Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
Esta vez no habla mucho de relojes, pero sí de motores. El Mercedes Benz es un símbolo que Shakira emplea en la letra de su nueva canción “El Jefe”, porque conoce y sabe que en el sur de Europa este motor de fabricación alemana es el preferido de los propietarios de empresas y fábricas medianas.
Bastaría recordarse del filme “El Buen Patrón” (España, 2021), donde el actor Javier Bardem interpreta un desprejuiciado empresario español que todas las mañanas llega a la empresa en un flamante auto, mientras sus empleados lo hacen a pie y en bus, un escenario donde la explotación laboral del inmigrante regular está a la orden del día. De hecho, los sueldos del personal obrero en España figuran entre los más bajos del continente. Y Shakira lo sabe perfectamente.
El cadencioso tema grabado con los mexicanos de Fuerza Regida demuestra que esta artista tiene una gran habilidad como estratega de marketing, sabe utilizar los hechos de la realidad actual para incorporarlos y conectarlos a su propia cotidianeidad.
Parecería una casualidad casi que “buscada” o producto del azar, pues lo cierto es que esta semana la inmigración ha figurado como el tema más importante de la agenda de la Unión Europea, cuyo plan estratégico es el desarrollo de acciones conjuntas entre todos los países para limitar el flujo migratorio clandestino hacia el Sur de Europa desde las costas líbicas y tunecinas hacia Sicilia (Italia), y de ahí hacia el resto de Europa.
No hay muros o paredes entre las fronteras europeas, pero poco ha faltado para que gobiernos como el de Italia, Grecia, Turquía y otros las construyan. Mientras tanto, nos contentamos con ver a Shakira vestida de negro y en atuendo Tex Mex danzando entre dos paredes, una clara representación al muro de concreto que se extiende entre los Estados Unidos y México, del cual Trump fue inventor y artífice.
La artista sigue sorprendiendo con otro single que desafía el patriarcado a través de mostrar una de sus manifestaciones más fuertes: la explotación laboral. Y aunque en este no se hable de su expareja, su denuncia de carácter social es lo que prevalece.
Parecería que carecer de vulnerabilidad económica fuese un escudo, pero poseer un estatus de estrella mundial le ha permitido crear temas que denuncian un sistema de microagresiones de las que seguramente nunca estuvo del todo exenta, sobre todo en un ámbito familiar. Y las mujeres inmigrantes en el norte y sur de Europa o Estados Unidos tampoco están exentas.
En ambos territorios poseer un título universitario no garantiza a los inmigrantes un trabajo cualificado, la posibilidad de comprar casa propia o evitar ser víctimas de explotación. Pero a Shakira, según sus propias y recientes declaraciones de la revista Billboard, la inmigración a Barcelona le pasó factura:
“Tenía que esperar a que las agendas coincidieran o que alguien se dignara a pasar por Barcelona, o le dieran ganas o pudiese acomodarme para poder trabajar desde mi estudio. Yo no podía dejar a mis hijos e irme a otro sitio y dejar la familia, el hogar e irme a hacer música por fuera de mi casa. Entonces era muy difícil mantener el ritmo. A veces tenía ideas que no podía concretar. Ahora mismo tengo una idea y cuento con la inmediatez de poder colaborar con quien quiera. Algo ineludible de Miami y de Los Ángeles, y de los Estados Unidos en general, es que aquí tengo el apoyo logístico y técnico y los recursos, las herramientas, la gente. Viviendo en España todo eso estaba hipotecado”.
Y no precisamente por recursos, sino porque ser madre de familia y trabajadora de alto nivel en el sur de Europa es aún una posición en conflicto entre la sociedad y el ser mujer. Shakira está visiblemente empoderada, pero hay que diferenciar como representa el poder y el poderío en el video a través de figuras como el Jefe y la jinete norteña vestida en látex rojo sobre el caballo.
Es decir, la hegemonía de la clase dirigente y aplastante y el poderío o “empowerment” de la mujer que no teme desafiar estructuras o familias patriarcales, como la de su expareja
Como en una de las mejores publicidades de los últimos años en España, pareciera que Shakira se inspira de la cerveza andaluza Cruzcampo, donde una Lola Flores (cantante española fallecida y empoderada) reconstruida virtualmente habla del poderío, mientras la imagen del caballo andaluz cabalgado por una mujer vestida de rojo se pasea por un terreno.

En redes se cuestiona la mención directa a su exsuegro. La verdad no tiene nada de raro, y no porque se trate de una vulgar frase de venganza, sino porque las líricas del “El jefe” constituyen un himno contra la dominación del género masculino en el trabajo y la sociedad. Dentro de estas se incluyen la subordinación del empleado, la diferencia de estatus, los privilegios y la incapacidad para superar una existencia marcada por una inmigración que descalifica y estigmatiza.
Shakira continúa presentando una línea de trabajo basada en la denuncia, dejando el espacio para reivindicar en forma indirecta su condición de inmigrante durante sus años de residencia en España, una etiqueta que ni los millones ni la fama que ha conseguido pueden borrar.
Además de reivindicar de manera directa los derechos laborales de las mujeres y su independencia económica. La niñera despedida sin liquidación por su expareja es un escenario que pudo haber sucedido en cualquier familia catalana. Su colaboradora no facturó a su debido tiempo, pero al menos fue resarcida.
¿Cuántas mujeres no lo resultan en este continente? Su última catarsis es más que evidente: exteriorizar los últimos siete años que, como explica a la revista Billboard, “estuvo distraída por asuntos familiares y su vida en Barcelona, lejos de la industria musical”. ¿Vida familiar o más bien vida como mujer e inmigrante?
Al parecer, esta última encubre muchas situaciones que de seguro estaban en contraste con su propia realización profesional y personal, pero es evidente que Shakira es “La Jefa” y ha demostrado que puede cabalgar tortuosos valles sin caerse.