido en Colombia en contra del terrible crimen del secuestro, con las movilizaciones contra la entonces guerrilla de las Farc-EP y en oposición y condena de los diálogos y acuerdos de paz con la insurgencia.
La faceta de democracia multitudinaria del “fascismo criollo” se sirve de lo popular, pero es en esencia antipopular pues promueve políticas públicas que profundizan la desigualdad y castigan a los sectores de menores ingresos.
Su discurso es también rico en nacionalismo, habla hasta el hartazgo de economía propia y producción nacional, de la identidad propia, de nuestros recursos genuinos y auténticos pero favorece las importaciones, el culto a lo extranjero y el “american way of life”. En la coyuntura actual la parafernalia de la economía naranja tiene esta impronta. Sin embargo, la economía real nacional sigue debilitándose, mucho más si se trata de medianas y pequeñas empresas y de unidades productivas familiares de los sectores de menores ingresos.
Se les vende humo a la pequeña burguesía y a otros sectores. Familias con iniciativa empresarial que a diario se esfuerzan por mantener sus bienes en el mercado, por asfixia macroeconómica se enfrentan a la peligrosa manipulación del capitalismo mafioso y a las presiones del gran capital financiero, so pena de ceder o perecer.
A la par, las familias poderosas del país consolidan y amplían el control de los sectores estratégicos de la economía, de los aparatos ideológicos y del aparato de Estado. Eso sí, su dominio del Estado tiene por objeto usar lo público para el servicio de las dirigencias del partido único y sus beneficiarios. Se trata de un Estado de espaldas y contra las ciudadanías y la participación.
En suma, este emergente comportamiento “fascista criollo” es una ideología maniquea, donde los buenos son la gente de bien de derechas, blancas, conservadoras y propietarias. Mejor si son machos. Además, son racistas, elitistas, antiliberales, militaristas, antintelectuales y corporativistas. Exaltan la armonía de clases, la familia tradicional, la moral burguesa y a la juventud que adhiera tales valores.
Si bien el fascismo alemán e italiano fueron nacionalistas, no es el caso del “fascismo criollo”. Los “monigotes de fascismo” en Colombia se sienten cómodos sirviendo a las empresas transnacionales y a los estados del capitalismo norteamericano y europeo, incluso hacen la venia y le ofrecen arreglos florales al capitalismo chino.
Expuesto lo anterior y para concluir, hay un preocupante hedor fascista en la valla ubicada en la Avenida Cañasgordas y Carrera 122 de Santiago de Cali. La candidata Juanita Cataño del partido político Cambio Radical, quien ha usado expresiones como “calañas” y “bandidos” para referirse a quien no piensa como ella, promueve su visión por medio de una valla que estigmatiza la protesta social. Su discurso es una respuesta escrita violenta por parte de un sector de la élite a los reclamos que a través de la movilización social hizo una parte de la población caleña y colombiana.
