Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Atavismo es creer que ya logramos la igualdad de derechos y oportunidades en un país donde el 40.8% de los hombres y el 41.7% de las mujeres consideran que “el papel más importante de las mujeres es cuidar la casa y cocinar para la familia”.
Si de ocupar un lugar se trata, bienvenida La Silla de las Mujeres. Hacía falta una sección como la que nos brinda hoy La Silla Vacía —a un grupo de mujeres…un orgullo!— para que expresemos nuestro punto de vista sobre aquellos hechos, acontecimientos y demás realidades del acaecer nacional e internacional, que nos llamen la atención y queramos compartir con ustedes.
Tengo la certeza que son cientos las mujeres en el país que podrían aportar de manera cotidiana a la opinión pública, pero infortunadamente las oportunidades son escasas. Todavía la voz femenina en la política, la economía, los temas del desarrollo, las relaciones internacionales, la paz, la justicia, entre otros asuntos, carece de la misma escucha y de la misma importancia que tiene la voz de los hombres.
Basta observar los principales medios de comunicación, para ver el desequilibrio entre el número de columnistas mujeres y columnistas hombres; de mujeres y hombres entrevistados, por ejemplo, sobre la paz, el plan de desarrollo nacional, la crisis institucional; los reconocimientos, personajes destacados… Y ni qué decir, acerca de los temas sobre los que son requeridos unos y otras.
A propósito de los diálogos de paz, cada vez que se inicia una nueva ronda de conversaciones en La Habana, cuando los diferentes medios de comunicación solicitan opiniones al respecto, conviene observar la asimetría a la que me refiero. ¿Cuál es la razón?
Corriendo el riesgo de ser tildada de feminista atávica, parece claro que la desigualdad en la valoración de la opinión de mujeres y hombres se debe precisamente al rol histórico de las mujeres en lo público, a su segregación, invisibilidad y subvaloración en esta esfera, así como al lugar dominante que ha tenido en el espacio privado, aún hoy con los avances incuestionables de la participación de las mujeres en la economía, la política, la administración del Estado, la Justicia, las ciencias, la planificación del desarrollo, entre otros.
Ahora, ni se diga que es una posición victimizante. Atreverse a insistir en estos tiempos en las desigualdades y brechas de género, señalar las discriminaciones, explotación y violencias contra las mujeres y reclamarlas como actoras del desarrollo, capaces de diseñar y llevar a cabo estrategias de cambio, es producto de una convicción y de un conocimiento, así muchas veces surjan posiciones y actitudes despectivas que afirman que “son asuntos del pasado” o un invento de las “feministas atávicas”.
Atavismo es creer que ya logramos la igualdad de derechos y oportunidades en un país donde el 40.8% de los hombres y el 41.7% de las mujeres consideran que “el papel más importante de las mujeres es cuidar la casa y cocinar para la familia”, según la reciente versión del Estudio sobre la Tolerancia Social e Institucional de las Violencias contra las Mujeres.[1]¿Qué decir entonces, de uno de cada dos hombres y una de cada dos mujeres, que piensan y actúan de esta manera en pleno siglo XXI? Mientras este estado de cosas continúe, las luchas feministas seguirán jalonando las transformaciones pendientes, entre ellas los cambios en los dispositivos y prácticas culturales discriminatorias presentes en el imaginario colectivo.
Discurso Emma Watson en la ONU

Discurso Patricia Arquette en la entrega de los premios Oscar 2015

Antes fueron muchas las mujeres comprometidas con esta causa, hoy son tantas como nosotras y mañana continuarán las nuevas generaciones. Mujeres como Emma Watson, ligada a la campaña “He for She” o Patricia Arquette ganadora del Oscar 2015 a la mejor actriz de reparto, quien al recibir la estatuilla dijo al mundo: “A todas las mujeres que han dado a luz y pagan sus impuestos, ha llegado el momento de tener el mismo salario —que los hombres— y los mismos derechos para las mujeres en los Estados Unidos”. Ellas simplemente han asumido una posición y han dejado de temer al feminismo, ¡coco del patriarcado!
Rocío Pineda-García. Medellín, abril 6 de 2015.
Portada: campaña UN Women.
[1]ONU-Mujeres. Bogotá. 2015