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Diez años después de la despenalización del aborto en Colombia en tres circunstancias, la encuesta recientemente revelada por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres, debería servir para avanzar la agenda por la liberalización el aborto.

Después de varias semanas de haberse conocido en el país la encuesta realizada por la Mesa por la Vida y la Salud de las Mujeres con Cifras y Conceptos, parece pertinente mirar con mas detenimiento tres datos estrechamente relacionados y que indican un movimiento favorable en la opinión en relación con la autonomía reproductiva de las mujeres y el aborto.

1.    66% de las personas piensan que está bien que las mujeres decidan NO tener hijos, 
2.    62% considera que la única persona que debe tener influencia sobre la decisión de interrumpir un embarazo es la mujer, 
3.    Casi un 50% opina que la interrupción del embarazo debe ser una decisión libre de la mujer. 

Vamos en orden. La primera cifra nos dice que una importante mayoría de la población en Colombia concuerda con que el proyecto de vida de las mujeres no se reduzca a la maternidad y por eso afirma que está bien que las mujeres decidan no tener hijos. Esta cifra es consistente con la reducción de la fecundidad en el país que ha sido constante a lo largo de las últimas décadas en las que el promedio de hijos pasó de 6.7 a finales de los años 60,  a 2 según la ENDS 2015. La maternidad no se concibe entonces como un destino y tampoco como el único proyecto de vida que se espera para las mujeres. 

En la misma línea, hay un claro reconocimiento a la autonomía reproductiva de las mujeres cuando se afirma que son ellas quienes deben resolver interrumpir o no, un embarazo. Ningún otro hecho es tan determinante en la libertad de las mujeres como aquel que involucra las decisiones sobre la reproducción, pues para ellas esa libertad estará limitada o no, por la soberanía que se les reconozca sobre el propio cuerpo. Quizá por ello no sorprende entonces que casi la mitad de la población hoy, -a sólo 10 años de haber logrado la despenalización del aborto en tres circunstancias-, afirme que ésta debe ser una decisión libre de la mujer. Y esa libertad implica que no existan plazos ni indicaciones, sino que sea una prerrogativa de ellas mismas resolver, con base en su propia conciencia, cuando interrumpir un embarazo. 

Pienso en el Uruguay, que legalizó el aborto por la sola voluntad de la mujer en el año 2012, tras un proceso de deliberación democrática en el que las y los legisladores debieron ponerse en armonía con sus votantes: una importante mayoría de 63% que desde una década y media atrás afirmaba que el aborto debería legalizarse. Sin duda alguna, más de cien años de educación laica, gratuita y obligatoria labraron esa conciencia frente a la necesidad de avanzar en materia de aborto, y sin duda esa misma educación forzó, hasta transformarla, la inercia de los parlamentarios que habían evadido la posibilidad de hacer legal el aborto. 

Y pienso en esta historia porque es reciente y porque me anima a creer que si en  Colombia 10 años de causales han contribuido a reconocer de manera tan notable la autonomía de las mujeres, quizá no sea necesario esperar mucho más para que nuestros políticos asuman una posición clara frente al aborto. Que no esperen más para ponerse del lado de esta importante mayoría que entiende, reconoce y afirma la única tutela que es coherente con el reconocimiento de una ciudadanía plena para las mujeres: la de ellas mismas sobre su cuerpo. Tutela que requiere dejar atrás el miedo de ser castigadas por la autodeterminación reproductiva. Tutela que requiere eliminar el delito de aborto del Código Penal.

Es la fundadora y coordinadora del grupo médico por el derecho a decidir en Colombia. Estudió medicina y una maestría en investigación social en salud. Ha sido consultora en varias organizaciones de las Naciones Unidas como la Cepal, el Unfpa, el Pnud y ONU Mujeres. Sus aréas de interés son la...