Este es un espacio de debate que no compromete la opinión de La Silla Vacía ni de sus aliados.
El Día Internacional de la Mujer no es una fecha para celebrar la feminidad o la maternidad de las mujeres, sino un recordatorio anual de la desigualdad que hemos experimentado históricamente.
Fue instituido por las Organización de las Naciones Unidas (ONU) en conmemoración a una protesta de unas mujeres obreras en Nueva York a finales del siglo XIX que pedían mejores salarios. Hoy, después de más de un siglo de esa petición neoyorkina, seguimos observando con preocupación que las brechas salariales continúan siendo un factor de discriminación de género en el mercado laboral.
Cada vez que alguien me felicita el 8 de marzo “por ser mujer”, cuestiono la razón de esa felicitación. Indago por qué se me felicita. ¿Será que la discriminación de género que actualmente vivimos merece rosas y un cordial saludo? ¿O no es mejor realizar un examen de qué se puede hacer desde nuestros pequeños –o grandes– espacios para tomar acciones a favor de la igualdad?
Cada vez que veo un evento del 8M donde los hombres son protagonistas y se celebran las cualidades femeninas, desde la inteligencia hasta la belleza, me pregunto en qué aporta esta celebración de nuestras virtudes a frenar la violencia de género, las cargas desproporcionadas en la crianza de los hijos y las tares domésticas, la falta de representación en espacios de poder y las desventajas económicas existentes para las mujeres.
El objetivo de la ONU de designar el 8 del marzo como “Día Internacional de la Mujer” fue que los Estados tomaran acciones concretas para promover la igualdad de género. Esto no significa realizar conferencias para celebrar la maternidad o las cualidades femeninas “intrínsecas” de las mujeres, regalar dulces o sortear licuadoras en las empresas.
Las campañas del 8M deben reflexionar sobre las problemáticas que enfrentamos, por ser mujeres, en un mundo desigual. Pero es absurdo que los protagonistas de estos eventos sean hombres. ¿No sería mejor escuchar qué es lo que opinan las mujeres del tema?
Considerando las altas tasas de feminicidios y la violencia sexual, los embarazos no deseados de mujeres adolescentes y que solo hay pocas mujeres en altos cargos de poder, algunas acciones que se debería impulsar el Estado colombiano son: prevenir y sancionar la violencia de género, adoptar medidas afirmativas en el campo de la política y el trabajo para promover que más mujeres lleguen a puestos de poder en la esfera pública, promover la producción de datos y estadísticas con enfoque de género.
De igual forma, el Gobierno debería diseñar e implementar la política pública sobre educación sexual que ordenó la Corte Constitucional en la reciente sentencia sobre despenalización del aborto.
Las empresas también tienen una responsabilidad a favor de la igualdad.
En un estudio que hicimos en la Universidad del Rosario, que se publicará pronto, detectamos que la violencia doméstica tiene altos costos para las empresas en Colombia porque incide en la productividad laboral tanto de las mujeres maltratadas como de sus agresores.
¿Qué están haciendo las empresas para detectar casos de violencia de género y asistir a las mujeres que la experimentan? ¿Qué acciones están tomando para revisar sus políticas salariales y aminorar las brechas de género? ¿Cómo piensa el Estado mejorar las condiciones de las trabajadoras que están en la economía informal? ¿Qué políticas públicas están enfocadas en mejorar la calidad de vida de las mujeres migrantes y madres cabezas de familia en Colombia?
Si la respuesta es regalar flores y chocolates el 8 de marzo, todavía no hemos entendido el significado de ese día ni el impacto cotidiano de la discriminación en la vida de las mujeres. Invito también a los hombres a repensar sus actitudes machistas y, en lugar de celebrar la femineidad de las mujeres, realizando paneles masculinos sobre “la equidad de género”, responsabilizarse de las tareas de cuidado, pagar sus pensiones alimenticias y dejar de acosar mujeres en los espacios laborales.
Hay mucho trecho todavía que recorrer para realizar la igualad de género. La reflexión es solo el primer paso.