Hasta ayer, en los debates, muchos candidatos eludían la pregunta sobre el aborto diciendo: “Respeto lo que diga la Corte”. Justamente, la Corte estaba decidiendo, y por un solo voto dijo que sí al aborto el 21 de febrero. Hubiera podido ser un concepto negativo. Dependía de un magistrado. Entonces, si la Corte -o sea, un magistrado- hubiera dicho que no, ¿los candidatos contentos?

La Corte dijo que sí y entonces, los que ayer eran tímidos o reacios hoy salen muy orgullosos a decir que siempre apoyaron el aborto. Claro, porque es fácil estar de acuerdo con una jerarquía superior. Lo difícil es luchar para que lo justo sea ley, así haya que contradecir a la jerarquía superior.

Realmente, antes del 21 de febrero, solo dos candidatos se comprometieron abiertamente (en vez de tímidamente) con el derecho de las mujeres al aborto. Son un candidato hombre, Alejandro Gaviria, y una candidata mujer, Francia Márquez. Uno es universitario y la otra, una dirigente social. Lo señalo porque creo que es muy importante destacar que los candidatos que no vienen de la clase política, han sido los más directos con este mensaje, han sido los más conectados con los cambios que está atravesando el país.

Y es que al no provenir de la clase política, ellos no han vivido 24 horas al día inmersos en los corredores de la intriga política. Ellos vienen del mundo real: tienen contacto con jóvenes y con dirigentes sociales de todo el país, han escuchado sus opiniones, tienen mayor conocimiento de los anhelos de los colombianos.

Resulta que las mayorías de Colombia están cambiando, y la clase política, incluidos los progresistas, poco se han enterado. ¿Saben los candidatos progresistas que a la mayoría de los colombianos les es indiferente si su presidente es creyente o no? ¿Saben los candidatos que los colombianos no son mayoritariamente antiaborto, como lo hace creer, justamente, la derecha?

Colombia está cambiado a gran velocidad. Una de las expresiones del cambio es el de las voces feministas, que hoy abarcan todas las esferas de la vida social. Los derechos reproductivos, la educación sexual, el aborto, son asuntos que se hablan hoy, sin hipocresía, y que miles de jóvenes practican todos los días, eso sí, con enormes dificultades a causa de unas normas obsoletas.

La Colombia progresista debe abanderar ese cambio, en vez de quedarse esperando a que la derecha, y las iglesias, le dicten su agenda.

Bien por las feministas que desde hace años están trabajando, con el pensamiento, con el activismo, con el arte, en las calles y en las universidades. Seguimos adelante, el cambio cultural y legal que se requiere es enorme, los desafíos son enormes. ¡Seguimos!

Es investigadora asociada de la Universidad Paris Diderot. Estudió ciencias políticas en la Universidad de los Andes, una maestría en historia latinoamericana en la Universidad Nacional de Colombia, una maestría en ciencias sociales en el Instituto de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de Marsella...