Me extrañan los hombres que permanentemente invocan su empatía y respeto por el feminismo y las feministas, y que, sin embargo, cada que tienen chance, dicen que hemos exagerado o radicalizado nuestras posiciones. Siempre llega el momento en el que, gracias a ellos, faltaba más, tendremos la posibilidad de reivindicarnos si atendemos su llamado y escuchamos sus alertas.

Y así como el lenguaje inclusivo se les aparece como el mayor disparate en que hemos incurrido (cuando está claro que si no nos nombran nos excluyen), les parecen una mera licencia literaria la adopción neologismos que son engendros u oximorones, como el de las “machifeministas”.

Son los mismos que catalogan a todas las mujeres, a las hembras de su especie, en un mundo fabricado a la medida de los machos, como brujas o hadas. Claro está, las brujas son las malas y equivocadas de la historia -no importa los méritos que hayan tenido a lo largo de los siglos ni cuánto se las haya perseguido y quemado-. Las hadas son las buenas, diáfanas y dulces mujeres que juegan siempre del lado correcto, del lado apacible y “femenino” de la historia.

Para estos personajes no es posible apreciar la gran diversidad que somos las mujeres, ni parecen estar interesados en hacer un ejercicio genuino por revisar su historia. La historia de sus propias familias y colegas de trabajo, la verdad de una sociedad que nos asignó ser brujas o hadas y que ahora, si no te portas bien y no te quedas calladita, te asigna el de “machifeminista”.

Probablemente Íngrid Betancourt no debió confrontar en un debate público a la propia coalición que se supone estaba ayudando a consolidar, por aquello de que “la ropa sucia se lava en casa”, apelando a una metáfora de mujer “hada”. Pero no debieron masacrarla en nombre de todo tipo de adjetivos machistas y estereotipados apelando a metáforas sobre la mujer “bruja”.

En pleno siglo XXI, seguir estereotipando a las mujeres entre hadas y brujas sería como estereotipar a los hombres entre príncipes y eunucos.

Es la fundadora y coordinadora del grupo médico por el derecho a decidir en Colombia. Estudió medicina y una maestría en investigación social en salud. Ha sido consultora en varias organizaciones de las Naciones Unidas como la Cepal, el Unfpa, el Pnud y ONU Mujeres. Sus aréas de interés son la...