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El autoritarismo y el totalitarismo que se están fortaleciendo en estas elecciones es necesario erradicarlos de nuestra sociedad sí queremos construir la paz
Hechos como los acontecidos en Armenia, febrero 2 de 2018, contra Timochenko, el candidato a la Presidencia de la Farc-; el asesinato de exguerrilleros de las Farc; el asesinato de líderes sociales; la propaganda distribuida en Medellín con ocasión de la gira de Gustavo Petro el 17 de febrero de 2018 deben generar alarma y ser motivo de preocupación. Vamos por un camino fangoso que nos puede llevar al abismo del autoritarismo.
Apelando a los conceptos de Hannah Arendt en su libro “Los Orígenes del totalitarismo”, sobre las condiciones que dieron origen y fueron soporte del totalitarismo en Europa, debiera preocuparnos la concentración del poder en un “líder”, salvador y garante de la seguridad; el uso del terror como mecanismo de defensa del status quo; la promoción del terror y el odio hacia la izquierda o al castrochavismo, y el uso de las redes sociales como herramienta para manipular y generar rechazo y miedo.
Progresivamente, el “líder mesiánico” utiliza a grandes sectores de la población colombiana que no se encuentran integrados a organizaciones, partidos o sindicatos, personas que han sido apáticas con respecto a la militancia política. Estos grupos, son heterogéneos y son presos de la propaganda y del discurso del “líder” que se dirige a ellos, logrando lealtad total e incondicional a su movimiento y su pensamiento.
Por ello, es necesario examinarnos con mirada crítica y tratar de comprender lo que nos ha sucedido en más de cinco décadas de guerra, no aún sin dolor y odios, pero ya no con un silencioso resentimiento e infructuoso horror. Porque es el momento de dar respuestas a preguntas con las que varias generaciones hemos tenido que vivir: ¿Que ha sucedido? ¿Por qué sucedió? ¿Cómo ha podido suceder?
Las respuestas a estas preguntas deben ir más allá de los resultados, conclusiones y recomendaciones que se formulen desde el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición.
Se trata de explicarnos el porqué de nuestra incapacidad para reconocer al otro; el porqué del odio que se ha enconando en la sociedad colombiana, que no es simplemente el odio a las/os excombatientes, es también a todo lo diferente, a lo que no encaja en un pensamiento único que pretende ser hegemónico; por qué no fuimos capaces de poner fin a una guerra, que generación tras generación dejó una estela de víctimas y dolor y sumió en el retraso y la pobreza a territorios y poblaciones.
La guerra ha demostrado que nuestra dignidad humana precisa de garantías que deben ser halladas en un acuerdo ético-político, que comprometa vitalmente a cada institución y cada habitante de este país. Acuerdo que permita derrotar el autoritarismo y sea base para una convivencia democrática, respetuosa de la otredad y de la naturaleza.
No podemos permitirnos la mirada retrospectiva, para afirmar que siempre hemos sido violentos y autoritarios/as y concluir que esa es nuestra herencia. El autoritarismo y el totalitarismo que se están fortaleciendo en estas elecciones es necesario erradicarlos de nuestra sociedad sí queremos construir la paz y una sociedad justa para todas y todos sin exclusiones y violencias.