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Que los habitantes de Colombia convivan en paz es el fin constitucional que los Policías buscan alcanzar y por lo que, día a día, se trabaja arduamente. Pero siendo actores del conflicto armado, se deben entender los nuevos contextos y escenarios que se vislumbran de acuerdo a los cambios económicos, políticos y sociales.

Que los habitantes de Colombia convivan en paz es el fin constitucional que los Policías buscan alcanzar y por lo que, día a día, se trabaja arduamente. Pero siendo actores del conflicto armado, se deben entender los nuevos contextos y escenarios que se vislumbran de acuerdo a los cambios económicos, políticos y sociales.

Más allá de lo pactado, el gran reto es la convivencia en paz entre los ciudadanos, pues es en los barrios y pueblos que se sabrá si los colombianos somos capaces de aceptar al otro y perdonar lo que vivimos, directa o indirectamente, durante los años de conflicto. Cuando estos actores se encuentren en la vida normal de la sociedad y deban interactuar permanentemente, nos daremos una idea de si la paz es posible.

Sobre estos temas existen muchas percepciones y sentimientos encontrados, que fueron evidentes el domingo 7 de febrero de 2016, durante un viaje a la ciudad de Medellín, en el marco del programa Liderazgo por Bogotá de la Universidad de los Andes y la Fundación Liderazgo y Democracia, en el cual visitamos la Comuna 13.

Para mí, había muchas motivaciones para volver a la primera unidad policial, donde en el año 2003, recién egresado de la Escuela de Cadetes de Policía, inicie  la carrera de oficial como subteniente. Sin embargo, me llevé una gran sorpresa cuando, durante el denominado “Grafitour”, el guía de Casa Hip Hop Casa Kolacho, en su discurso, que en algunos momentos tenía tinte político, no solo explicó por qué la Comuna 13 llegó a tener presencia de grupos armados ilegales por la falta de presencia del Estado, sino también criticó la posterior intervención de la fuerza pública, para iniciar la presencia permanente de ese Estado, con el fin de sacar a estos grupos armados ilegales del sector.

Cinco  meses después de la Operación Orión llegue como oficial, en representación del Estado. El trabajo encomendado correspondía a evitar que los grupos armados ilegales regresaran a la Comuna, para lo cual se debía fortalecer el tejido social e iniciar las labores de policía comunitaria para acercarse a la ciudadanía, mejorar las condiciones para la convivencia y permitir que el resto de instituciones y servicios pudiesen llegar sin problema.

Pero, 13 años después y ya en el grado de Mayor, el “Grafitour” me hizo reconocer que aquello que yo creía verdad y por lo que era capaz de ofrendar la vida, no era percibido de la misma forma por otras personas, así estas actividades representaran la institucionalidad del Estado y la solución a muchos problemas. En vez de ser visto como una salvación, esto era criticado duramente y hasta visto como algo malo. También  percibí que por el solo hecho de portar el uniforme, se crean estereotipos, percepciones y paradigmas alrededor de ellos, desconociendo la historia personal de cada uniformado, y que detrás hay un colombiano con una historia, que quiere un país próspero, cohesionado y en paz.

Pero más que entrar a debatir el discurso que se escuchó y las ideas que se expresaron, la reflexión busca entender la evolución de la sociedad; asimilar que la construcción y el mantenimiento de la paz son un compromiso de todos; que podemos llegar a acuerdos y tener diferencias, pues a pesar de haber escuchado al guía y sus reiteradas críticas hacia la fuerza pública, sin alguna empatía hacia esta labor, se recordó que durante la época de servicio en la Comuna 13, se trabajaba bajo convicción y se dedicaba el tiempo a ayudar a las personas, a protegerlas y recuperar la confianza en el Estado Social de Derecho, desde el servicio de policía. Todo esto para que los ciudadanos pudieran conocer otra forma de vivir y convivir, permitiendo su desarrollo humano en un ambiente seguro y tranquilo.

Esto lleva a varias reflexiones: más allá de las posturas políticas y creencias personales, es importante respetar los acuerdos que se planteen, teniendo en cuenta lo que los demás piensan para construir país. Primero, que la convivencia en paz de los actores que estuvieron en conflicto está en la tolerancia entre ideas y prioridades, separando el contexto actual con el que estaba en el momento del conflicto.

Segundo, a pesar de la creencia que lo que personalmente se hace es lo correcto, no se pueden tener posturas radicales, lo mejor es construir en conjunto como una sociedad que tiene el mismo fin, pero distintos caminos de lograrlo.

Tercero, si bien pensar en el pasado y en el futuro es una prioridad para que en las próximas generaciones los errores que cometimos no se cometan, es importante vivir el presente y trabajar fuertemente para fortalecer el tejido social, la institucionalidad y la apertura de pensamiento e inclusión de todos en el mantenimiento y construcción de paz; no es necesario que se firme un acuerdo para iniciar, pues el cambio depende de cada uno.

Para finalizar, una política integral de convivencia en todos los niveles del Estado, debe  buscar el desarrollo humano y ser diseñada con la participación y opinión de todos los actores para llegar a acuerdos.

Es de anotar que lo escrito son opiniones personales y no representan el pensamiento de las instituciones mencionadas.

Doctor (c) en Ingeniería Matemática en la Universidad EAFIT. Msc. en management especialidad en investigación de organizaciones de la Universidad de Grenoble Alpes en Francia. Administrador policial de la Escuela de Cadetes de Policía y Administrador de empresas de la Universidad EAN. Becario Hubert...